Sobre el significado de la Reconstitución de la Internacional Comunista

Respuesta al proyecto de los principios m-l del Partido Comunista de Benín

 

Introducción

Nuestra organización tiene como objetivo la reconstitución del Partido Comunista de España. Esta premisa es necesaria, pero a todas luces insuficiente, para la reconstitución de la IC.

¿Pero por qué es insuficiente la reconstitución de Partidos Comunistas nacionales para la reconstitución de la Internacional Comunista? Porque es preciso apreciar que la IC es la forma que adopta el movimiento revolucionario a escala internacional generado desde arriba, desde la forma superior del movimiento proletario alcanzada en un país.

Basta con echar una mirada retrospectiva al Movimiento Comunista Internacional de 1917-1919 para ver que la IC se fundó sobre las bases de un proletariado revolucionario encabezado por su partido de vanguardia, el Partido Bolchevique, que aplicaba una línea de organización de la Dictadura del Proletariado y de Construcción del Socialismo y que, en este sentido, ejercía el papel de vanguardia del MCI, tomando, a su vez, la iniciativa de crear la III Internacional.

Esto quiere decir que todo movimiento revolucionario de carácter internacional ha de articularse en torno a una vanguardia cuyas posiciones de avanzada estén avaladas por una práctica social.

Una vez sentado lo anterior, se entiende por qué nuestra organización presta más atención a la reconstitución de Partidos, que a la reconstitución de la IC: sólo aquélla permitirá a los partidos iniciar procesos revolucionarios en sus respectivos países y, así, alguno de estos procesos podrá ejercer el papel de vanguardia del MCI.

Esta necesaria reconstitución partidaria, con la que hemos comenzado la introducción, exige recuperar el Marxismo-Leninismo en lucha de dos líneas contra el revisionismo y desarrollarlo con las enseñanzas recogidas de la experiencia histórica de nuestro movimiento. Esta batalla ideológica, además de desarrollarse en un entorno estatal, es también internacional: por eso saludamos la iniciativa del PTB de Reafirmación de los principios marxistas leninistas en la relación entre nuestros partidos, que nos fue entregado para su análisis en el pasado Seminario Comunista Internacional de Bruselas, de mayo de 2003, y que pasamos a valorar.

Estamos de acuerdo con ustedes en que es necesario liquidar el marasmo ideológico en el que nos encontramos y recuperar y elevar el Marxismo-Leninismo como concepción del mundo, frente a las diversas formas que la concepción burguesa presenta en el movimiento(economicismo, oportunismo, revisionismo, espontaneísmo…).

Sin embargo, no estamos de acuerdo en el modo en que se pretende construir la Internacional Comunista: nos parece una incompleta e insuficiente repetición de la III Internacional, Primero, porque no atiende al espíritu sobre el cual ésta se constituyó y, segundo, porque no responde a las necesidades que el Movimiento Comunista Internacional tiene en la fase que se encuentra actualmente la Revolución Proletaria Mundial.

 

El carácter del momento actual

Efectivamente, nos encontramos en la época del imperialismo y de la revolución proletaria. Sin embargo, la historia ha demostrado que está no se desarrolla en una única ofensiva, sino que existen avances y retrocesos. Así, a pesar de que las contradicciones del imperialismo continúan desarrollándose en nuestros días, el ciclo revolucionario iniciado con la Gran Revolución de Octubre de 1917 ha concluido con la derrota momentánea del movimiento obrero. Extraer las importantes enseñanzas de este período histórico, así como caracterizar el momento actual, son las tareas más urgentes que los destacamentos comunistas tenemos que hacer de cara a iniciar un nuevo ciclo revolucionario.

El triunfo del revisionismo en la Unión Soviética y la posterior derrota del mismo a manos del otro bloque imperialista han supuesto un cambio en el orden de las contradicciones, cuyas consecuencias más importantes para el movimiento obrero, son:

•  La contradicción entre las potencias imperialistas y los países oprimidos ha pasado a ser la principal (basta con apreciar la resistencia creciente de los pueblos de los países oprimidos a su explotación, p. ej. Irak, Afganistán, Somalia, etc).

•  El aumento de las agresiones del imperialismo a la clase obrera. El descenso general de la cuota de ganancia obliga al imperialismo a aumentar la explotación sobre sus trabajadores, en vista de que, con la extensión de los mercados fruto de la derrota del bloque socialimperialista, no ha conseguido compensar este descenso y absorber el exceso de capital acumulado.

•  Al ser innecesaria la alianza de los países capitalistas para frenar el avance del comunismo, podemos ver cómo se empieza a descomponer la misma, produciéndose cada vez más frecuentemente enfrentamientos interimperialistas por el control de determinadas zonas del planeta.

Pero, sin duda alguna, ha sido en el orden ideológico donde mayores y más graves consecuencias ha tenido esta derrota. El hecho de que el imperialismo haya quedado como vencedor en el primer ciclo revolucionario ha desarmado ideológicamente al movimiento obrero, con lo cual la humanidad ha quedado sin un referente ideológico capaz de derrotar a la dominante ideología burguesa.

Ustedes hablan en su documento de situaciones revolucionarias que atraviesan muchos países que, sin embargo, no desembocan en verdaderas revoluciones, como consecuencia de la inmadurez de las condiciones subjetivas.

Ciertamente, así se explica la profunda crisis que atraviesan tanto el Movimiento Comunista Internacional como incluso los movimientos de resistencia en general, inmadurez de las condiciones subjetivas que demuestra el dominio de la ideología burguesa y la incapacidad de los destacamentos de vanguardia para hacer frente a este dominio. Por este motivo no puede surgir una alternativa seria al capitalismo, sino movimientos de masas interclasistas, indefinidos ideológicamente, que en el mejor de los casos se contentan con pequeñas reformas, tras las cuales lo que se enfrenta en realidad muchas veces son distintas fracciones de la burguesía.

Tomar conciencia de que el ciclo revolucionario iniciado en 1917 ha concluido significa comprender que las premisas políticas y teóricas de las que partía ya no son suficientes para atender las tareas revolucionarias en la actualidad. Sólo desde esta perspectiva podemos situarnos correctamente en el momento histórico en el que nos hallamos y encontrar el modo de cumplir los requisitos necesarios para iniciar un nuevo ciclo de la Revolución Proletaria Mundial.

Hacia un Nuevo Ciclo Revolucionario

Como ya hemos dicho, las condiciones objetivas para la revolución se dan cada vez con más fuerza. Sin embargo, nos encontramos muy lejos de que ésta se produzca porque no hemos cubierto las necesidades ideológicas. Atender estas necesidades es el requisito indispensable para iniciar un nuevo ciclo revolucionario. Recomponer la teoría comunista, que no es otra que la ideología del proletariado revolucionario, y volver a situarla como vanguardia dirigente de la Revolución es la tarea prioritaria que los destacamentos comunistas debemos de tener por delante en estos momentos.

Ustedes, aunque reconocen esta necesidad, no plantean cómo atenderla. Se precipitan planteando dar respuesta a la “mundialización” con la creación de la Internacional Comunista, sin haber resuelto antes las cuestiones de orden ideológico. Para ustedes, simplemente con reunir a los partidos comunistas ya estaría creada la IC y sería posible hacer frente al imperialismo. Sin embargo, no se detienen hacer el necesario balance histórico y dan por supuesta la existencia de partidos comunistas en condiciones de sumarse a la IC. De este modo, separan la necesaria unidad entre teoría y práctica y se encamina hacia el espontaneísmo, al pretender entonces abordar directamente la tarea de ganar a las masas sin haber resuelto previamente las carencias y errores heredados del primer ciclo revolucionario.

En este sentido, se hace necesario abordar en primer término tanto el balance de esta experiencia histórica como la resolución de las tareas que conducen a la reconstitución partidaria.

¿Cuáles fueron las insuficiencias teóricas del Ciclo de Octubre para que se frenara su desarrollo? ¿Cuáles fueron las causas del ascenso del revisionismo en la URSS? ¿Cuáles fueron las consecuencias para el MCI?

Para responder a estas preguntas es necesario estudiar en profundidad la experiencia revolucionaria del periodo anterior y hacerlo sin apriorismos ni esquematizaciones dadas. Esto significa que debemos observar ese ciclo desde una perspectiva más elevada, la que nos da el habernos situado históricamente, de modo que podamos hacer una crítica radical del mismo y así elaborar la síntesis teórica de la experiencia revolucionaria del proletariado hasta nuestros días. Ustedes se quedan con el periodo Lenin-Stalin y tachan de oportunista cualquier aportación posterior, pero, si bien es cierto que no todas las aportaciones son de la misma importancia, es necesario ese análisis crítico de todo el primer ciclo de la RPM para extraer las necesarias enseñanzas que nos permitan superar dialécticamente el mismo ( no podernos cerrar definitivamente este balance si pasamos por alto experiencias fundamentales del proletariado como la Revolución China o ignoramos procesos revolucionarios como el de Perú o Nepal, a pesar de las deficiencias que arrastren, las cuales no les permiten ser la vanguardia del MCI).

Por ello, en el balance del Ciclo Revolucionario de Octubre, debemos situar en primer lugar la crítica de los aspectos negativos, por delante de la excitación de los logros conquistados, pues del análisis de las carencias y de los errores cometidos será de donde se obtengan las lecciones que permitan establecerlas premisas del próximo ciclo revolucionario.

En estos términos, por ejemplo, no compartimos lo que ustedes defienden en la Tesis 5, donde plantean como correctos los argumentos esgrimidos por Stalin para justificar la disolución de la Internacional Comunista. Un somero análisis de clase de estos argumentos nos indica que, en este caso, Stalin no hace una diferencia entre dictadura de clase y las formas políticas que puede adoptar esa dictadura. En la época actual solo pueden existir la dictadura de la burguesía o la del proletariado. La dictadura de la burguesía puede adoptar diversas formas (monarquía constitucional, república presidencialista, dictadura fascista, etc.). Identificar el fascismo hitleriano como el único enemigo común significa en realidad ocultar el carácter de clase de la democracia y presentar a ésta como un valor absoluto que relega al olvido la dictadura de clase que subyace tras estas formas políticas. Esta concepción, en realidad, tuvo como resultado una alianza del Estado Soviético con una fracción de la burguesía internacional que antepuso los intereses de ésta a los del proletariado, renunciando así a la transformación de la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria, como había hecho el Partido Bolchevique ante la Primera Guerra Mundial, y exaltando el patriotismo en contra del internacionalismo proletario, que hubiese sido la postura de clase correcta.

Por otro lado, y como decíamos antes, además del balance histórico, la otra premisa necesaria, pero insuficiente, para la constitución de la Internacional Comunista es la existencia previa de verdaderos partidos comunistas. No obstante, esto último jamás debería derivar en una unidad formal y mecánica, sin más, que configure esa pretendida IC. El proceso de construcción de la misma sólo se podrá articular en torno a una vanguardia que, mediante la práctica social realizada en su país, sea capaz de elevarse a vanguardia del resto del MCI. Pero el problema fundamental es que, al menos para nosotros, ni siquiera se cuenta con los mencionados partidos que cumplan las necesarias premisas que les caractericen como el instrumento principal del proletariado revolucionario.

Porque ¿qué significa ser un verdadero partido comunista? Ustedes establecen los siguientes criterios que debe cumplir:

•  Que haya trazado una clara línea de demarcación entre él y todas las corrientes oportunistas.

•  Que haya emprendido un estudio marxista-leninista de la realidad de su país.

•  Que haya emprendido un serio esfuerzo de unión con las masas trabajadoras.

•  Que el poder burgués persiga derrotar al partido como fuerza política y le declare la guerra.

Nosotros consideramos que estas condiciones podrían resultar en parte aceptables si nos encontrásemos inmersos en el pasado ciclo revolucionario, pero resultan insuficientes para iniciar una nueva ola revolucionaria, cuando no plenamente erróneas: Primero: No se trata únicamente de demarcar una línea entre el Marxismo-Leninismo y las corrientes oportunistas, sino de definir previamente qué es el Marxismo-Leninismo y después, derrotar a estas corrientes ideológicamente, pero mediante su superación dialéctica, no mecánica. Esta necesaria reconstitución ideológica del comunismo se debe de realizar desde el balance del anterior ciclo. Sólo una tenaz lucha de dos líneas sobre los resultados del citado balance podrá ir reconstituyendo la ideología, depurándola de aquellos aspectos que supusieron una traba a su desarrollo o incluso pudieron resultar una línea errónea para su elevación. Ya no basta con la reafirmación de los principios marxistas-leninistas a través de la simple negación de las distintas corrientes oportunistas: se debe superar dialécticamente el ciclo anterior. El Marxismo-Leninismo no podrá recuperar su posición de vanguardia ideológica si no es entrando en relación con el resto de corrientes teóricas que influyen en el proletariado. Sólo así, en enconada lucha de líneas con éstas, la concepción marxista-leninista se enriquecerá, elevándose, al mismo tiempo que suprime el resto de corrientes, derrotándolas en lo político e ideológico y conservando lo que de positivo han podido aportar para la reconstitución del comunismo.

Segundo: Para esta reconstitución ideológica, el Marxismo-Leninismo ya no puede ser considerado únicamente como una teoría política, como ocurrió durante el primer ciclo, sino que debe ser entendido como concepción del mundo. La teoría política, por sí sola, no puede explicar la emancipación del proletariado y de la humanidad. Ésta alcanzará su madurez como humanidad consciente, una vez resueltas las trabas que la mantienen en lo que Marx denomino su prehistoria (todo el periodo de la lucha de clases hasta el comunismo). Se trata, pues de entender que el proletariado no puede liberarse solamente como clase, sino que esta liberación sólo puede tener lugar mediante la transformación revolucionaria, no únicamente de toda la estructura social, sino de la propia conciencia del conjunto de la humanidad. Precisamente, la misión histórica que espera al proletariado estriba, por encima de la simple transformación de una dominación de clase por otra, en la superación de toda la historia de las sociedades de clases. El problema radica, pues en la conciencia. Y esto implica revolucionar los paradigmas científicos que rigen el mundo burgués. No en balde, el marxismo nace como la expresión más avanzada de la historia del pensamiento filosófico y científico de la humanidad. El proletariado consciente (es decir, revolucionario, constituido en Partido Comunista) sólo podrá resolver con éxito los grandes retos a los que le enfrenta la construcción socialista si lo hace, por tanto, desde la plena asunción de la doctrina marxista-leninista como una concepción íntegra y científica del mundo.

Tercero: No obstante, la reconstitución ideológica del comunismo no es solo una cuestión teórica, puesto que el Partido Comunista representa realmente la fusión de la ideología con el proletariado, lo que se traduce en el vínculo o relación dialéctica de la vanguardia, portadora de la ideología marxista-leninista, con las masas de la clase. Estamos también ante un problema práctico: la fusión de la vanguardia proletaria con las masas de la clase exige previamente la construcción de tal vanguardia. Esta proceso consiste ideológicamente en la reconstitución del comunismo, pero políticamente adopta la forma de la lucha de líneas entre los diversos destacamentos de vanguardia proletarios. Pero la vanguardia se encuentra fundamentalmente dividida en dos grandes sectores: uno, representado por aquellos que abanderan las diversas luchas de resistencia frente al capital y que se mantienen empantanados en el espontaneísmo, vanguardia que podemos denominar práctica , y otro sector, el de la vanguardia teórica o ideológica , que se plantea los problemas y tareas de la transformación revolucionaria de la sociedad, más allá de los intereses inmediatos de la clase. Pero, este último sector de la vanguardia se encuentra actualmente atomizado y preso de la dispersión y oscuridad ideológica. Es por ello que la primera tarea que se plantea a los comunistas es la construcción de una vanguardia ideológicamente homogénea a través de la lucha de dos líneas en su seno, proceso político en el que la concepción marxista-leninista lucha por la hegemonía, como paso previo a la conquista de la vanguardia práctica que culmine la reconstitución partidaria, mediante la construcción de la vanguardia revolucionaria y su fusión con las masas de la clase.

Cuarto: El Partido, por tanto, no debe ser contemplado sólo en su aspecto organizativo, como si de un destacamento de vanguardia se tratase simplemente, sino en toda su significación histórica y política, es decir, como la fusión de la vanguardia revolucionaria con las masas o, dicho de otro modo, como el movimiento obrero revolucionario organizado, constituido por la vanguardia y los vínculos entre ésta y las masas. En este punto, por ello mismo, es necesario tener en cuenta que los destacamentos de vanguardia, por muy avanzados que éstos sean, no constituyen verdaderos partidos comunistas. Lo contrario conduce a una visión organizativista del Partido, propia del primer ciclo revolucionario, en la que se acaba identificando al Partido con la vanguardia, dejando en el olvido la necesaria fusión de ésta con las masas. Esta concepción degenera necesariamente en anquilosamiento y liquidacionismo partidarios, e impide la imprescindible elevación consciente de las masas hacia el comunismo, que es la verdadera esencia de todo el proceso de desarrollo socialista bajo la Dictadura del Proletariado.

Esta identificación de vanguardia y Partido, y su correspondiente desvinculación de las masas, conduce, así mismo, a la errónea táctica de pasar a ganar a éstas directamente, sin haber resuelto antes los requisitos que exige la existencia del propio Partido, actitud que desemboca lamentablemente en el espontaneísmo, y que consideramos que ustedes reproducen, tal y como se refleja en la parte final de su documento, donde se plantean como objetivos parciales la creación de organizaciones revolucionarias, justo después de plantear esta vez, correctamente, que la tarea del día consiste en liquidar el marasmo teórico todavía vigente.

Hechas estas consideraciones, constatamos que en la actualidad los diversos destacamentos comunistas existentes no pueden ser considerados verdaderos partidos. Los partidos comunistas, necesariamente, deberán ser reconstituidos, y esto sólo podrá tener lugar sobre las premisas que realmente caracterizan al Partido Comunista. La inexistencia de verdaderos partidos comunistas hace, por tanto, imposible la reconstitución de la Internacional Comunista. En conclusión, la principal tarea que deben abordar, en la etapa actual, los diversos destacamentos de vanguardia de la clase, para emprender una nueva ofensiva de la Revolución Proletaria Mundial, es la reconstitución de partidos comunistas en cada país.

La Reconstitución ideológica del Comunismo es una tarea internacional

Ahora bien, el hecho de que no se den las condiciones necesarias para la reconstitución de la IC en ningún caso puede eximir a los destacamentos comunistas de sus responsabilidades con el Movimiento Comunista Internacional, porque la reconstitución de partidos comunistas en cada país está inseparablemente relacionada con la reconstitución ideológica de comunismo, tarea que tiene, evidentemente, un carácter internacional. De aquí se deriva la necesidad de desarrollar la lucha de dos líneas entre todos los destacamentos y organizaciones de vanguardia del proletariado a escala internacional. Colocar en segundo plano hoy día la cuestión de la reconstitución de la Internacional Comunista no significa en absoluto aplazarla, muy al contrario, sólo reconstituyendo partidos, que puedan afrontar procesos revolucionarios sobre bases ideológicas más elevadas garantizaremos la aceleración de la reconstitución de la IC.

En este sentido es como apreciamos la iniciativa del Partido Comunista de Benín de dirigir al conjunto del Movimiento Comunista Internacional una propuesta de discusión en torno a las cuestiones principales de la Revolución Proletaria Mundial. Con nuestra respuesta de valoración de sus documentos queremos, pues, iniciar el proceso de discusión ideológica que continúe y profundice la necesaria lucha de líneas que resuelva los problemas que hoy mantienen empantanado al movimiento y conduzca a resolver con éxito el próximo ciclo revolucionario del proletariado mundial.

 

 

Comité Central del PCR

1º de Mayo de 2004