EDITORIAL 1

 

Saborear su propia medicina

 

En los últimos meses, las repercusiones de la destrucción en EE UU de las Torres Gemelas en Nueva York y del Pentágono en Washington acaparan los informativos y comentarios de los periodistas. El despliegue de medios de comunicación para hacemos sentir implicados en las muertes, como si nuestras vidas hubiesen sido atacadas, igualmente, ha sido espeluznante. Para la prensa pagada, no importaba quién hubiese efectuado el ataque, lo que han buscado es un culpable para la represión. Es complicado saber si el autor ha sido la organización de Bin Laden, ya que no se han presentado pruebas . Desde el 20 de Agosto de 1998, en que el gobierno de Clinton bombardeó sus bases en Afganistán, lo han presentado como un enemigo a batir.

La cobertura informativa de la respuesta militar imperialista contra la población de Afganistán es muy inferior. Las dictaduras democráticas occidentales han silenciado las consecuencias de los ataques, a Kabul y Kandahar principalmente, con una doble censura: del gobierno norteamericano y de los propios emisores de noticias. En esta guerra contra la población, también intervienen los medios de comunicación alabando a la "Alianza del Norte" apoyada por la coalición guerrera occidental y Rusia. Dicho sea de paso, los líderes de esa Alianza son señores feudales, igual que los talibanes, y someterán a la población con las mismas leyes coránicas, en connivencia con sus amos occidentales. Con la toma de Kabul, se ha constatado que los nuevos señores de la guerra impondrán el mismo sistema de explotación semifeudal, manteniendo la religión islámica como vigilante para impedir cualquier avance social y político de la población oprimida.

Intervienen los medios de información imperialistas , llamando " errores " o " daños colaterales " a los muertos civiles, a la destrucción de la sede de la ONU en Kabul, de la Cruz Roja Internacional, de los hospitales. Intervienen, cuando hablan de los "magnánimos" envíos humanitarios USA desde los aviones, silenciando que van a parar a los que tienen las armas, los talibanes, y que muy escasamente llegan a la población.

Intervienen esos vendidos periodistas , cuando hablan de los gobiernos de los países imperialistas (con matices cómicos, como la petición de controles por parte de la OTAN, o que la ONU supervisase los ataques "selectivos" contra los habitantes, petición de Francia y Rusia) como adalides de un frente mundial contra el terrorismo, cuando en realidad están maniobrando de forma clara y cómplice, para imponer nuevas medidas represivas en el interior y para preparar nue vas agresiones militares hacia el exterior.

El Sr. Presidente del imperialismo yanqui ha impuesto, como en los peores tiempos de la dictadura nazi, medidas terroristas para los próximos arios. Como advertencia de cuatrero, ha indicado que el mundo se divide en dos: quienes no estén con su política militarista, están con los terroristas. Dichas medidas, que están dirigidas contra la mayoría de los habitantes del planeta, en realidad, buscan afianzar el dominio de un puñado de potencias sobre el resto del mundo, por vía militar.

El chantaje imperialista es claro: nosotros hemos provocado el ataque a nuestra población, pero nuestra población y la de los países cuyos gobiernos son cómplices nuestros deben apoyar nuestras acciones criminales.

Aunque en las portadas de prensa y televisión saquen banderas y muchos norteamericanos clamen venganza, otra gran parte de ellos, silenciada, piensa que habría que buscar a los culpables en su misma casa, en las poltronas del Estado Burgués y del Gobierno USA. Así, muchos estadounidenses se hacen preguntas, y se interesan por conocer más detalladamente lo que hace su gobierno, dentro y fuera de sus fronteras, colándose en los medios de comunicación alguna que otra opinión en contra (Entrevistas en la calle por la CNN, el día 13.09.01, en Nueva York: Jane Desese –diseñadora-:"Parece la venganza del mundo contra nosotros, y yo, como estadounidense, me siento culpable de pertenecer a un país con tanto poder y orgullo, que además lo ejerce contra el resto del mundo"). Lo que el norteamericano medio debe entender es que los obreros y oprimidos del mundo no están contra ellos, sino contra los gobiernos que defienden un sistema de explotación y de aniquilamiento contra cualquier otra forma de pensar o actuar.

Los capitalistas hablan demagógicamente de terrorismo, cuando ellos mismos practican el peor de todos los terrorismos -reaccionario y más masivo que ningún otro- contra los opositores a su sistema y contra los pueblos del mundo. Los palestinos saben, desde 1948, lo que es terrorismo. Israel, Estado impuesto por las dictaduras occidentales, les quitó la tierra y hoy sigue matando "sofisticadamente" a quién y cuando se le antoja, con el apoyo directo e indirecto de todos los países imperialistas. También lo sufre el pueblo cubano, asfixiado económicamente, durante 40 años, por un bloqueo inhumano que ningún organismo internacional ha logrado romper, ya que la dictadura burguesa yanqui lo impide.

Para los capitalistas, la democracia y la libertad son estratagemas para ocultar sus políticas hegemonistas. ¿Qué clase de humanidad entienden ellos, cuando la misma BBC reconoce que ha empezado un desastre sin comparación, ya que las ONGs dedicadas a ayudar a la población han sido obligadas, por quiénes las pagan, a abandonar Afganistán? ¿Qué justicia es esa, que piensa que por cada persona muerta en EE.UU., tienen que dejar de existir niños, mujeres y hombres afganistanos?[1] ¿Es libertad para la población afganistana morirse de hambre y que los que sobrevivan esperen que una bomba los mate?

En Estados Unidos, la justicia está encerrada en barrotes de silencio y dinero. Sus leyes las promueven fanáticos capitalistas que apoyan la venta de armas a su población: que tienen a 3.500 presos -muchos de ellos políticos o médicos que practicaron abortos-, esperando ser asesinados por una inyección letal o en la silla eléctrica. No puede haber democracia cuando no han sido juzgados presidentes yanquis corno Truman, que ordenó el exterminio de miles de japoneses al lanzar las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. No hay Nurembergs suficientes contra los genocidios efectuados por presidentes y gobiernos USA, que masacraron en diferentes acciones: a un millón de indonesios tras el golpe de estado en 1965: a un millón de vietnamitas y 600.000 camboyanos por medio de bombardeos masivos: a 750.000 guatemaltecos, nicaragüenses, salvadoreños, granadinos y panameños, en acciones directas o encubiertas por grupos paramilitares. También hay asesinos -sin castigo aún- entre los presidentes y ejecutivos de empresas petrolíferas, metalúrgicas o químicas que en diferentes países de África. América o Asia (como Warren Anderson, responsable de "Unión Carbide" que mató a 16.000 personas en la ciudad india de Bhopal en 1984), producen miles y miles de víctimas, por la búsqueda rápida de ganancias. La historia de América, de Norte a Sur, es un santuario de crímenes, asesinato, y golpes de estado, perpetrados por ese orden capitalista estadounidense. En estas reflexiones debería caer esa mayoría que agita las banderas de las barras sangrientas y estrella, de explosiones.

La mayoría del pueblo estadounidense ignora que solamente la intervención de los EE.UU. en Irak desde 1990 ha provocado 1,5 millones de muertes. Pero conocen perfectamente a los asesinos; la anterior secretaria de estado, Madeleine Albright, en 1996, al preguntarle en TV por qué las sanciones a Irak habían provocado la muerte de 500.000 niños, respondió: "Es muy duro, pero....creemos que es un precio que valía la pena pagar". La mayoría de los norteamericanos identifica como propios los deseos de los gobiernos USA, que en realidad defienden únicamente los intereses de la clase expoliadora imperialista. Esa ignorancia, evidente en el caso estadounidense, sin embargo, es común a las poblaciones de todos los países capitalistas. El sistema burgués deforma intencionadamente la historia y las causas de la explotación, gracias a que controla cualquier información masiva que pueda minar sus intereses económicos.

Los gobiernos estadounidenses, desde los inicios de su nación, han estado realizando las campañas terroristas de estado más destructivas en vidas humanas, de todos los tiempos. Encadenar de por vida a los esclavos negro.; en el algodón fue terrorismo; exterminar a la mayoría de indígenas fue terrorismo; a principios del siglo pasado, destruir la independencia, matando a sus aliados en Filipinas y Puerto Rico, fue terrorismo; durante todo el siglo veinte, ha sido terrorismo de estado armar, adiestrar e intervenir militarmente en apoyo a las clases dominantes y líderes más represores con sus pueblos (los aliados-ejecutores son conocidos Hitler, Franco, Somoza, Marcos, Stroessner, Banzer, Suharto, Mobutu, Pinochet, Fujimori, Sharon, Bin Laden, etc.).

Volviendo a la actualidad, no sabemos quiénes han sido a ciencia cierta los autores del ataque a EE UU. Lo que sí es claro es que, si fueron de origen islámico (o de cualquier país oprimido), uno de ellos ha devuelto a los yanquis la cosecha que éstos han abonado. Para expulsar a los imperialistas soviéticos [2] de Afganistán, enrolaron en sus filas a todo tipo de mercenarios musulmanes , con el verdadero fin de extender el poder de las compañías petrolíferas occidentales, principalmente hacia la URSS (más tarde, hacia las repúblicas ex soviéticas). Los sucesivos gobiernos USA utilizaron importantes sumas de dinero, creando como fuente de financiamiento los mayores campos de cultivo de opio del mundo, entre Pakistán y Afganistán. En Pakistán, desde 1979 a 1985, el número de adictos a la heroína creció hasta un millón y medio de persona. (Esta heroína es la que se vende en las ciudades norteamericanas, matando también a la población estadounidense).

Estos soldados reclutados por EE.UU. "en nombre de Alá" -no importaba que sus ideas retrocediesen hasta los siglos XIV o anteriores- han terminado con los avances sociales de las últimas décadas (ya sean los talibanes o los muyahidines de la Alianza del Norte). Su ideario sigue pautas similares al credo instalado en Arabia Saudita. Dividen a la población en dos bloques: uno, los mulá o altos sacerdotes privilegiados con el apoyo directo de los terratenientes feudales de cada región, junto con una cohorte de hipnotizados estudiantes: y, en el otro bloque, al resto de la población que, como un rebano, debe seguir los mandamientos coránicos, de riguroso cumplimiento. De entre la población, aparte de los niños, las mujeres han sido las más perjudicadas: "El ascenso de los talibanes estuvo acompañado de salvajes ataques contra las mujeres. Las mujeres son obligadas a llevar velos negros que las cubren de pies a cabeza; se les prohíbe trabajar o ir a la escuela; no pueden andar por la calle, ir a una tienda o acudir a un hospital si no van acompañadas de un hombre mahram (marido, hermano o padre), e incluso se les prohíbe entrar en los baños públicos. Las mujeres son compradas y vendidas, tomadas como botín de guerra, violadas y asesinadas" (Declaraciones de M. N. Cham a la revista Un Mundo que ganar . 1998/24). La mujer afganistana perdió sus derechos antes de llegar los talibanes, ya que los señores feudales muyahidines prohibieron que las jóvenes estudiaran, las echaron de sus puestos de trabajo, lapidaban hasta la muerte a aquéllas que no llevaran la burka (túnica cerrada desde la cabeza hasta los pies), llamándolas, inmorales, y entierran vivas a aquéllas que tachan de "adúlteras" por separarse del marido.

¡Éste es el gobierno que pusieron los burgueses de EE.UU. de América en Afganistán!

La hipocresía de la burguesía occidental ha batido récords con motivo de esta opresión de la mujer por los talibanes. Este hecho le tuvo sin cuidado mientras el Emirato Islámico convino a sus intereses hegemonistas y expoliadores. Los otros muyahidines , los del Estado Islámico (Alianza del Norte), se muestran ahora más, respetuosos …mientras las cámaras de los grandes medios de comunicación les estén enfocando, pero cuando gobernaron se hicieron famosos por cometer violaciones masivas. Y todas esas mesnadas feudales se hicieron fuertes gracias a la ayuda de EE.UU. y sus aliados, que los consideraban «combatientes de la libertad» contra el ateísmo comunista. Pero no sólo es eso: el gobierno republicano yanqui cuenta entre sus apoyos con los fascistas cristianos que ponen bombas y disparan contra los médicos que ayudan a las mujeres que deciden abortar. Además, ¿qué clase de liberación proporciona el capitalismo a la mujer? Aunque suprime las formas más extremas del patriarcado (y no todas ellas ni en todos los países), mantiene muchos residuos del mismo. A eso se añade la conversión de la fuerza de trabajo de la mujer en mercancía, con lo que, no sólo comparte la esclavitud asalariada que sufren los obreros varones, sino que ésta se ve empeorada por las características naturales de la feminidad (los períodos de gestación y amamantamiento reducen el valor de uso de su fuerza de trabajo, y por ende su valor de cambio) y por el mantenimiento de la familia como núcleo de reproducción física de la clase proletaria (es todavía en el salario del hombre en el que suelen retribuirse los costes comunes de la familia). Pero ahí no para la cosa: además, apoyándose en los prejuicios culturales del patriarcado, el capitalismo convierte en mercancía y en capital al propio cuerpo de la mujer, haciendo de ésta una esclava sexual destinada a procurar el máximo beneficio a unos cuantos. El precio por esta cosificación es de sobra conocido: millones de mujeres maltratadas, violadas, prostituidas, víctimas de enfermedades psicológicas (anorexia, bulimia,...), degradadas en su inteligencia, etc. Pero a los civilizados explotadores les escandaliza la burka ¡Vaya con los nuevos adalides del «feminismo»! A partir de las conquistas del régimen burgués, el progreso en la liberación femenina es inseparable del de la revolución proletaria (al mismo tiempo que ésta no puede avanzar más que a condición de emancipar a la mujer, como parte de la humanidad oprimida). Y sólo podrá garantizar este avance social la incorporación de masas crecientes de mujeres a la lucha por el Comunismo.

En los países musulmanes, la única alternativa que ofrecen los islamistas a las masas para salir de la miseria es repetir la misma opresión imperialista y feudal, empeorada con el ropaje religioso. Los frentes nacionales de liberación-pequeñoburgueses que ignoraron las demandas obreras y campesinas, en los años 60- se han convertidos en apéndices de las directrices económicas del Banco Mundial, las cuales fomentan niveles de desempleo altísimos (Argelia, Marruecos, Egipto, Siria, etc.). La resistencia contra esos corruptos gobiernos es canalizada, con eslóganes populistas, por los movimientos mahometanos. Irán es un ejemplo de República Islámica, cuyos habitantes siguen soportando el sistema reaccionario de explotación y un sistema de educación que promueve las diferencias, ¡por Alá!, de ricos y pobres. Aquellos afganistanos que marcharon a Irán, huyendo de la guerra, creyendo las prédicas de los sacerdotes musulmanes, han sufrido en sus carnes el brutal sistema religioso chiita. Son contratados con sueldos menores que los trabajadores iraníes. Muchos de ellos vuelven desengañados a Afganistán, pero ocurre que en la frontera, muchas veces, un cuerpo especial de las fuerzas armadas de Irán -los Pasdaran - los cachean y les quitan los ahorros que llevan.

La hostilidad contra el Islam por parte de la mayoría de la población es cada vez más palpable, y muchos habitantes vagan por las fronteras para no caer en manos de los ejércitos, tanto de los talibanes como de la "Alianza del Norte". Crece el movimiento de resistencia, desde las organizaciones secretas de mujeres anti-islamistas (por ejemplo, la Asociación de Mujeres Revolucionarias de Afganistán) hasta las de jóvenes laicos. La mayor parte de la población está harta de guerras feudales y religiosas manipuladas por el imperialismo, tanto en el interior y en el exterior del país. Entre las organizaciones no religiosas que luchan contra esa carnicería, están los comunistas. El Partido Comunista de Afganistán, cuyo órgano central es L!ama Eterna ya luchó contra la invasión soviética (muchos de sus miembros y destacados responsables, como Aktam Yari, murieron en sus cárceles y otros muchos, a manos de los muyahidines). Propugna como tarea esencial crear un frente único contra los terratenientes y panzudos religiosos, superando las contradicciones entre las diferentes nacionalidades afganistanas (pashtos, hazaras, ismailitas, nuristanos, tayikos, etc...) y uniendo a todos los obreros y campesinos, sea cual sea su nacionalidad. Estos comunistas luchan, en primer lugar, por la construcción y el desarrollo del Partido Comunista en Afganistán, como vanguardia del proletariado afganistano. El PCA sostiene que "la revolución de nueva democracia es una revolución democrática no sólo porque se trata de una revolución antifeudal sino también porque es una lucha ...antiimperialista y antichovinista. 'La tierra para quien la trabaja' es la consigna central de esta revolución y el campesinado se beneficiará de la victoria de esta revolución más que ninguna otra capa y clase". Siendo la mayoría de población afganistana campesina, el proletariado será la fuerza dirigente. Los objetivos de la revolución de nueva democracia son: "derrocar a l as clases compradoras burguesas y feudales y establecer el poder democrático de las amplias masas de todas las nacionalidades del país…; derrocar la dominación imperialista y lograr la independencia... y reconocer el derecho a la autodeterminación de todas las nacionalidades; acabar con el chovinismo machista y establecer la igualdad entre el hombre y la mujer... " (Principios Básicos, PCA. Un mundo que Ganar , 1998/24).

Según las últimas, informaciones, el curso de la guerra de agresión imperialista está dando la ventaja a los señores de la "Alianza del Norte" y a los patriarcas pashtunes más serviles hacia los yanquis (algunos de ellos, llamados eufemísticamente por la prensa occidental «talibanes moderados»). Pero, la estrategia del imperialismo no es liberar a ese país, sino convertirlo en un protectorado, dividiéndolo en zonas controladas por Irán, Pakistán y las grandes potencias como EE.UU., Rusia y algunos países de la Unión Europea. Están muy equivocados quienes piensen que la derrota de los talibanes por parte de la "civilización occidental" vaya a traer la democracia al pueblo afganistano. Deben comprender que, sin el apoyo del imperialismo, los regímenes semi-feudales del tercer mundo no podrían sostenerse. Los imperialistas son los peores enemigos de la lucha democrática en esos países, porque temen. con razón, que la dirija nuestra clase social y la desarrolle consecuentemente hacia el socialismo como parte de la Revolución Proletaria Mundial. Por eso, y aunque pueda parecer paradójico, lo más beneficioso para la democracia en Afganistán y en el resto de las naciones atrasadas seria la derrota de los agresores anglo-norteamericanos a manos del pueblo, la cual iría seguida muy pronto por la caída de los talibanes y de todos los demás reaccionarios locales .

Sin embargo, como demuestran los recientes casos bélicos de Irak y Yugoslavia, una verdadera guerra popular victoriosa no puede ser dirigida por las clases opresoras nacionales, las cuales debilitan la resistencia antiimperialista de sus pueblos. Pero estos fáciles triunfos parciales de EE.UU, y s us aliados están muy lejos de desvirtuar un veredicto inapelable de la Historia: la Guerra Popular es invencible. Así lo comprobaron las grandes potencias en sus agresiones contra la URSS y China durante la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, contra Vietnam. Sólo se necesita que el proletariado,con su Partido Comunista, esté al mando.

En España, como en cualquier otro país dominante, la resistencia antiimperialista no se desarrollará más por realiza r acciones espectaculares y aventureras, sino que, al contrario, eso obstaculizará la incorporación a ella de masas may ores. Únicamente crecerá si formamos y organizamos a la vanguardia que hoy se moviliza, encomendándole la tarea de educar y sumar al resto de los explotados para nuestra causa. Sin embargo, la solidaridad con los pueblos oprimidos por él imperialismo será realmente eficaz cuando se realice como parte de la lucha revolucionaria por derribar el capitalismo e instaurar el socialismo, porque aquél se verá contra las cuerdas en su propia casa y no podrá distraer fuerzas hacia el exterior. Y eso, a su vez, exige que los actuales combatientes antiimperialistas se unan al esfuerzo por reconstituir el Partido Comunista, como la más importante de todas las tareas políticas de los obreros y demás oprimidos, en estos momentos.

Carlos Ros

 

NOTAS:

[1] En dari, la palabra "afgano" se refiere a una persona dela nacionalidad pashto. Por tanto nosotros como el PCA usamos el término "afganistanos" en lugar de "afganos"para referirnos al pueblo de todas las nacionalidades de Afganistán.

[2] La URSS dejó de ser socialista en los años cincuenta,cuando la burguesía burocrática revisionista arrebató el poder al proletariado. A partir de ahí, es evidente que la política exterior soviética no podía tener relación alguna con el internacionalismo proletario, sino que, al contrario, agitaba demagógicamente esta bandera para encubrir sus apetitos imperialistas.

A finales de los años 70, cuando Afganistán ya se encontraba inmerso en una grave crisis política que aún no se ha resuelto al día de hoy, Washington y Moscú la aprovecharon para entrar a pelear por el dominio de este país. El Kremlin optó por intervenir militarmente en apoyo de sus aliados del Partido Democrático Popular, el cual representaba a ciertos sectores burgueses de «orientación socialista», como gustaban de llamarlos los brezhnevianos. Esta camarilla emprendió algunas medidas de carácter social y laico (como una «reforma agraria»), pero lo hizo de manera burocrática, por arriba, y no apoyándose en la lucha democrática de las masas obreras, campesinas y oprimidas en general. De ese modo, para la reacción clerical sostenida por EE.UU., fue fácil hacer que el pueblo identificase la justa causa de expulsar a los invasores socialimperialistas con la lucha contra el «comunismo» e incluso contra cualquier progreso anterior.