La Tesis de Reconstitución del PC

La Tesis de Reconstitución del PC es la respuesta política del proletariado revolucionario al problema de la creación o recuperación del instrumento revolucionario principal de la clase obrera en el Estado español, respuesta que consiste en solucionar, teórica y políticamente, el carácter de las condiciones objetivas - ideológicas, políticas y organizativas - que permitan la existencia de ese instrumento partidario. No se trata, por tanto, de las "condiciones objetivas" de la Revolución en su acepción más estrecha, es decir, la Revolución entendida como toma del poder por parte del proletariado y de la preparación de esta conquista, sino de la realización de la "condición subjetiva" más importante de la Revolución entendida en su forma superior, cuando las masas alcanzan y ostentan el poder, o sea, la realización de la existencia del PC como su factor "subjetivo" principal de esa Revolución.

En definitiva, la Tesis de Reconstitución se enmarca dentro del proceso revolucionario como proceso histórico y general, pero, a la vez, se desvincula de él en tanto que se centra en una etapa de ese proceso - en la primera - y resuelve las tareas políticas de esa etapa particular de la Revolución. Se trata, en resumidas cuentas, de crear el "factor subjetivo" de la Revolución, entendiendo que esto implica estudiar y resolver problemas objetivos - no sólo ideológicos, también, políticos y organizativos - y entendiendo que esta tarea forma parte ya del proceso general de la Revolución - en su acepción más amplia, es decir, comprendiendo que la Revolución es todo proceso que se inicia con los trabajos de constitución del PC y que sólo termina con el Comunismo - .

En primer lugar, por lo tanto, la Tesis de Reconstitución versa sobre los requisitos mínimos objetivos que hay que lograr para que se considere cumplida la existencia del PC. Hasta aquí hemos expuesto la naturaleza de tales requisitos.

En segundo lugar, la Tesis de Reconstitución trata sobre las condiciones políticas concretas que sirven de contexto a esos requisitos y en cuyo entorno deben ser realizados. Esto significa que la formulación de la Tesis de Reconstitución no se refiere a los principios universales y absolutos del marxismo-leninismo acerca del Partido, sino que, partiendo de ellos trata de aplicarlos a las condiciones históricas y políticas concretas de un país y de una época. Por eso, la Tesis de Reconstitución debe explorar, en primera instancia, el estado actual de la Revolución Proletaria Mundial y la etapa de la Revolución en la que se encuentra ese país como componente de esa Revolución Mundial, pues se trata de describir el contexto político concreto, aunque sea sólo en sus tendencias generales, en el que se deben establecer y cumplirse las tareas de la Reconstitución, en función, precisamente, de ese contexto nacional e internacional.

En este sentido, es preciso señalar que la Revolución Proletaria Mundial se encuentra en una fase de repliegue coyuntural debido al término del ciclo revolucionario que abrió la Revolución de Octubre y a la contraofensiva que, aprovechando esta circunstancia, ha iniciado el imperialismo. El primer ciclo de la Revolución Proletaria Mundial, después de la etapa previa de preparación que comienza en 1848 con la publicación del Manifiesto de Marx y Engels, y el papel que jugó el proletariado francés en la revolución burguesa de ese año, papel que toma relieve porque, por primera vez en la historia, la clase obrera se comporta políticamente de manera independiente, se inicia en 1917 con la revolución soviética en Rusia. Toma rumbo ascendente con el inicio de la construcción del Socialismo en la URSS, en los años 30, la victoria sobre el fascismo y el triunfo del PC de China en los 40, ralentizándose entre 1956 y 1976, cuando el paso de la URSS a las filas del imperialismo, de la mano de Jruschov, fue relativamente compensado con una nueva, aunque breve y localizada, ofensiva proletaria en la China de la Revolución Cultural. Finalmente, el triunfo de Deng Xiaoping en China y la consolidación de la burguesía burocrática en la URSS y de su influencia revisionista la mayoría de Partidos Comunistas del mundo, indicó la tendencia descendente y la caída o fase crítica de ese primer ciclo revolucionario a partir de la segunda mitad de los años 70. Las reestructuraciones que, a todos los niveles, han tenido lugar en los 80 y principios de los 90 en el llamado "campo socialista", no expresan más que el punto final del ciclo.

El triunfo de la burguesía sobre el proletariado en los países socialistas ha tenido su proyección en todo el mundo en forma de una nueva ofensiva del capital, ofensiva que se manifiesta en el hecho de que se ha iniciado un nuevo reparto del mundo, que está creando condiciones para una nueva guerra imperialista, por un lado, y en la progresiva pérdida de derechos y conquistas de los trabajadores en casi todos los países, por otro.

El Estado español es uno de ellos. El partido de Carrillo, al que ya habían robado todo contenido revolucionario, liquidó toda posibilidad de vía revolucionaria en la llamada "transición democrática"; pero, a diferencia de las posiciones claudicantes del partido que decía representarlos, los trabajadores conquistaron en la calle ciertas concesiones a una burguesía consciente de que había ganado la batalla crucial y que estaba dispuesta a ceder ciertas migajas mientras ponía toda su energía en dibujar las líneas maestras de la nueva estructura política de su dominación y mientras la clase obrera no intentase inmiscuirse en el lineamiento de ese nuevo diseño. En él, sin embargo, se definía una estructura de representación clasista en clave burguesa. Los sindicatos y los partidos obreros debían actuar como correas de transmisión de la burguesía contra el proletariado. Así, cuando la burguesía hubo consolidado un nuevo Estado y cuando el ciclo revolucionario proletario terminó definitivamente a escala mundial, la burguesía española se sumó a la ofensiva del capital internacional contra la clase obrera utilizando los resortes legales de su Constitución, principalmente las estructuras sindicales vigentes. El proletariado del Estado español, huérfano de partido, vendió su capacidad política, su derecho a intervenir como clase independiente, por un plato de lentejas, por mejoras económicas y sociales parciales. Ahora, bajo nuevas circunstancias, la burguesía, a través de los sindicatos y del legalismo político de los "partidos de izquierda", le niega el derecho siquiera a ese plato de lentejas. Las reconversiones industriales, la liberalización del mercado de trabajo, las políticas de ajuste económico que congelan los salarios son muestras claras de la impunidad que ha conseguido la burguesía en el ejercicio de su dominio sobre el proletariado, el ejercicio de su "derecho" a explotar y oprimir a la clase obrera.

El proletariado del Estado español se encuentra, por tanto, a la defensiva, y el movimiento obrero en repliegue. Con este telón de fondo es con el que los comunistas del Estado español debemos abordar la cuestión más candente de nuestra Revolución, la cuestión de la recuperación del PCE; y es precisamente ese telón de fondo el que determina, en primera instancia, las condiciones y, por tanto, la naturaleza de ese proceso de recuperación de nuestro partido de vanguardia.

El Movimiento Comunista Internacional, como realidad práctica, nace con la Revolución de Octubre con la constitución de partidos comunistas por todo el mundo. La fundación de estos partidos, que fue patrocinada por la IC y por el Partido Bolchevique, representa uno de los modelos de constitución partidaria que nos ha dejado la historia. El otro modelo fundamentalmente es, precisamente, el del partido de los bolcheviques. En relación con éste último, si comparamos la situación de la lucha de clases y del movimiento obrero en la Rusia de finales del siglo pasado y principios del presente con la del Estado español del fin del milenio, podemos comprobar que son sustancialmente diferentes. Si aquí hay repliegue y actitud defensiva de la clase, allí el movimiento obrero estaba en ascenso y el proletariado adoptaba una posición ofensiva cada año más pronunciada. Esto obligó a Lenin y a sus seguidores a emplear la táctica de la unidad de acción con todos los marxistas para crear el partido proletario. Y no sólo unidad de acción política, sino, incluso, unidad de acción orgánica. Desde luego, hubiera sido un suicidio político haber mantenido posturas dogmáticas, que sólo conducirían al aislacionismo, y haber permitido que el movimiento superase a la vanguardia proletaria.

Otra de las peculiaridades de la formulación del POSDR bolchevique que explican la táctica de constitución de la organización proletaria de vanguardia rusa obedeció a necesidades específicas del movimiento proletario de Rusia. Ya hemos visto que una de las primeras tareas que debe abordar y cumplir el proletariado es la de convertirse en clase a través de la unidad de sus luchas en todo el ámbito nacional y que la forma orgánica que adopta la conformación en clase se manifiesta a través de los sindicatos nacionales o de los partidos obreros. Pues bien, en la Rusia de finales del XIX y principios del XX esta tarea aún no se había cumplido, de manera que, dado que el desarrollo del capitalismo a nivel mundial y particularmente en Rusia había alcanzado su etapa monopolista o imperialista, etapa que exige la organización del partido revolucionario de vanguardia proletario, las tareas de constitución del partido obrero ruso se entrelazan de una manera peculiar y original con las de la constitución de este partido de vanguardia. Esto explica la riqueza de los debates dentro del movimiento marxista ruso de la época, el carácter de la lucha de dos líneas dentro del movimiento y también que Rusia fuera la patria del desarrollo del marxismo, la patria del leninismo, porque fue en este país donde la teoría revolucionaria encontró la encrucijada de la Revolución y donde halló las respuestas a su futuro desenvolvimiento. Pero también explica, en gran parte, la táctica adoptada por la vanguardia revolucionaria para constituir el partido de nuevo tipo, táctica que se sostenía sobre la unidad de acción de los marxistas para crear el partido obrero como base para constituir el partido de vanguardia. Esta experiencia, por otra parte, se trasladará posteriormente al resto de los países de cara a la fundación de los Partidos Comunistas en forma de escisión del ala izquierda de los partidos obreros como primer paso para su constitución.

Todo esto explica la forma que adoptó la constitución del Partido Bolchevique. Pero de esta forma es preciso penetrar hasta la esencia del proceso. Por eso consideramos que lo correcto es comprender la esencia del proceso de constitución del Partido y encontrar la forma política adecuada a las condiciones concretas en que se mueve la vanguardia; por eso consideramos que no se pueden "calcar" las formas históricas haciendo caso omiso del contexto en el que se han dado y sin prestar la menor atención a su verdadero trasfondo político, como pretenden actualmente los valedores de la "unidad comunista" o de la tesis de reconstrucción del PC; por eso consideramos que el futuro partido de nuevo tipo del proletariado del Estado español sólo puede alcanzarse abordando el problema que plantea su recuperación en términos de Reconstitución, porque la Tesis de Reconstitución presta, primeramente, atención a la naturaleza del proceso de creación del Partido, a la esencia política de ese proceso, y después, busca la forma de plasmarlo políticamente en función de las condiciones objetivas concretas.

La Reconstitución del PCE, por tanto, no puede concebirse siguiendo, uno por uno, los pasos dados por los bolcheviques; y tampoco puede consumarse siguiendo el modelo de la primera constitución del PCE, en 1920. En este año, había quedado claro a los ojos de todos los obreros conscientes la bancarrota de la socialdemocracia, la Revolución soviética había triunfado y el movimiento proletario revolucionario mundial había creado la Internacional Comunista. Es decir, la Revolución Proletaria Mundial iniciaba un giro ascendente. Esto, junto a la madurez del proletariado del Estado español, que se había ido forjando como clase a lo largo de medio siglo de luchas, permitió que el PC pudiera ser creado a través de una escisión y de un acto o congreso constituyente. Pero, hoy, ni la Revolución Proletaria Mundial está a la ofensiva, como queda dicho, ni existe una IC que pueda patrocinar, avalar ni guiar un PCE que pudiera fundarse en un congreso de "unidad de todos los marxistas-leninistas".

En general, la visión de la recuperación del PC desde la perspectiva de la "unidad de los comunistas" o de la "Reconstrucción" del Partido es dogmática porque sólo observa la forma de los modelos históricos de constitución, sin atender a sus requisitos ni siquiera a las condiciones políticas externas que permitieron esas experiencias. Esta visión dogmática es producto de la extrapolación mecánica y acrítica de las tesis de la III Internacional y de su aplicación, fuera de todo tiempo y lugar, a cualquier situación política e independientemente de toda circunstancia histórica. Las tesis partidarias de la IC son la síntesis de la experiencia de la Revolución Soviética y, aunque tienen mucho de leyes generales, también aportan mucho de elementos circunscritos a una época, elementos que no podemos asimilar a aquellas leyes que no pueden impedir que seamos capaces de penetrar la esencia de los procesos de constitución de los Partidos Comunistas en la primera mitad del siglo, independientemente de las circunstancias históricas que los rodean, para aplicar coherente y correctamente esas leyes a las condiciones en que actualmente se desenvuelve la lucha de clase del proletariado.

De lo que se trata es de superar una concepción estática, absoluta, sobre la organización del Partido y de comprender que su desarrollo es un proceso permanente, un proceso tanto para su Constitución o Reconstitución como para su posterior edificación una vez reconstituido, y que el Partido no se crea desde una construcción intelectual definida de antemano, sino que es la organización de la vanguardia para el cumplimiento de las tareas políticas que va exigiendo la Revolución en sus diferentes etapas, siguiendo, eso sí, los principios ideológicos generales que el marxismo-leninismo ha establecido para la creación del partido de nuevo tipo proletario.

Si nos fijamos con atención en lo que hasta aquí hemos expuesto, y lo comparamos con los planes de quienes rechazan la Tesis de Reconstitución, no sólo podemos comprobar que no la comprenden, sino que, además, se guían por modelos y métodos de constitución partidaria que corresponden a condiciones de la lucha de clases nacional e internacional que no son las actuales y, en consecuencia, se niegan a sí mismos la posibilidad de entender en qué consiste la Reconstitución. Por ejemplo - y esto es de capital importancia - , dan por supuesta la guía ideológica. No ven que, en 1920, la IC cumplía ese papel de depositario orgánico de la ideología y de orientador político, por lo que la fundación de los partidos nacionales no tenía por qué exigir este requisito localmente como condición sine qua non, pues su relativa ausencia podía ser suplida por la IC. Tampoco ven que, en 1903, cuando se crea el primer partido marxista revolucionario ruso, la cuestión de la ideología y de la madurez política estaba relativamente garantizada por 10 años de experiencia política de los marxistas rusos y por el profundo conocimiento de la doctrina de los fundadores del POSDR, casi todos ellos eminentes intelectuales que habían dedicado muchos años de su vida al estudio de las obras de Marx y Engels. No ven, por tanto, que no se puede crear un partido marxista-leninista sin partir de la ideología marxista-leninista; que, hoy por hoy, no existe ningún depositario reconocido de esta teoría que pueda avalar la creación de Partidos Comunistas, ni que la actual vanguardia revolucionaria está compuesta por trabajadores que, aunque son sinceramente voluntariosos comunistas, no han adquirido, en su conjunto, un conocimiento profundo de la teoría científica del socialismo, ni tampoco han actualizado, en su mayoría, los desarrollos últimos de esa teoría tras la época de Lenin y Stalin. El PC debe fundarse desde la ideología y, para ello, la ideología debe guiar toda nuestra labor de Reconstitución. No es suficiente con presuponer definido hasta sus perfiles últimos el marxismo-leninismo, como hacen quienes hablan de "unidad" o de "reconstrucción", porque, en la actualidad, no existe esa referencia político-ideológica nítida que pudieron aprovechar los marxistas rusos de principios de siglo o los comunistas del Estado español de 1920. Por lo tanto, el primer requisito para la Reconstitución, en las actuales condiciones de la lucha de clases internacional y de la lucha de clases en el Estado español, consiste en recuperar y reasumir la ideología revolucionaria, formulándola y definiéndola nuevamente hasta sintetizar todos sus progresos. Debemos emular a los bolcheviques y a los padres del Comunismo del Estado español y cumplir con los mismos requisitos que les permitieron iniciar el camino del movimiento comunista internacional y nacional, no copiando mecánicamente las formas, sino su significado profundo y su verdadero espíritu revolucionario.

Por otro lado, el estado de ánimo de las masas - desde finales del XIX, en Rusia, y desde 1918 como consecuencia de la Revolución de Octubre y de la crisis social provocada por la guerra, en casi toda Europa - , estado de ánimo que estaba en efervescencia y en creciente agitación, creaba un caldo de cultivo idóneo para el trabajo de masas de la vanguardia, de manera que ésta podía llevarles directamente una política no necesariamente muy elaborada (casi siempre tesis políticas básicas) y dirigirse hacia ellas en tono agitativo con la esperanza de obtener resultados. Hoy, por el contrario, la simbiosis entre la política comunista y las masas no puede realizarse tan directamente, pues el estado de ánimo de estas últimas no es tan proclive a la agitación revolucionaria, antes al contrario, es de postración y calma y de un conservadurismo espantoso. La política comunista, en estas condiciones, debe trabajar de forma mediata, debe ir abriéndose paso, poco a poco, acercándose primero a los elementos más avanzados de las masas, para, después y a través de ellos, poder dirigirse al resto de la clase. Quienes creen que la constitución consiste sólo en un voluntarioso acto de organización y que, una vez cumplido éste, las masas tendrán abierto su corazón y su entendimiento a la dirección y a la política de la vanguardia comunista, están cometiendo el grave error de no comprender que de lo que se trata, realmente, es de activar el movimiento revolucionario que, décadas atrás, se daba casi por supuesto o que precedía o podía seguir a la acción de la vanguardia; están cometiendo el error de no ver que ese movimiento es producto y sólo puede serlo de una política de masas de la vanguardia (línea de masas) en su propio seno y que este movimiento sólo puede concebirse como PC, como condición previa a su transmisión al resto de la clase (Revolución Proletaria).

En resumidas cuentas, la realidad social y política actual no presta a la Reconstitución del PC las mismas condiciones que a principios de siglo, pero sí le exige el cumplimiento de los mismos requisitos. Los comunistas debemos ser capaces de comprender estos requisitos y de crear las condiciones políticas que permitan realizarlos. Esta cuestión sólo puede abordarse desde el punto de vista de la Tesis de Reconstitución .

 

Comité Central del PCR

(Abril del 1996)