EDITORIAL 2

Por el derecho a la autodeterminación para Euskal Herria

 

Las elecciones del 13 de mayo pasado han vuelto a demostrar la clara victoria de las opciones políticas que defienden el reconocimiento efectivo del derecho a la autodeterminación de Euskal Herria. Es también, a pesar de la reducción sustancial de votantes y parlamentarios de Euskal Herritarrok, la victoria de los partidos que suscribieron el acuerdo de Lizarra. Esta posición mayoritaria de la población vasca refrendada por enésima vez, delata la asignatura pendiente, desde el punto de vista democrático burgués, que el Estado español suspende reiterada y conscientemente, al negar una respuesta acorde con los legítimos anhelos de autodeterminación expresados por el pueblo.

El bloque nacionalista español

La opción nacionalista opresora española, representada en estas elecciones por el PP-UA y el PSOE, es la clara derrotada, más si cabe cuando el Estado español ha desatado un ataque sin igual en toda la transición. En esta ofensiva, el gobierno español ha utilizado a todos los medios de comunicación tanto los públicos como los privados, a los sindicatos mayoritarios, a las fuerzas represoras, a los partidos espaiñolistas, a un amplio abanico de fuerzas vivas. y también ficticias, encargadas de mantener el statu quo imperialista español. El objetivo ha sido coaccionar a la población, tejiendo una red manipuladora, sesgada y ahistórica sobre la lucha por el derecho a la autodeterminación y a la independencia, intentando reducir el problema a una cuestión de delincuencia y orden público, simplificando y confundiendo, ridículamente, las consecuencias derivadas de la cuestión nacional, que están sin resolver satisfactoriamente para la mayoría de la población vasca. con las causas que la han engendrado.

La ofensiva del bloque españolista

En las primeras declaraciones posteriores a los resultados, el bloque españolista volvía a repetir la consigna

básica para proseguir la política del avestruz y no abordar la irresuelta cuestión nacional, «el terrorismo es el problema, y no hay otro». Este nacionalismo español ha respondido con más represión e intenta apoyarse en la cruzada imperialista decidida desde EE.UU. después de los ataques al World Trade Center y al Pentágono. La pretensión de relacionar a grupos armados, que practican el terrorismo y otras formas de lucha y que responden a realidades sociales y nacionales muy diversas y distantes entre sí, en una ficticia e interesadamente inventada "Internacional del terrorismo", responde a la necesidad de justificar ante la opinión pública de los países desarrollados la opción por la violencia para conseguir "pacificar" y dominar el mundo bajo los parámetros ideológicos, políticos y económicos del imperialismo.

Al gobierno del PP le ha venido como llovida del cielo esta cruzada mundial contra el "terrorismo". Consigue, así, equiparar su respuesta al problema nacional, por el que ha optado desde hace tiempo, con la solución que la administración yanqui impone contra el mundo árabe y musulmán, y fortalece su estrategia de condena, criminalización y represión de todo el denominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) y a decenas de miles de personas englobándolos, en una burda simplificación. bajo las siglas de la organización armada ETA. Siguen, además, intentando responsabilizar al nacionalismo vasco moderado de la pervivencia, directa o indirectamente, de ETA y el MLNV, mientras PNV -EA no se decide a dirigir el proceso de autodeterminación por miedo a ser rebasado por el independentismo radical y a verse afectado económicamente en sus relaciones con el imperialismo español al cual está unido en estrecha alianza (más allá de las visibles contradicciones).

Esta estrategia del Estado ya se puso en marcha hace tiempo, pero ahora se ve reforzada con nuevos apoyos internos y externos, gracias al 11 de septiembre. La táctica política del gobierno es criminalizar cualquier lucha popular, extendiéndola al resto del Estado, sea esta sindical o laboral, estudiantil, de ocupación de viviendas, independentista, etc....que se salga del estrecho margen de la actual lectura ultraderechista de la (ya de por sí limitada en cuanto a lo tocante a los derechos democráticos) Constitución española.

Al jefe del Estado Mayor de la Defensa se le "escapa" que el ejército se plantea misiones antiterroristas en el interior del país. Quizá ven llegada la hora de pasar a una ofensiva general contra la nación vasca, a semejanza de Afganistán, y salvando las distancias. Los golpes represivos que últimamente se han centrado contra las Gestoras pro Amnistía y la organización de familiares de presos Senideak, conculcan incluso los más elementales derechos de procedimiento en materia de registro e incautación de bienes sin que ni siquiera se utilice una orden judicial, para terminar violando el secreto profesional de los abogados de los presos. La prensa, mayoritariamente amordazada y comprada, acalla o minimiza las denuncias contra los actos represivos. Si una manifestación pacífica de estudiantes, como la de Santiago de Compostela del pasado día 12 de noviembre, termina con una carga policial sin mediar provocación alguna, tal agresión será justificada por gran parte de los medios de comunicación en aras de la seguridad nacional, después de recibir la correspondiente información -orden- desde el Ministerio del Interior: asistían los duques de Lugo a una inauguración.

Todas estas actuaciones pretenden aislar al disconforme, aumentar la indefensión del preso,acallar las voces de denuncia contra esos mismos procedimientos, limitando el ejercicio de la democracia solamente a los que están de acuerdo con la visión y actuación de la clase dominante y, en definitiva, crear un consenso social mayoritario que haga la vista gorda con la represión. Esta es la triste canción de la transición, primero ley de punto final salvando la cara del franquismo, después el terrorismo de Estado y la liquidación del movimiento obrero y ahora sometimiento de los derechos democráticos a la lógica represora del sistema capitalista, con la complicidad, por pasiva o por activa. de la mayoría de la población.

De todas maneras, la resistencia nacional del pueblo vasco ha creado la primera brecha en el lateral más débil del frente opresor, en el PSE-PSOE, cuyo sector más autonomista está dispuesto a batallar dentro de su formación para abrir. aún calificándolo de "equivocado". el debate sobre la autodeterminación y la forma de ejercitar este derecho.

El PCE-IU, la comparsa

Ezker Batua-lU-PCE presenta una postura totalmente ambigua y oportunista. Por una parte, ya renunció hace lustros a la revolución, colaborando en la imposición de la transición e instalándose en la mera reforma del sistema en lo económico y político, enarbolando la bandera del comunismo únicamente como ideal utópico y romántico. Por otro lado, dice defender el derecho a la autodeterminación por razones de coherencia histórica y porque el nacionalismo vasco lo reclama claramente, mientras defiende un Estado federal que no es la unión de repúblicas autodeterminadas. Se alía con la derecha entrando en el gobierno vasco, mientras sigue buscando la unidad electoral con el PSOE a nivel estatal. Defiende la aplicación de la Constitución y el desarrollo del Estatuto (que niegan explícitamente la posibilidad de la autodeterminación) como vía para encontrar la paz - una paz abstracta cuando condiciona el ejercicio del derecho a la autodeterminación al cese de las acciones terroristas-, entroncando peligrosamente con el discurso del bloque españolista y contribuyendo a ocultar las bases objetivas del conflicto. Claramente, IU-PCE juega a ser la pelota en la cancha de tenis de la política vasca, unas veces en el campo de la burguesía nacionalista vasca, las otras en el terreno del hipócrita pacifismo del bloque españolista. La renuncia a la alternativa revolucionaria le hace ser la comparsa del conflicto vasco.

La táctica terrorista de la izquierda abertzale

En la actual etapa de retroceso y debilidad del movimiento obrero y popular -a pesar de la incipiente reactivación debida a la reacción que provoca la ofensiva capitalista hacia un mundo unipolar globalizado-, la táctica terrorista, basada en la acción-reacción, sólo conduce al fortalecimiento del aparato represivo del Estado y a la separación de la vanguardia luchadora con respecto al resto de las masas trabajadoras, sin las cuales es imposible abrir la vía revolucionaria.

No basta con que tanto ETA como Batasuna reconozcan que la política llevada a cabo hasta ahora les ha llevado a la derrota del frente electoral del MLNV. No pueden echar la culpa a las masas, y menos a las vascas que, sobre el derecho a la autodeterminación, resisten una y otra vez la embestida del nacionalismo español (esta vez, volcándose en reforzar la coalición PNV -EA para evitar la ocupación españolista del gobierno vasco, el voto útil al que echa la culpa ETA en su análisis sobre los resultados electorales). ¿Qué esperaban después de su política de atentados y de la fácil carnaza que le han dado al gobierno español, facilitándole una demagógica campaña mediática? La izquierda abertzale debería aprender de esta derrota y del resquebrajamiento que está sufriendo su movimiento. Ahora son más débiles que antes. El progreso en el camino de la autodeterminación que supuso Lizarra, hace ya tres años, se ha venido abajo.

La actuación terrorista es la coartada que justifica la virulencia del imperialismo para someter a los pueblos. Es la misma virulencia con la que, con un mayor consenso después del 11 de septiembre, se incrementa el ataque contra las masas que aún combaten en Euskadi y en el Estado español.

La peor consecuencia que se desprende de este proceso no es el hecho de que aumente la represión, cualitativa y cuantitativamente, sino el riesgo de que la extensión de la criminalización a toda, las luchas antisistema que se producen provoque un divorcio entre las masas de vanguardia que las entablan y la inmensa mayoría de masas trabajadoras sujetas por infinidad de hilos, aún, al reformismo y oportunismo que la ideología burguesa les transmite. Este divorcio retrasará, lo está haciendo ya, la toma de conciencia progresiva, en el sentido de clase, por parte de esta mayoría del pueblo trabajador.

Esto supone un hándicap a la hora de encarar nuevas y más cruentas luchas debidas a la ofensiva capitalista que se abate actualmente sobre la clase obrera y sus conquistas. Debilita al movimiento que se le enfrenta, radicaliza al sector más consciente y combativo mientras frena a la mayoría, resta apoyos solidarios circunscribiéndolos al entorno de inmediata influencia, favorece el aislamiento de las distintas luchas, refuerza las posiciones reformistas del sistema dentro del movimiento en un momento en que aún pesa la derrota de la experiencia práctica de construcción del socialismo, pone barreras al desarrollo teórico para elevar la ideología del proletariado superando dicha derrota, limita la perspectiva general de transformación social a la resistencia inmediata y al posibilismo idealista, relegando la lucha por el comunismo -la sociedad sin clases-, a futuras y mejores condiciones para dicha lucha; futuro siempre incierto si el presente no empieza a sentar las bases que creen las condiciones subjetivas para mejorarlo.

La verdadera alternativa revolucionaria

Es pues un error táctico que la izquierda abertzale anteponga, como punta de lanza de su acción política, la práctica del terrorismo individual. No sirve, en los momentos actuales, para educar a las masas trabajadoras en el camino de la revolución social. Parece claro que la mayoría del MLNV relega la revolución a la resolución de la cuestión de la autodeterminación con lo que rechaza desde el principio la verdadera fuerza de liberación del pueblo trabajador.

Por supuesto, la exigencia del derecho a la autodeterminación es un derecho inalienable de todo pueblo, de toda nación. Este es un principio que debe levantarse en toda lucha proletaria, pero no sólo en Euskal Herria, sino en todas las luchas que entabla la clase obrera del Estado español y del mundo entero. En esto, la lucha contra la agresión imperialista sobre Afganistán y la exigencia de su soberanía se basan en el mismo derecho del pueblo vasco a su autodeterminación. Euskadi podrá avanzar libremente hacia su soberanía sólo si el resto del pueblo trabajador abandona la lógica del discurso nacionalista español difundido por los partidos dirigentes y grupos de presión del Estado, empresarial y sindical. Para ello hay que extender la ideología proletaria dentro de la clase obrera y virar las luchas hacia la consecución del comunismo para todo el planeta. En este sentido, el proletariado vasco ha de ponerse al servicio de la revolución proletaria mundial y luchar junto al proletariado del Estado español contra la clase y las instituciones que nos explotan y reprimen. Trabajar para reconstituir el Partido Comunista a través del que se organice la clase obrera de todo el Estado es la principal tarea. Sólo la conquista del poder y la instauración de la dictadura del proletariado podrán garantizar la igualdad entre las naciones y el verdadero y completo ejercicio del derecho de autodeterminación.

Iñigo Montoya