Carácter del momento actual

Las consecuencias prácticas más inmediatas que acarrean los imperativos de la reconquista para el marxismo-leninismo de la posición de vanguardia de la revolución y de que sea la propia clase obrera quien deba realizar esa reconquista, como premisas necesarias de la Reconstitución, consisten, en primer lugar, desde el punto de vista organizativo, interno de los destacamentos de vanguardia, en el necesario fomento de la formación intelectual y cultural de los militantes comunistas, por encima y más allá de los programas de iniciación rutinarios con los que se acostumbra a despachar el compromiso formal adquirido con la ideología proletaria; y, en segundo lugar, desde el punto de vista político, la comprensión de que no existe ni puede existir ninguna línea política verdaderamente revolucionaria si no está construida desde la formación de la vanguardia en esa ideología, desde la recomposición de su discurso teórico revolucionario y desde su desarrollo y aplicación a través del debate y la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia; la comprensión de que, en la actualidad, este ámbito, el de la conciencia –y, por lo tanto, el de los interrogantes acerca de su naturaleza de clase, de su coherencia interna, etc.– es el centro medular desde el que se construye toda la política proletaria. En otras palabras, las cuestiones ideológicas y teóricas ocupan, y ocuparán por un tiempo indefinido, el primer plano. Desde que el PCR diseñó su Plan de Reconstitución (1993), orientado ya por este criterio –aunque, como hemos visto y como seguiremos comprobando, de manera insuficiente–, no ha habido, en todos estos años, ningún desplazamiento político ni social entre las clases, ni en el interior de la clase obrera, incluyendo sus sectores de vanguardia, que justifique un desplazamiento del eje en torno al que deben seguir construyéndose los proyectos políticos revolucionarios (y la impotencia política puesta de manifiesto por los últimos acontecimientos de importancia protagonizados por las masas, como las movilizaciones con motivo del caso Prestige y, sobre todo, las habidas contra la guerra de Irak y el 11-M, no hacen más que ratificar esta tesis). Los problemas teóricos e ideológicos que la vanguardia debe resolver en la perspectiva de la Revolución Proletaria y del Comunismo configuran ese eje, de forma que podemos decir que, desde el punto de vista del movimiento proletario general y de la dirección de su lucha de clases, nos encontramos en un momento de acumulación de fuerzas de la vanguardia .

Las fuentes desde las que extraemos los requisitos que necesariamente deben ser cumplidos para alcanzar el objetivo de la Reconstitución tienen una doble naturaleza. En primer lugar, se trata del análisis de las consecuencias de la liquidación a manos del revisionismo de la conciencia y de todo el desarrollo alcanzado por el comunismo (tanto como línea y organización políticas como desde la perspectiva de la organización de la nueva sociedad). Los resultados de este análisis conforman el cuerpo central de lo que hasta hoy ha sido nuestra actividad (Plan de Reconstitución y Tesis de Reconstitución ) y los desarrollos teóricos y prácticos que de él hemos derivado (línea política y línea organizativa). En segundo lugar, el análisis de la peculiaridades políticas propias del segundo ciclo revolucionario, sobre todo en comparación con las del Ciclo de Octubre. En este ámbito, aunque ya adoptamos esta teoría del desarrollo cíclico de la Revolución Proletaria Mundial a escala histórica casi desde el momento en que fue establecida por el Partido Comunista de Perú, en el contexto de la formulación de la tesis del recodo de la revolución peruana tras la caída de la dirección del partido en 1990 y del debate en torno a las cartas del Presidente Gonzalo, es ahora cuando estamos tomando conciencia –a la luz también de algunas conclusiones que nos ofrecen los estudios relacionados con la experiencia de construcción del socialismo en la URSS– de la importancia del análisis comparativo de las premisas necesarias para el comienzo de cada ciclo revolucionario. Así, en relación al problema de la vanguardia, observamos que, históricamente, ante el Primer Ciclo Revolucionario, ésta se organiza y configura políticamente en periodos relativamente cortos de tiempo: en Rusia entre 1895 y 1903, y, en el resto de los países, a través de actos constituyentes únicos que casi siempre se reducían a la asunción –casi siempre formal– de las Veintiuna condiciones de la Komintern. Tal como hemos expuesto más arriba, las condiciones para la construcción de la vanguardia eran radicalmente distintas a las actuales, principalmente por la posición adoptada por un sector de la intelectualidad burguesa hacia la Revolución y por la presencia de un movimiento revolucionario a la ofensiva y de una organización internacional de vanguardia (la Internacional Comunista). Estas condiciones facilitarán el cumplimiento de los requisitos de la organización del partido de vanguardia, pero fijarán, a su vez, una determinada concepción de su construcción en el imaginario comunista que acarreará taras de índole estratégica, como el insuficiente deslindamiento ideológico con el oportunismo (lo que favoreció la fácil recaída en políticas oportunistas), y la raquítica política de formación de cuadros entre el proletariado que acompañaba a aquella escasa penetración en los problemas ideológicos que están relacionados directamente con la construcción de la vanguardia (y que a la larga debilitará la posición proletaria en la lucha de dos líneas en el seno de los partidos comunistas). Pues bien, a partir de esas constituciones políticas, los partidos comunistas pasaron a plantearse directamente la pugna por las masas y la lucha por el poder, entrando en dinámicas de lucha de clases a gran escala. En esta situación, los momentos contrarrevolucionarios de repliegue son considerados como de acumulación de fuerzas para toda la clase , en particular en lo que toca al vínculo e influencia de la vanguardia respecto de las masas, y como capítulo especialmente importante, la lucha de la vanguardia por preservar los cuadros y los principios ideológicos y programáticos del partido. En la actualidad, en cambio, las circunstancias históricas que preparan el segundo ciclo revolucionario indican que, en sus prolegómenos, en la etapa de Reconstitución del partido revolucionario, la cuestión de la acumulación de fuerzas atañe principalmente a los destacamentos de vanguardia organizados en torno a los problemas ideológicos y teóricos del desarrollo de la revolución y de la construcción del partido . No se trata, entonces, de una tarea conservadora , sino más bien creadora , por cuanto que entre los objetivos de la Reconstitución se sitúa en primer lugar el de recuperar la ideología revolucionaria del comunismo y el de construir cuadros que la restituyan en el lugar que le corresponde como vanguardia dirigente de la Revolución.

En consecuencia, las circunstancias que rodean la formación de lo que en el seno de la vanguardia servirá de base para la Reconstitución del Partido Comunista, ponen de manifiesto de forma clara su trasfondo teórico y educativo , es decir, que los problemas principales a los que nos enfrentamos tienen predominantemente este doble carácter, y que los problemas prácticos que principalmente nos asaltarán serán los que estén estrechamente ligados con la disposición de medios y la creación de los instrumentos necesarios para solucionar aquellos otros problemas. Su solución, entonces, conllevará el fortalecimiento político de la vanguardia en general y de nuestra organización en particular, porque significará que se va avanzando en la tarea de reconstituir ideológicamente al comunismo , en cuyo cometido y a través de cuyos logros hallará el militante comunista el acicate, la inspiración y la iniciativa necesarios para su trabajo –pues la fuerza de la vanguardia reside en su ideología–, así como una fuente vivificadora para su organización. Nuestra ideología, pues, con toda la problemática que hoy la rodea, debe ser, en la actual situación, el punto de partida y el fin de toda la actividad principal de la vanguardia.