Asturias,
Febrero de 2006
Por mediación de
Borja, me ha llegado, no sin entusiasmo, la noticia de tu interés por nuestra
reciente aunque consolidada Asociación José María Laso Prieto. Como bien te
habrá informado el compañero, las líneas maestras de nuestras actividades se
dibujan principalmente bajo el foco de atención que provoca el deseo por la
divulgación de la filosofía materialista, así como de las ciencias particulares
que, en su incorporación material como fuerzas productivas, configuran el
esqueleto del estado del mundo actual.
En mis manos tengo un
estimulante texto firmado por JMLS. Resulta difícil hacer una valoración
relámpago de las tesis mantenidas en este manifiesto de forma mínimamente
rigurosa. No obstante, no me gustaría cerrar la presente sin antes comentar
algunos puntos concretos que el que aquí escribe considera importantes. Valga,
por lo menos, como aperitivo filosófico para el establecimiento de una estrecha
colaboración entre nuestro grupo de trabajo y el tuyo.
1. En primer lugar,
considero sumamente acertado el modo con que se caracteriza en el texto la
envoltura ideológica de nuestra realidad política, mediante la identificación
de la leibniziana idea de los “mundos posibles” con la defensa cerril del marco
ontológico del capitalismo actual. Es difícil no encontrar entre líneas una crítica
destructiva de la celebrada tesis de Fukuyama: “El fin de la historia”; la
imposibilidad de una transformación racionalizadora, además de universalista
(internacionalista), del llamado mundo libre.
Es igualmente
satisfactoria la referencia al problema de la inestabilidad e inseguridad de
nuestro presente (guerras, terrorismo, amenazas...). Y esto, en mi opinión,
porque es precisamente en dicho campo ideológico de batalla donde se libra uno
de los más exitosos enfrentamientos contra los teóricos filocapitalistas que en
nuestro días defienden desde una perspectiva emic (interna) la realidad
política.
Porque, tal es aquí la
tesis materialista, es específicamente la ideología de la Globalización aquel
veneno suministrado, sobre todo por el Imperio de los Estados Unidos, para
crear la APARIENCIA de la existencia Real de una ESFERA ÚNICA (el globo; la
Idea de globalización ecualizándose con la idea de mundialización) que protege
a todos los ciudadanos “cosmopolitas” (nueva ficción) de las amenazas que pueden
suceder. El capitalismo es el BIEN. Tras el derrumbe de la URSS se muestra a
las claras la bendición de Dios a América (salvo a la parte hispana, claro
está, altamente peligrosa por su morfología moral, según otro chamán-ideólogo
de la Administración Bus: Hungttington).
2. Ahora bien,
quedando dicho todo la anterior... ¿es ajustado seguir defendiendo en el
estrenado siglo XXI la tesis leninista del capitalismo agonizante? Cito: “la
única salida para la humanidad del atolladero de guerras, explotación y mentiras
en que nos ha enfangado el capitalismo es su destrucción”, “realidad objetiva
tan poco favorable al capitalismo”. Por mi parte, no. Y, aunque rápidamente,
trataré de darte un par de razones.
De un lado, la
respuesta es negativa porque una vez desplomado filosóficamente, como
consecuencia del fracaso “del abajo las armas” de Rosa Luxemburgo, ya previsto
por la observación de Marx de que los obreros ingleses viven sobre los hombros
de los obreros de otros países (observación que serviría de lanzadera para los
contribuciones de Lenin: la coordinación, en oposición al Troskismo y su
sustantivación de las clases sociales, de la lucha de clases con la dialéctica
de los estados), el edificio teleológico hegeliano del marxismo (recogido a su
vez del molde histórico-filosófico agustiniano, aunque evidentemente con unos
contenidos muy diferentes a los de otras doctrinas encastradas en tal molde, e
introduciendo el análisis de las variables económicas mediante el estudio
detenido de la valorización del capital que culmina cíclicamente el proceso)no
podemos afirmar que el sistema capitalista vaya a desaparecer, como si fuésemos
portadores de una escolástica “ciencia media”.
Además, la tesis del
“capitalismo agonizante” se deriva de la ‘ley de la tasa decreciente de
ganancia’, consecuencia del incremento paulatino del ‘capital de alta
composición orgánica’, determinada por el ‘carácter anárquico de la producción’
que Marx pudo observar en su contexto histórico. Ahora bien, a partir de la
crisis del Viernes Negro, e incluso ya antes, y principalmente después de la II
Guerra Mundial, la producción capitalista deja de ser estrictamente anárquica:
se establecen mecanismos encubiertos de planificación, tribunales de la
competencia que evitan la tendencia natural a la concentración monopolística,
inyección de dinero público en empresas privadas para evitar crisis...etc.
(precisamente una de las ficciones favoritas de los gurús neoliberales es
pretender encubrir tales mecanismos mediante el recurso a la manida mano
invisible. Muchas veces, además, empleándolo como arma arrojadiza contra
gobiernos de países subdesarrollados).
Por último,
expresándolo de forma sucinta, el estado actual de las ciencias no permite
utilizar acríticamente una ontología, la marxista, que en cuanto a génesis se
refiere dista mucho, temporalmente, de la realidad a la que nos enfrentamos: el
marxismo es una filosofía crítica, no dogmática, e inmersa en el presente; dada
en función de los desarrollos históricos y científicos, por lo que no puede
extrapolarse tal cual (aunque nos apoyemos en ella y reconozcamos su
magisterio) a un contexto cien años posterior a aquel en que se gestó como si
no hubiese ocurrido nada en medio (las guerras mundiales, la Física
Relativista, la Mecánica Cuántica...).
Es por eso por lo que
te doy mi más sincera enhorabuena al señalar que el marxismo no puede “quedar
reducido a una filosofía meramente política”. Es decir, cualquier análisis
político descansa en una ontología determinada (nosotros consideramos excelente
la del ‘Materialismo Filosófico’ Gustavo Bueno, que puedes consultar en
Internet en su obra MATERIA) y la ontología del llamado desde el estalinismo,
‘Marxismo-Leninismo’, queda anclada en una concepción del mundo limitada por
las carencias que para nosotros tiene aquí y ahora la empresa filosófica de
Engels (ANTI-DHÜRING) o Stalin (DIAMAT).
Confieso que en estos
momentos surgen descaradamente un montón de dudas matices y consideraciones que
haría esta carta un monólogo insufrible. Así que, para concluir, señalar por
último que comparto la crítica realizada a los movimientos feministas, “por la
igualdad”...y demás que, si bien cumplen una función polémica en la sociedad y
recogen logros inmediatos, son incapaces de “apuntar a las bases mismas del
sistema” y, como consecuencia, son asimilados por el propio capitalismo de
nuestras sociedades políticas.
Así pues, llega la
hora de la despedida. Sería de mi agrado que, a poder ser, contestaras a esta
modesta carta.
Un saludo
Juan Antonio González
Ponte.
Presidente de la
Asociación José María Laso Prieto.