La Línea Militar de la Revolución Proletaria en Colombia

La revista Contradicción se había propuesto presentar las tesis sobre la Guerra Popular en Colombia: tarea que no pudo cumplir. Ahora la Unión Obrera Comunista (marxista-leninista-maoísta) , heredera de sus posiciones y de sus tareas presenta a los comunistas, al movimiento revolucionario, a la clase obrera y a las masas en general sus conclusiones al respecto.

El presente documento fue elaborado por encargo del Comité Ejecutivo de la Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta) y sirvió de base para la adopción de la Resolución del Comité de Dirección en su III Plenario de la II Asamblea ; es por consiguiente, la sustentación teórica de lo expuesto en ella.

Esto sin embargo, no indica que el documento como tal haya sido sometido a aprobación y por tanto, las opiniones concernientes a la actuación de la III Internacional en la segunda guerra mundial y con respecto a la situación en el Perú no comprometen en todo a la Unión y son motivo de estudio y discusión en sus filas.

Los camaradas del Comité Ejecutivo me concedieron la oportunidad de publicar esas tesis con el ánimo de abrir la discusión y de propiciar la lucha ideológica que nos permita avanzar en la comprensión de la historia de nuestro movimiento internacional y de las dificultades que ahora enfrentamos. Espero que este gesto se vea recompensado con nuevas elaboraciones y nuevas opiniones al respecto.

Planteamiento del problema

En el Programa de la Unión Obrera Comunista se dice: "La vía de la revolución socialista en Colombia, es la Guerra Popular como forma superior de la lucha política de las masas. Es la continuación de la política revolucionaria de la clase obrera por otros medios, y sólo puede realizarse movilizando a las masas y apoyándose en ellas. Es inevitable, justa y tiene garantizada la victoria porque es la guerra de la inmensa mayoría de las masas trabajadoras y oprimidas en contra de un puñado de parásitos opresores. Exige la creación de un ejército popular como parte del pueblo en armas para garantizar la conquista del poder político, y para sostener el triunfo e impedir la invasión imperialista una vez conquistado el poder. La fuerza dirigente de la guerra popular es la clase obrera, quien a través de su Partido Comunista Revolucionario debe garantizar la dirección estratégica y táctica. 'Nuestro principio es: el Partido manda al fusil. y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido' " .(Pág. 63).

La formulación programática general no puede resolver todos los problemas de la Guerra Popular, pues quien quiera conducir el proletariado a la victoria debe tener claro no solamente el programa de la revolución en lo concerniente a las tareas, sino además los medios por los cuales el proletariado conquistará el poder político y realizará esas tareas que se derivan de las tendencias del desarrollo de la misma sociedad. La línea militar de la revolución proletaria, que es la línea de la Guerra Popular, la línea de la insurrección de las masas obreras y campesinas pobres, no se determina voluntariosamente por los comunistas, sino que se deriva de la tendencia del desarrollo objetivo de la lucha de clases en Colombia, y es decisiva para el triunfo de la revolución. Su importancia radica en que el partido que dirija a las masas populares debe saber y dominar el arte de la guerra, es decir, las circunstancias, las formas, los procedimientos y escenarios principales en que la lucha de clases alcanza la forma de confrontación armada, para poder conducirlas a la victoria. La guerra popular no es una pasión por la osadía, ni el resultado del entusiasmo subjetivo; es, sobre todo, un medio necesario para un fin inevitable.

Los esfuerzos del proletariado por organizarse como partido político exigen, también en el terreno militar, una clara delimitación con el aventurerismo y el espontaneísmo, exigen poner al mando la concepción, el punto de vista y el método del marxismo leninismo maoísmo para abordar con la seriedad que requiere este asunto decisivo de la vía de la revolución, sin la cual, la base teórica y política del partido estará trunca e incompleta. Esto es de singular importancia en estos momentos en que se habla por parte de distintas organizaciones comunistas revolucionarias de los preparativos para una guerra popular, de la cual la clase obrera y el campesinado y en general las masas del pueblo, que se supone son sus protagonistas, saben muy poco de esos preparativos y sus fines.

El camino de la revolución proletaria en Colombia es la Guerra popular, cuyo desarrollo más probable será una gran insurrección que alcanzará todo el país y tendrá como centro las principales ciudades. Sus objetivos son aniquilar las fuerzas armadas del enemigo, destruir el Estado burgués terrateniente y proimperialista y construir el Estado socialista de obreros y campesinos, basado en el armamento general del pueblo. En el transcurso de ellas, el proletariado deberá organizar el Ejército Popular como parte del pueblo en armas para impedir la restauración del poder de las clases reaccionarias, prevenir la intervención imperialista y garantizar un repliegue estratégico en caso de ser derrotado.

La acumulación de fuerzas para las batallas decisivas se realizará a través de las múltiples formas de la lucha revolucionaria de las masas que van desde las huelgas económicas y las movilizaciones por reivindicaciones inmediatas, hasta las huelgas políticas, la lucha de barricadas, la lucha guerrillera y las insurrecciones locales; lo cual exige al proletariado revolucionario estar atento a hacer conscientes y generalizar las nuevas formas de organización y de lucha que con seguridad aparecerán en el transcurso de esta. El dispositivo estratégico principal para garantizar su victoria es la existencia del Partido Comunista Revolucionario de Colombia quien deberá estar preparado para dirigir a las masas en las innumerables oportunidades que se presentarán para conquistar el poder, dadas las agudas contradicciones en que se desenvuelve la sociedad colombiana.

Lo anterior son las conclusiones a que hemos llegado y de las cuales nos proponemos demostrar su justeza en el presente documento; para ello vemos necesario señalar los asuntos generales de la guerra y sus leyes; los asuntos generales de la Guerra Popular y sus leyes; los asuntos particulares y las leyes de la Guerra Popular en Colombia; igualmente presentaremos una breve síntesis de la historia de la lucha armada en el país; y finalmente, acerca de los preparativos de una auténtica Guerra Popular. Estamos convencidos que con ello estamos colocando otro pilar en la construcción del partido que necesita la clase obrera y a su vez, plasmando en la teoría lo que ese partido, la clase obrera y el campesinado tendrán que hacer y las tareas particulares de los comunistas ahora en este terreno de la lucha política.

Exponer en el momento actual las tareas militares de la revolución proletaria socialista en Colombia tiene un significado mayor todavía si tenemos en cuenta que una parte de las clases oprimidas, la pequeña burguesía, que ha protagonizado una lucha guerrillera por más de 30 años, ahora concierta un "acuerdo de paz" con la burguesía y el imperialismo para dar fin a su lucha. A propósito de lo cual Clausewitz, el primer teórico de la guerra decía: "habrá que recordarle que ese es un camino resbaladizo, en el que corre el riesgo de dejarse sorprender por el dios de la guerra, y recomendarle, por último, que no aparte la vista del enemigo, para evitar el peligro de tener que defenderse con un florete embotado contra un enemigo armado de afilado sable ".

Es necesario, por tanto, y ahora con mayor razón, seguir con firmeza la enseñanza de Mao Tse-tung quien sostenía que: "La historia nos enseña que una línea política y militar justa no surge ni se desarrolla en forma espontánea y apacible, sino en lucha contra el oportunismo de 'izquierda' por una parte, y contra el oportunismo de derecha por la otra. Sin combatir estas perniciosas desviaciones que minan la revolución y la guerra revolucionaria, y sin superarlas completamente, será imposible elaborar una línea justa y lograr la victoria en la guerra revolucionaria" (Selección de Escritos Militares pág. 99).

I. SOBRE LA GUERRA EN GENERAL

Clausewitz, quien se ocupó de estudiar a fondo la experiencia de las guerras en la Europa de finales del siglo XVIII y de las primeras décadas del siglo XIX formuló con toda exactitud muchos de los asuntos que constituyen el punto de partida para quienes nos proponemos dirigir la guerra popular.

Su punto de vista parte del hecho de que la guerra necesita ser estudiada (como todas las ciencias) y a la vez convertirse en habilidad práctica (como todas las artes) para llegar a la conclusión de que: “cuando se trata de creación y de producción, allí está el dominio del arte: cuando el objetivo es la investigación y el conocimiento, allí reina la ciencia. Después de todo esto, resulta evidente que corresponde más hablar de 'arte de la guerra' que de 'ciencia de la guerra'” . (De la Guerra pág. 156).

Argumenta además que la guerra no es ni arte ni ciencia en el sentido estricto de la palabra concluyendo genialmente que: "la guerra no pertenece al campo de las artes o de las ciencias, sino al de la existencia social. Es un conflicto de grandes intereses, resuelto mediante derramamientos de sangre, y solamente en esto se diferencia de otros conflictos. Sería mejor si en vez de compararlo con cualquier otro arte lo comparáramos al comercio que es también un conflicto de intereses y actividades humanas; y se parece mucho más a la política, la que, a su vez, puede ser considerada como una especie de comercio en gran escala." (De la Guerra págs. 156-157).

Su razonamiento se basa, en que las artes se aplican a materias inertes y a objetos que, aunque vivientes en algunos casos, como en las bellas artes, son pasivos en el proceso de la creación artística; y en la guerra se trata de objetos vivientes y que reaccionan; se trata de relaciones entre hombres motivados por conflictos de intereses. Su analogía con el comercio es exacta en el sentido en que el combate en la guerra busca un interés inmediato y de contado como en el comercio.

La guerra, sin embargo, podemos y debemos tratarla como un arte: ella, al igual que todas las artes especiales tiene su propia historia, su evolución y sus leyes que evolucionan con su propio desarrollo y con el desarrollo general de la sociedad, de la técnica y la ciencia. Comprender la naturaleza de las contradicciones que originan la guerra, sus relaciones con los demás asuntos de la vida económica y social las circunstancias reales en las cuales se desenvuelve, es conocer sus leyes o principios y por consiguiente saber cómo desarrollarla y llevarla a la victoria.

Las leyes o principios de la guerra, como todas las leyes y principios, son el resultado de una larga experimentación de la humanidad, han sido extraídos de la naturaleza del fenómeno y tienen el carácter de leyes o principios porque se cumplen indefectiblemente en todos los casos. Es decir, las leyes son el reflejo del movimiento objetivo de los fenómenos en la cabeza de los hombres. La actividad consciente consiste en que, una vez conocidas, sepamos utilizarlas para nuestros propios fines.

El arte de la guerra exige, por tanto, una actividad consciente no solo por parte de quienes nos proponemos dirigir la guerra popular, sino además, por parte de las masas que la protagonizan. "La actividad consciente es un rasgo característico del hombre. El hombre manifiesta fuertemente este rasgo característico en la guerra. La victoria o la derrota en una guerra, por supuesto, dependen de las condiciones militares, políticas, económicas y geográficas de ambos bandos, de la naturaleza de la guerra de cada uno y del apoyo internacional de que cada uno goza, pero no sólo de esos factores; todos ellos no hacen más que proporcionar la posibilidad de la victoria o la derrota, y no deciden por sí mismos el desenlace de la guerra. Para decidir el desenlace de la guerra es preciso agregar el esfuerzo subjetivo, esto es, la dirección y la conducción de la guerra, o, dicho de otro modo, la actividad consciente en la guerra." (Mao Tse-tung Selección de Escritos Militares pág. 250) 

La Guerra es la Continuación de la Lucha Política por Otros Medios. 

La historia de la humanidad, desde la aparición de la propiedad privada, es la historia de la lucha de clases. Los antagonismos de clase, que tienen su base en las diferentes posiciones que ocupan los hombres frente a los medios de producción y al lugar que ocupan en la producción de la vida material de la sociedad, son la fuente de la permanente lucha de clases, lucha que toma inevitablemente la forma de lucha política, es decir, lucha por el poder del Estado para defender el conjunto de los intereses de cada clase.

El Estado, la violencia organizada, la máquina de dominación de unas clases por otras, surgió cuando la sociedad se dividió en clases antagónicas cuya lucha amenazaba la existencia de la sociedad, y por tanto ella misma exigía de un aparato que privara a las clases oprimidas de los medios de lucha para defenderse y brindar a las clases económicamente dominantes los medios políticos (los mandatarios, los jueces, las cárceles y las fuerzas militares) para someter y explotar a las clases dominadas.

La lucha de clases, por consiguiente, ha adquirido siempre la forma de lucha por el poder político, por apoderarse de la máquina de dominación, es decir, por el poder del Estado. La guerra, el enfrentamiento armado entre las clases, que es la consecuencia natural e inevitable de la lucha por el poder del Estado no es otra cosa que la continuación de la lucha política por otros medios, por medio de la violencia.

Toda la historia de la humanidad también está llena de guerras entre pueblos y naciones, la mayoría de las cuales han sido guerras de conquista, guerras por someter a los designios del pueblo o la nación fuerte, desde el punto de vista militar, a los pueblos y naciones débiles. La guerra declarada de una nación a otra es el producto de una decisión política, de una decisión de las clases dominantes, de una decisión de Estado. Con justeza Clausewitz dice que “ La guerra de una comunidad -guerra de naciones enteras y particularmente de naciones civilizadas- surge siempre de una circunstancia política, y se pone de manifiesto por un motivo político. Por lo tanto, es un acto político.” (De la Guerra pág. 57).

Frente a lo cual Mao Tse-tung concluye genialmente: "Pero la guerra tiene sus características peculiares, y en este sentido, no es igual a la política en general... Cuando la política llega a cierta etapa de su desarrollo, más allá de la cual ya no puede proseguir por los medios habituales, estalla la guerra para barrer los obstáculos en el camino de la política... Por consiguiente, se puede decir que la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre" . (Selección de Escritos Militares pág. 252).

"La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios" (Clausewitz De la Guerra Pág. 58). Es decir, la guerra es un medio para alcanzar los objetivos políticos; se entiende entonces que la guerra no es un fin en sí misma sino un medio para someter a otros a los propios designios; la idea de que la "guerra es absoluta", que pretende separar la guerra (un medio) de la política (los fines) es completamente errónea.

De lo anterior se desprende que una guerra que no tenga claridad en los objetivos políticos que persigue, que no posee un programa político que justifique tal guerra no tiene posibilidades de triunfar. Así mismo, de la radicalidad de tal programa depende la radicalidad de la guerra y la perseverancia de los jefes militares en ella. Una guerra que sólo proponga pequeñas transformaciones y cambios, fácilmente conducirá a un acuerdo, a una paz, pues ni los jefes, ni los combatientes de tal guerra, tendrán grandes motivos y convicciones para el combate. Esto explica, en cierto sentido, los propósitos de "acuerdos de paz" entre las clases dominantes colombianas y los grupos guerrilleros, ya que ambos bandos coinciden en la defensa del capitalismo.

La Violencia Revolucionaria es la Partera de los Grandes Cambios Sociales

En el Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Marx expone con claridad la base donde hay que buscar las causa" de las revoluciones sociales y las guerras entre clases: "En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales... Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convienen en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella." (Marx Engels Obras Escogidas págs. 181-182.

Expone las condiciones en que tales revoluciones son posibles advirtiendo que "ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella" (Idem) permitiéndonos observar cómo todos los grandes saltos sociales, las grandes revoluciones ocurridas mediante el enfrentamiento violento de las clases, mediante la guerra, han constituido un enorme progreso social.

La guerra de clases, la violencia revolucionaria no es solamente un monstruo de matanza entre los hombres sino también “...la comadrona de toda vieja sociedad que anda grávida de otra nuera: de que es el instrumento con el cual el movimiento social se impone y rompe formas políticas enrigecidas y muertas" (F. Engels Anti-Dúhring p. 189).

Pero además, continúa Engels "toda revolución victoriosa ha tenido como consecuencia un gran salto mortal espiritual" (Ídem). Así lo confirman todas las revoluciones sociales. Hoy, excepto algunos curas, nadie pone en discusión el enorme progreso que significó la revolución francesa, la revolución que puso en manos de la burguesía el dominio de la sociedad actual. Nadie niega que las consignas de "igualdad, libertad, fraternidad" conseguidas con el poder de las armas y la guillotina significaron el rompimiento con el oscurantismo feudal y abrieron a la humanidad a una nueva época de progreso.

Ahora, cuando el proletariado se prepara nuevamente a tomar el cielo por asalto en todo el mundo, la burguesía hipócrita, interesada en perpetuar su dominación de clase, pretende convencemos de que la guerra y la violencia revolucionaria son cosas pasadas de moda; así, mientras bombardea y extermina países y somete por la fuerza de las armas a los pueblos, para defender sus privilegios de clase, pregona para el proletariado la renuncia a los métodos revolucionarios de lucha.

Pues bien, nosotros no tendríamos necesidad de plantearnos el asunto de la guerra si la burguesía accediera por las buenas a socializar los medios de producción y renunciara a explotar fuerza de trabajo, pero jamás lo hará. Máxime cuando en esta época del imperialismo se ha confirmado con absoluta nitidez la idea de Engels, según la cual la sociedad vive para sostener, la burocracia Estatal y sobre todo el ejército, ese cuerpo especial de hombres armados para aplastar cualquier intento de modificación a las actuales relaciones sociales. Y tal como lo hicieran Marx y Engels en el Manifiesto, levantamos en alto la bandera de la revolución violenta, de la guerra popular revolucionaria: "Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio un mundo que ganar".

Es la Forma Superior de la Lucha Política

Como hemos visto arriba la guerra es la continuación de la política por otros medios, es también la partera de la revolución social, pero además, de ello se desprende el que la guerra es la forma superior de lucha , en palabras de Mao Tse-tung “ es la forma más alta de lucha para solucionar las contradicciones entre clases, naciones, estados o grupos políticos, cuando estas contradicciones han llegado a una determinada etapa de su desarrollo” . (Selección de Escritos Militares pág. 84). Toda la historia de la humanidad, desde la aparición de la propiedad privada y las clases sociales confirman esta verdad.

Cuando admitimos que los intereses de las distintas clases y naciones ocasionan lucha y choques permanentes y culminan en enfrentamientos abiertos, en guerra declarada, cuando son antagónicos, estamos admitiendo que la guerra es la forma superior de lucha, la forma más elevada de la confrontación cuyo fin expreso es aniquilar al adversario, privarlo de sus medios de defensa y someterlo.

En la lucha de clases es claro que sólo en ciertas circunstancias de agudización de las contradicciones ésta adquiere connotaciones violentas, y solo adquiere la forma de guerra abierta en algunos períodos donde se exacerban excepcionalmente las contradicciones. Es decir, la guerra nunca estalla súbitamente y ello obedece a que necesita que maduren ciertas, condiciones: por un lado, la fuerza de voluntad para llevar la lucha hasta las últimas consecuencias, y por otro, la capacidad de resistencia del adversario. La guerra civil, por tanto, no se manifiesta como tal hasta tanto las clases oprimidas no hayan adquirido la fuerza de voluntad para derribar a las clases dominantes y hayan previsto la forma de quebrantar su capacidad de resistencia.

Las formas de lucha que preceden a la solución de las contradicciones por las armas son preparatorias de la misma, y ella, la guerra, no es más que un salto de calidad en la confrontación, es solo su forma superior.

Entre los revisionistas son frecuentes las alusiones a que se deben y se pueden combinar "todas las formas de lucha" en cualquier momento como una manera de justificar su cretinismo parlamentario. Desde el lado opuesto, el "izquierdismo" considera la lucha armada como "forma principal" de lucha siempre y en todo momento.

Lenin en "La Guerra de Guerrillas" crítica tanto el revisionismo como el "izquierdismo" poniendo en su justo lugar la doctrina de la lucha de clases en cuanto a las formas de organización y de lucha: "... En primer lugar, ...El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas abstractas, a todas las recetas doctrinarias, exige que se preste mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la agudización de las crisis económicas y políticas, engendra constantemente nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y ataque. Por esto, el marxismo no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha. El marxismo no se limita, en ningún caso, a las formas de lucha posibles existentes sólo en un momento dado, admitiendo la aparición inevitable de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de un período dado, al cambiar la coyuntura social. El marxismo, en este sentido, aprende , si puede decirse así de la práctica de las masas, lejos de pretender enseñar a las masas las formas de lucha inventadas por 'sistematizadores' de gabinete...

En segundo lugar, el marxismo exige que la cuestión de las formas de lucha sea enfocada históricamente . Plantear esta cuestión fuera de la situación histórica concreta significa no comprender el abecé del materialismo dialéctico. En los diversos momentos de la evolución económica, según las diferentes condiciones políticas, culturales-nacionales, costumbrales, etc., aparecen en primer plano distintas formas de lucha, y se convierten en las formas de lucha principales; y, en relación con esto, se modifican a su vez las formas de lucha secundarias, accesorias. Querer responder sí o no a propósito de un determinado procedimiento de lucha, sin examinar en detalle la situación concreta de un movimiento dado, la fase dada de su desenvolvimiento, significa abandonar completamente la posición del marxismo." (Marx, Engels Marxismo, Ediciones en Lenguas Extranjeras Pekín, págs. 198-200).

Significa entonces, que no es posible "combinar en todo momento todas las formas de lucha" como plantean los revisionistas, pues en cada momento se colocan como principales unas formas que desplazan a las demás e incluso que son contrarias y se excluyen; por ejemplo, no contribuye a acumular fuerzas y es contraria a la lucha revolucionaria de las masas participar en elecciones cuando éstas se han planteado la lucha directa y su movimiento va en ascenso, cuando ellas mismas privilegian las acciones de hecho, cuando se han planteado la lucha armada, o se está a las puertas de una insurrección. La desviación revisionista tiene su base en el espontaneísmo y en el seguidismo a la parte más atrasada de las masas y renuncia al papel que le corresponde al elemento consciente de organizar, generalizar y hacer conscientes las formas de organización y de lucha que corresponden a un determinado momento del desarrollo de la revolución.

Igualmente, es erróneo plantear la lucha armada como forma principal de lucha siempre, sin atender a la lucha de las masas, esta desviación, supuestamente muy revolucionaria, fue introducida por el guevarismo y conduce a negar la lucha de las masas por reivindicaciones inmediatas e incluso considera inservibles las huelgas políticas que, entre otras cosas, son una condición para el levantamiento en armas de las masas. Esta posición tiene su base en la desconfianza en las masas, en su incomprensión de que son las masas las hacedoras de la historia y le otorga este papel a los héroes. Según esta teoría, son las acciones de los "hombres valientes" las que harán que las masas (según ellos, torpes, ignorantes y miedosas) los sigan.

El Objetivo de la Guerra es Conservar las Propias Fuerzas y Aniquilar las del Enemigo.

Mao Tse-tung sostiene con acierto que: "Todos los principios orientadores de las operaciones militares provienen de un sólo principio básico: hacer todo lo posible por conservar las propias fuerzas y aniquilar las del enemigo" (Selección de Escritos Militares pág. 169). Entendiendo por aniquilar las fuerzas del enemigo, no eliminar físicamente todos sus efectivos sino privarlo de su capacidad de combatir y someterlo a nuestra voluntad. Toda guerra está orientada por este principio básico; desde los principios de tiro que exigen ponerse ha cubierto para disparar empleando el máximo potencial de fuego, hasta los principios de la estrategia y la táctica, así como las diversas operaciones militares están orientadas por el principio de conservar las propias fuerzas y aniquilar las del enemigo.

Ahora bien, toda guerra exige un precio en sangre y demanda enormes sacrificios, lo que parece contradictorio con la conservación de las fuerzas. El asunto consiste en que la mejor manera de conservar las propias fuerzas es aniquilando las del adversario, aún a costa de los sacrificios. La cuestión es saber si los sacrificios compensan con el logro de los propósitos.

De esto se desprende que "La ofensiva es el único medio para destruir a las fuerzas enemigas y también el medio principal para conservar las propias fuerzas; la defensa y la retirada puras y simples sólo desempeñan un papel temporal y parcial en la conservación de las propias fuerzas, y son totalmente inútiles para aniquilar las fuerzas enemigas...” (Mao Tse-tung Selección de Escritos Militares pág. 180). En la guerra, toda actitud defensiva que no vaya encaminada a la preparación de una posterior ofensiva conduce a la derrota.

En toda Guerra es Necesario Ocupar y Dominar el Territorio

La primera condición de la victoria en la guerra es aniquilar al enemigo, privarlo de sus medios de defensa, así mismo una vez vencido, ocupar el territorio dominado por él para impedir cualquier reagrupamiento y someterlo a nuestra voluntad o minar o quebrantar toda idea de resistencia u hostilidad, es decir, quebrantar su voluntad de lucha.

Toda la historia de las guerras confirma este principio que se deriva también del expuesto anteriormente. No se puede considerar aniquiladas las fuerzas vivas del enemigo mientras su territorio no sea ocupado y sus hombres desarmados y privados de cualquier posibilidad de respuesta o resistencia.

La discusión sobre la importancia de ocupar o conservar territorios o aniquilar las fuerzas del enemigo tiene una solución práctica, lo decisivo es aniquilar las fuerzas del enemigo y ocupar sus territorios es derivado de este hecho. Generalmente, en las guerras que libran los países o las fuerzas más débiles frente a fuerzas y ejércitos superiores deben ceder territorio para debilitar el enemigo y poder aniquilarlo posteriormente, para, finalmente, como resultado de la victoria, poder recuperar el territorio perdido.

Toda Guerra se Decide en Enfrentamientos Cuerpo a Cuerpo

No se puede ocupar el territorio, ni desarmar al enemigo, es decir, aniquilar su voluntad de luchar, sin vencerlo en el campo de batalla; por tanto, de esto se desprende como ley, que toda guerra se decide, finalmente, en enfrentamientos cuerpo a cuerpo. El concepto de enfrentamiento cuerpo a cuerpo tiene un sentido histórico y se corresponde con el desarrollo de la técnica, en las guerras de la antigüedad las batallas se desarrollaban en enfrentamientos hombre a hombre, la aparición del fusil modificó completamente el concepto y hoy se considera cuerpo a cuerpo los combates a pocas decenas de metros. Las guerras son recordadas generalmente por las grandes batallas (Lepanto, Waterloo, Carabobo, Boyacá, Leningrado) y toman casi siempre el nombre del sitio en que se sucedieron, pero lo que en realidad muestran es como, el desenlace final de la guerra, se resuelve en los combates cuerpo a cuerpo.

La idea de que la moderna tecnología cambió esta ley es un sofisma. Las guerras de rapiña recientes confirman este principio: tanto en Irak, Kosovo y Chechenia, la moderna tecnología ocasionó sobre todo la destrucción de la infraestructura económica y los medios de abastecimiento, de los invadidos, pero finalmente terminaron con la intervención de la infantería: tanques, equipo motorizado, pero sobre todo, con hombres a pie. Con justeza decía Engels que por mucho que se desarrollara la técnica, después de la aparición del fusil de asalto, era muy poco lo que podría cambiar en los combates decisivos. Mao Tse-tung en "La bomba atómica no intimida al pueblo chino" reafirma esta idea cuando opone a la bomba atómica y a los aviones de los imperialistas norteamericanos, el cereal y los fusiles del pueblo chino: "Nosotros solemos decir que lo que tenemos es mijo más fusiles. Los EE.UU., en cambio poseen aviones más bombas atómicas. Pero si los EE.UU. con sus aviones y bombas atómicas, desencadenan una guerra de agresión contra China, ésta, con su mijo y sus fusiles, saldrá triunfante". (Obras Escogidas, T. V. pág. 163).

 

LA ESTRATEGIA Y LA TÁCTICA

 

Toda guerra tiene dos aspectos inseparables que tienen a su vez sus leyes o principios: la Estrategia que estudia las leyes que afectan la situación de la guerra en su conjunto y la Táctica que estudia las leyes que afectan la situación parcial de la guerra.

La Estrategia Define la Dirección del Golpe Principal y las Reservas

Esto quiere decir que la estrategia define el camino general, traza el plan de guerra, define los planes para las campañas separadas y prepara los encuentros que serán librados en cada una de ellas. "Lo principal -dice Mao Tse-tung- es examinar, a la luz, de las circunstancias, los problemas de la formación de las unidades y agrupaciones de tropas así como las relaciones entre las campañas, entre las distintas etapas de operaciones y entre el conjunto de las actividades propias y el de las actividades enemigas" (Selección de Escritos Militares Pág. 89) Esto implica el conocimiento profundo de todos los aspectos de la situación del enemigo y de las propias fuerzas, de donde se derivan las leyes que rigen las acciones de ambos y lo cual nos posibilita aplicarlas a nuestras propias acciones.

La estrategia, si bien define los asuntos que afectan a la situación de guerra en su conjunto, no es algo rígido ni estático. Toda la experiencia demuestra la necesidad de aplicar con flexibilidad los principios de acuerdo a las circunstancias, así como prever las medidas en caso de derrota. Así mismo, toda la experiencia pone en evidencia que el arte de la guerra sólo se aprende en el transcurso mismo de la guerra.

La estrategia, como se ve, no resuelve los problemas de toda guerra, ella sólo puede resolver los problemas de cada guerra en particular de acuerdo a la época histórica y al tipo de guerra que se libre. Aún así toda la experiencia de la guerra ha dejado en claro algunos principios de la Estrategia que tienen validez universal.

Concentrar una fuerza superior para aniquilar el enemigo

Esto significa que se debe garantizar la superioridad absoluta o relativa en el campo de batalla. La historia de la guerra conoce de muchas experiencias en que tropas numéricamente inferiores derrotaron en el campo de batalla fuerzas hasta dos veces superiores, lo que aparentemente negaría este principio; la verdad es que los jefes de las tropas numéricamente inferiores supieron disponer sus fuerzas, aprovechar los errores en la disposición de las tropas enemigas, la moral de sus propias tropas y las de enemigo, atacar con acierto sus flancos, y concentrar el golpe principal en el punto decisivo, derrotando sus columnas por separado, en ese caso, los vencedores supieron concentrar una fuerza superior relativa en el campo de batalla.

Descubrir los errores del enemigo o inducirlo a cometer errores

Todos los hombres se equivocan por geniales que sean; en la guerra son mucho más frecuentes que en cualquier otra actividad dado que se trata de voluntades opuestas que maniobran con el mismo objetivo de aniquilar a su adversario y donde cada uno de los bandos esconde su objetivo inmediato.

La actividad consciente en la guerra es por tanto una exigencia de quien quiera vencer; lo cual a su vez requiere del conocimiento detallado del enemigo y de las propias fuerzas: los planes, maniobras, la capacidad de los mandos. la moral de las tropas, el aprovisionamiento, la retaguardia, la simpatía con que cada uno cuente entre las masas en el teatro de operaciones, etc. Una vez conocido al enemigo y a las propias fuerzas se puede hacer un balance aproximado de los encuentros, aprovechar las debilidades y errores del enemigo aumentándoselos conscientemente, e induciéndolo a cometer errores; normalmente, los ejércitos hacen movimientos que aparentan la dirección del golpe principal para golpear donde el adversario no lo esperaba, se le atrae a dar batallas en terrenos desfavorables para él, se le cortan las líneas de comunicaciones y abastecimientos para aislarlo y obligarlo a actuar a ciegas y desesperado, etc.

Mantener la Iniciativa a toda costa

"En toda guerra, las partes beligerantes se disputan la iniciativa en un campo de batalla, en un teatro de operaciones, en una zona de guerra e incluso a lo largo de toda la guerra, ya que la iniciativa significa libertad de acción para un ejército." (Mao Tse-tung, Selección de Escritos Militares pág. 174).

Todos los jefes militares saben esto y buscan mantener la iniciativa a toda costa; cuando la han perdido buscan sobreponerse rápidamente porque saben que una vez se pierde la iniciativa se está a un paso de ser derrotado, se pierde la libertad de acción y se convierte en presa fácil del adversario. Garantizar la iniciativa en la guerra significa mantenerse a la ofensiva y aunque en las guerras defensivas, las guerras contra una fuerza superior, generalmente la ofensiva estratégica la mantiene la fuerza superior, no es menos cierto que la fuerza más débil puede asegurarla no presentando combates donde el adversario quiere y cuando quiere sino cuando la fuerza más débil puede asegurarse la victoria. Es decir, aunque en el plano estratégico la fuerza más débil esté a la defensiva, debe actuar a la ofensiva en el terreno táctico y operacional. La apreciación de Marx con respecto a la insurrección, una operación ofensiva por excelencia, se aplica a todas las guerras: "la defensiva es la muerte" y la derrota.

Garantizar la ofensiva en la Guerra Popular en Colombia significa que el proletariado no deberá presentar batallas decisivas hasta tanto no pueda garantizar la victoria, pero una vez lanzada la ofensiva contra la fortaleza enemiga deberá asestar los golpes decisivos en el menor tiempo posible. Las lecciones extraídas por Marx y Engels de la experiencia en Europa acerca de la insurrección, y retomadas por Lenin en vísperas de la insurrección de octubre de 1917 en

"Consejos de un Espectador", tienen plena vigencia: “...No jugar nunca a la insurrección, pero una vez empezada estar firmemente convencido de que es necesario ir hasta el final .

...Una ve: comenzada la insurrección, se debe proceder con la mayor decisión y pasar obligatoria e incondicionalmente a la ofensiva . 'La defensiva es la muerte de la insurrección armada'.

...Hay que esforzarse por sorprender al enemigo, hay que aprovechar el momento en que sus tropas se hallen dispersas.

...Hay que esforzarse por obtener éxitos diarios por pequeños que sean (incluso podría decirse a cada hora, si se trata de una sola ciudad), manteniendo a toda costa la 'superioridad moral'...“ (Marx Engels Marxismo. Ediciones en Lenguas Extranjeras Pekín, pág. 468).

Este principio de la estrategia exige su aplicación creadora en la actuación táctica del proletariado también, quien no debe lanzarse a ninguna lucha sin que las masas estén convencidas de ir hasta el final; quien debe prestar atención a que una vez tomada la decisión de ir a la lucha, las masas mantengan la ofensiva y sorprendan al enemigo, preocupándose porque ellas, las masas, alcancen éxitos.

Centralizar la Dirección Estratégica de la Guerra

Toda la historia de la guerra confirma que ésta debe tener un mando estratégico a fin de poder garantizar la actuación de las tropas en una sola dirección, coordinar las diferentes campañas e incluso los combates en el mismo campo de batalla. En la guerra no puede haber dos direcciones o se está condenado a la derrota.

La guerra necesita además, mantener un rumbo firme a pesar de las dificultades y complicaciones que puedan presentarse en el transcurso del objetivo que se persiga: no se podrá alcanzar la victoria si una vez tomado el rumbo éste es desviado frecuentemente con los vaivenes, victorias o reveses que se presenten.

La dirección centralizada de la guerra, no significa sin embargo, centralización absoluta de las operaciones, todo buen jefe militar sabe que debe permitir la iniciativa de los mandos inferiores e incluso de los combatientes con ajuste al plan general; pero nunca permitirá dos planes estratégicos de guerra y de campañas estratégicas.

Prevenir la Derrota y estar Preparado para un Repliegue Ordenado

En la guerra, más que en ninguna otra actividad el error y la derrota son los maestros de la victoria. No hay jefe militar que no se equivoque ni ejército que no haya sufrido derrotas. No se trata por supuesto de cometer errores, quien menos errores cometa en la guerra mayores posibilidades de victoria tendrá, pero todo buen jefe militar sabe que puede ser derrotado, su éxito consiste en que a pesar de las derrotas es capaz de conquistar la victoria y por eso siempre debe tener un plan de retirada.

Una vez se ha comprendido que no es posible la victoria, cuando se ha observado que el enemigo es más poderoso y la correlación de fuerzas no garantizará el éxito, cuando se sabe que la retirada es el único medio de esquivar el golpe decisivo del adversario y de conservar las propias fuerzas con miras a las batallas futuras, el buen jefe militar debe tener un plan de retirada, un repliegue ordenado de sus fuerza a fin de evitar la catástrofe que ocasionaría un desbandada de sus tropas. “Los partidos revolucionarios -dice Lenin- deben completar su instrucción. Han aprendido a desplegar las ofensivas. Ahora deben comprender que esta ciencia hay que completarla con la de saber retirarse acertadamente” . (J. Stalin Los Fundamentos. ELE Pekín pág. 97) 

La Táctica Estudia las Leyes que Afectan la Situación Particular y los Medios Particulares en un Corto Período 

"La dirección táctica es una parte de la dirección estratégica, a cuyos objetivos y exigencias se supedita. La misión de la dirección táctica consiste en dominar todas las formas de lucha y de organización... y en asegurar su empleo acertado para lograr, teniendo en cuenta la correlación de fuerzas existentes, el máximo resultado necesario para la preparación del éxito estratégico" (Stalin, Fundamentos del Leninismo. ELE Pekín pág. 98)

La táctica consiste en saber utilizar y disponer las distintas fuerzas con que se cuenta para triunfar en las campañas y en los combates. Ya atacando los flancos o las tropas desorganizadas o confundidas del enemigo, ya concentrando en el justo momento las fuerzas. Consiste en saber utilizar y concentrar las fuerzas para caer sobre la parte más débil del enemigo y asestar los golpes decisivos para aniquilarlo en el campo de batalla. Consiste en saber utilizar la defensa y el ataque, consiste en utilizar el elemento sorpresa, aprovecharse de las ventajas del terreno en los combates, etc.

Sin embargo, la Táctica tiene que servir a la Estrategia porque, no necesariamente las victorias tácticas conducen a la victoria estratégica. Si la estrategia es equivocada, así en la táctica se obtengan victorias el fin será la derrota. El foco de Guevara, por ejemplo, fue derrotado y aniquilado en Bolivia porque erró en la estrategia a pesar de que todos los combates, excepto uno los ganó. En todos los combates originó bajas al ejército, capturó sus armas y pertrechos, hizo prisioneros, etc. pero las armas no tenía a quien entregárselas, ni un solo campesino se vinculó a la lucha y por el contrario fue entregado por ellos.

Pero además, así la estrategia general es correcta si se comete algún error de importancia se puede pagar caro, incluso obteniendo todas las victorias tácticas. Por ejemplo, un enemigo superior en fuerzas puede sufrir una, varias o muchas derrotas, pero si no se le aniquila en cada batalla, si se le deja retirarse y se le permite reorganizar sus fuerzas y aprender de sus errores puede sorprendemos en el desenlace final.

 

II. SOBRE LA GUERRA POPULAR

 

Existen varias condiciones que forjaron lo que hoy conocemos como Guerra Popular. De un lado, la aparición del fusil de asalto modificó las formaciones rígidas de los ejércitos antiguos, posibilitando que los combatientes desplegaran la iniciativa en formaciones de columnas modificando con ello todos los ejércitos. De otro, la revolución francesa y la guerra de independencia americana principalmente, cambiaron la fisonomía de la guerra y revolucionaron también los ejércitos. Ellas pusieron al orden del día el armamento general del pueblo, o el pueblo en armas movilizado para la guerra; combinaron las operaciones militares de las tropas regulares con destacamentos guerrilleros y el levantamiento de las masas; modificaron el material soldado, hasta entonces considerado como mero peón de brega, y lo convirtieron en luchador que sabe por qué lucha, aumentando su capacidad y moral de combate. Todo ello sentó las premisas de lo que conocemos como la Guerra Popular o la guerra de las masas.

Trataremos de hacer un pequeño recorrido histórico del concepto, mostrando a la vez, sus distintas facetas y las formas que ha adquirido en distintas épocas.

KARL VON CLAUSEWITZ 

El concepto de guerra popular aparece por primera vez en Clausewitz cuando analiza las guerras en Europa, llegando a la conclusión de que: "La Guerra del pueblo en la Europa civilizada es un fenómeno del siglo XIX" . (De la Guerra pág. 290). Se refiere al tipo de guerra que se impuso para la defensa de la nación ante una invasión extranjera que consistía en combinar los esfuerzos del ejército regular con tropas milicianas y destacamentos armados de las masas poco numerosos y la utilización de la lucha guerrillera; la derrota de Napoleón es un claro ejemplo de ello.

Destaca en particular la lucha guerrillera de los campesinos de la siguiente forma: "aun si no abrigáramos ideas exageradas sobre la omnipotencia de una guerra del pueblo , aún si no la consideráramos como elemento inagotable e inconquistable, sobre la cual la simple fuerza de un ejército tuviera tan poco control, como la voluntad humana tiene sobre el viento o la lluvia...debemos admitir que no podemos conducir delante de nosotros a los campesinos armados como si se tratara de un cuerpo de soldados que se mantienen unidos al igual que un rebaño y que por lo común se siguen unos a otros. Por el contrario los campesinos armados, cuando están desparramados, se dispersan en todas direcciones, para lo cual no se requiere ningún plan elaborado. Con esto se hace muy peligrosa la marcha de cualquier pequeño grupo de tropas en territorio montañoso, muy boscoso o accidentado, porque en cualquier momento la marcha puede convertirse en un encuentro.” (De la guerra pág. 293).

La idea de la omnipotencia de la guerra popular y su invencibilidad tiene su origen en este teórico de la guerra que sienta las bases en cuanto a la forma en que deben utilizarse las tropas irregulares y la guerra de guerrillas en una guerra de las masas: "Según la idea que tenemos sobre la guerra del pueblo, ésta, al igual que una esencia en forma de nube o vapor, no se condensa en ninguna parte ni forma cuerpo sólido ... Sin embargo, es necesario que este vapor se reúna en algunos puntos en masas más densas y forme nubes amenazadoras desde las cuales de vez en cuando se produce un relámpago formidable." (Idem pág. 294).

Aparece allí la idea de que se debe y se puede establecer cierto tipo de tropas concentrando los destacamentos pequeños y dispersos, encomendándoles tareas de mayor envergadura que los simples hostigamientos, como por ejemplo ataques decisivos en los flancos del teatro de guerra del enemigo, la toma de guarniciones importantes, etc.

MARX Y ENGELS

Marx y Engels, no solo estudiosos de Jomini y Clausewitz (ambos historiadores y teóricos de la guerra), sino también de todos los jefes militares de la época, así como estudiosos de las guerras y ejércitos antiguos, y además miembros activos en las guerras en Europa (sobre todo Engels en la guerra del 48 al 50 en Alemania), lograron asimilar no solo las ideas de la guerra en general sino destacar con particular importancia la guerra de clases y muy especialmente dejar un legado extenso de la síntesis de la experiencia de las guerras que sacudieron a Europa desde mediados del siglo y culminaron con la Comuna de París.

Su mérito histórico es reconocido incluso por las reaccionarias instituciones colombianas que en una de sus publicaciones los consideran como los "forjadores de la estrategia contemporánea" donde dicen, entre otras cosas, que "al aparecer, se ha presentado indiferencia en recopilar la inmensa cantidad de conceptos que sobre estrategia militar Marx y Engels, emitieron a través de sus escritos, en artículos pequeños discursos y epistolares.

De vital importancia para quienes estamos dedicados a la profesión castrense es el conocimiento de conceptos tan valiosos en el campo de la Estrategia Militar que, después de 130 y más años continúan vigentes para su aplicación en la dirección de la guerra, así como resaltar una faceta de carácter típicamente militar en la vida de estos dos pioneros de la filosofía revolucionaria" (Marx y Engels. Forjadores de la Estrategia Contemporánea - Revista de la Fuerzas Armadas N" 90, Vol. 30, 1975 pág. 333).

En "La Guerra en Italia" (1849) ante la derrota del ejército italiano a manos de los austríacos Marx y Engels oponen a la guerra corriente (enfrentamiento entre dos ejércitos) la guerra popular, la cual destacan como única forma de vencer a un enemigo superior: "El error de los piamonteses desde el comienzo mismo ha consistido en que han opuesto a los austríacos tan sólo el ejército regular y han querido sostener la más corriente, burguesa y honrada de las guerras. Un pueblo que quiere conquistar para sí la independencia no puede limitarse a los procedimientos corrientes de realización de la guerra. La insurrección en masa, la guerra revolucionaria, los destacamentos de guerrilleros: estos son los únicos procedimientos con la ayuda de los cuales un pueblo pequeño puede vencer a uno grande; solo así un ejército más débil puede enfrentarse a otro más fuerte y mejor organizado ...

La agudeza de su concepción del mundo les permite observar la forma en que se hubiera podido transformar la derrota estratégica de los italianos en victoria si hubieran cambiado su plan estratégico de guerra y sobre todo, si se hubieran apoyado decididamente en las masas:

La derrota de Novara causó tan sólo daño estratégico: los italianos se vieron cortados de Turín, mientras que para los austríacos este camino aparecía abierto. Este daño no hubiera tenido ninguna importancia sí después de perdida la batalla hubiese comenzado una verdadera guerra revolucionaria, si la parte que había quedado indemne del ejército italiano se hubiese constituido inmediatamente en núcleo de la insurrección general de la nación, si la guerra de ejércitos habitual y estratégica se hubiese convertido en una guerra popular , a semejanza de la que sostuvieron los franceses en 1793." (La lucha de guerrillas a la luz de los clásicos del marxismo-leninismo págs. 33-34, los resaltados son del original).

En 1852, sacando las lecciones de los grandes movimientos revolucionarios en Europa, en "Revolución y Contrarrevolución en Alemania", dejan sentados los principios de la insurrección, que vísperas de la insurrección del 17 en Rusia serán retomados por Lenin y llevados a la práctica por los bolcheviques y que tienen plena vigencia para el proletariado revolucionario que se encuentra acumulando fuerzas para los grandes días venideros:

"La insurrección es un arte, lo mismo que la guerra o que cualquier otro arte. Está sometida a ciertas reglas que, si no se observan, dan al traste con el partido que las desdeña. Estas reglas, lógica deducción de la naturaleza de los partidos y de las circunstancias con que uno ha de tratar en cada caso, son tan claras y simples que la breve experiencia de 1848 las ha dado a conocer de sobra a los alemanes. La primera es que jamás se debe jugar a la insurrección a menos que se esté completamente preparado para afrontar las consecuencias del juego. La insurrección es una ecuación con magnitudes muy indeterminadas cuyo valor puede cambiar cada día; las fuerzas opuestas tienen todas las ventajas de organización, disciplina y autoridad habitual; si no se les puede oponer fuerzas superiores, uno será derrotado y aniquilado. La segunda es que, una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor decisión y pasar a la ofensiva. La defensiva es la muerte de todo alzamiento armado, que está perdido antes aún de medir las fuerzas con el enemigo. Hay que atacar por sorpresa al enemigo mientras sus fuerzas aún están dispersas y preparar nuevos éxitos, aunque pequeños, pero diarios; mantener en alto la moral que el primer éxito proporcione; atraer a los elementos vacilantes que siempre se ponen del lado que ofrece más seguridad; obligar al enemigo a retroceder antes de que pueda reunir fuerzas; en suma, hay que obrar según las palabras de Danton, el maestro más grande de la política [táctica] revolucionaria que se ha conocido: de l'audace, de l'audace, encare de l'audace! [¡audacia, audacia y siempre audacia!]” (Obras Escogidas de Mancy Engels Tomo 1, Edit. Progreso, págs. 385-386).

En "La Revolución en España" (octubre de 1854), Marx y Engels analizan no solo las causas sociales y políticas de la caída de España en manos de Francia sino, en particular, el desarrollo de la guerra, la falta de un mando central, la desconfianza del pueblo en las clases acomodadas y su Junta Central y la enorme iniciativa popular que desarrolló por todo el país la lucha guerrillera, hechos que ponían en evidencia que las clases burguesas ya desde esa época, eran temerosas del pueblo armado y estaban impedidas para dirigirlo a la victoria, incluso en la defensa de sus propios países, la omnipotencia de la guerra popular y la iniciativa creadora de las masas fueron realmente el dolor de cabeza de las tropas francesas:

“Las guerrillas constituían la base de un armamento efectivo del pueblo. En cuanto se presentaba la oportunidad de realizar una captura o se meditaba la ejecución de una empresa combinada, surgían los elementos más activos y audaces del pueblo y se incorporaban a las guerrillas... Los franceses se veían obligados a permanecer constantemente armados contra un enemigo que, aunque huía continuamente, reaparecía siempre y se hallaba en todas partes sin ser realmente visible en ninguna, sirviéndole las montañas de otras tantas cortinas. No eran los combates ni las escaramuzas -dice el abate Pradt- lo que agotaba a las tropas francesas, sino las incesantes molestias de un enemigo invisible que al ser perseguido desaparecía entre el pueblo, del cual volvía a surgir inmediatamente con renovada energía...” (La lucha de guerrillas a la luz de los clásicos del marxismo leninismo pág. 29).

Engels, en 1857 establece las leyes de los combates y la guerra de montaña, las operaciones ofensivas en una guerra defensiva o lo que llamó la defensa activa y las operaciones envolventes. Todo esto no ha cambiado sustancialmente desde entonces:

"En los países alpinos casi son imposibles los combates serios: la guerra aquí representa una cadena ininterrumpida de pequeñas refriegas, de intentos de la parte atacante de abrir aquí o allá una cuña en el dispositivo del enemigo y después avanzar Necesariamente ambos ejércitos están dispersos; ambos están a cada paso a riesgo de ser objeto de un afortunado golpe del adversario; ambos tienen que confiar en la casualidad. De tal modo, la única ventaja que puede tener el ejército que se defiende consiste en encontrar el punto vulnerable del enemigo y lanzarse entre sus columnas dispersas. En este caso, las posiciones defensivas fuertes, que son las únicas en las que se apoya una defensa puramente pasiva, pueden jugar para el enemigo un papel de emboscadas a las que se le puede atraer para un ataque frontal, al mismo tiempo que los principales esfuerzos de la defensa serían dirigidos contra las columnas envolventes, cada una de las cuales puede a su vez resultar envuelta y caer en situación más desesperada, que en la que se proponía colocar a la parte que se defiende.” (La lucha de guerrillas a la luz de los clásicos del marxismo-leninismo pág. 47).

Analista cotidiano de la guerra franco-prusiana de 1870, el 17 de diciembre en "Notas sobre la guerra", Engels advierte no solo el agotamiento del ejército prusiano sino que expresa su confianza en la omnipotencia de la guerra popular para lograr la victoria de Francia; a pesar del cerco sobre París, las operaciones de los destacamentos guerrilleros mantienen un permanente hostigamiento sobre las tropas invasoras, le causan bajas importantes y las desmoralizan; el cerco o sitio sobre París se convirtió, de una operación ofensiva, en una operación en la cual las tropas invasoras tienen que defenderse de las operaciones ofensivas de los invadidos que poco a poco van destruyendo al invasor:

"El agotamiento de fuerzas originado por esta campaña aumenta terriblemente día en día. Esto se demuestra tanto por el tono melancólico de las cartas enviadas desde el ejército, como por las listas de bajas. A juzgar por estas listas, las principales pérdidas no son ocasionadas por los grandes combates, sino por las pequeñas refriegas, durante las cuales perecen uno, dos, cinco hombres. Las oleadas de la guerra popular , en el transcurso del tiempo, destruyen por partes el, ejército más grande y, lo que es singularmente importante, sin ninguna pérdida aparente de la parte contraria” (La lucha de guerrillas a la luz de los clásicos del marxismo leninismo pág. 23).

Con razón Engels decía que la derrota de Prusia era cuestión de tiempo, sin embargo, corno se sabe, la burguesía francesa capituló y el proletariado parisino tornó 1as riendas de la defensa de Francia y por ahí derecho de toda la sociedad.

En la Introducción a la edición de 1895 de "Lucha de Clases en Francia de 1848 a 1850", F. Engels sintetiza la experiencia de la lucha de clases y advierte cómo el aumento de las tropas, la introducción del fusil de repetición, las granadas de percusión y el uso de la dinamita obligan a replantear la lucha de calles y en particular, la lucha de barricadas:

“... La rebelión al viejo estilo, la lucha en las calles con barricadas, que hasta 1848 había sido la decisiva en todas partes, estaba considerablemente anticuada...

... ¿Quiere decir esto que en el futuro los combates callejeros no vayan a desempeñar ya papel alguno? Nada de eso. Quiere decir únicamente que, desde 1848, las condiciones se han hecho mucho más desfavorables para los combatientes civiles y mucho más ventajosas para las tropas. Por tanto, una futura lucha de calles sólo podrá vencer si esta desventaja de la situación se compensa con otros factores. Por eso se producirá con menos frecuencia en los comienzos de una gran revolución que en el transcurso ulterior de ésta y deberá emprenderse con fuerzas más considerables. Y éstas deberán, indudablemente, como ocurrió en toda la gran revolución francesa, así como el 4 de septiembre y el 31 de octubre de 1870, en París, preferir el ataque abierto a la táctica pasiva de barricadas.” (Marx-Engels. Obras Escogidas T.I. pág. 201).

Estas palabras fueron proféticas: años más tarde esta forma de lucha fue retomada en Rusia durante las insurrecciones que no solo sostuvieron la defensa pasiva en las barricadas, sino que tomaron la iniciativa pasando a la ofensiva inmovilizando las tropas en los cuarteles y oponiendo a ellas en los combates callejeros los destacamentos armados de fusiles y ametralladoras, las bombas caseras tanto explosivas como incendiarias, el agua hirviendo y el ácido arrojados desde las ventanas y terrazas y los francotiradores.

LENIN Y STALIN

Lenin y Stalin, dirigentes del triunfo del proletariado en Rusia y Stalin gran estratega de la II guerra mundial imperialista dónde el proletariado revolucionario no solo defendía su campo socialista, sino que además le arrebató al imperialismo la mitad de Europa, aportando un sin número de nuevas enseñanzas a la guerra popular.

En el transcurso de la revolución en Rusia se presentaron por lo menos tres grandes períodos de intensa lucha armada y guerra popular: el período de 1905-1907; el período de 1917 durante las insurrecciones de febrero y octubre; el período posterior a la conquista del poder por parte del proletariado 1918-1921. En ellos Lenin y Stalin, hombres de primera fila en los asuntos militares desarrollaron los principios aportados por Marx y Engels a la guerra popular.

Antes de la insurrección de diciembre de 1905 Lenin y Stalin realizan un gigantesco trabajo por esclarecer los asuntos concernientes a la insurrección, por elevar el nivel de comprensión de los comunistas y las masas frente a las nuevas formas de organización y de lucha que aparecieron en el transcurso de unos meses.

En julio del 5, en el artículo "El Ejército Revolucionario y el Gobierno Revolucionario". Lenin, apoyándose en la experiencia de la insurrección en Odesa y el levantamiento de la flota, particularmente, el paso del acorazado Potemkin al lado de la revolución, destaca y pone de relieve la importancia de la teoría militar y el estudio y dominio del arte de la guerra y la educación de las masas en estos asuntos:

“La socialdemocracia [el comunismo] nunca ha descendido hasta el juego de los complots militares, nunca ha planteado en primer plano los problemas militares mientras no se daban de hecho las condiciones de la incipiente guerra civil. Pero ahora todos los socialdemócratas han planteado los problemas militares, si no en primer lugar, cuando menos en uno de los mismos y la necesidad de darlos a conocer a las masas populares. El ejército revolucionario debe aplicar en la práctica los conocimientos militares y las armas de guerra para la resolución de toda la suerte ulterior del pueblo ruso, para la resolución del primer y más vital problema, el problema de la libertad.” (La lucha de guerrillas a la luz de los clásicos del marxismo-leninismo pág. 73).

En "De la Defensa al Ataque" de septiembre del 57, Lenin resalta una acción militar de los destacamentos armados en Riga donde, cerca de cuarenta obreros armados, irrumpen en la cárcel y liberan a los detenidos. Descubre que con esta acción se ha puesto a la orden del día la consigna del Ejército Popular Revolucionario:

"¡Así pues, las cosas van, a pesar de todo, adelante! El armamento de las masas a pesar de las increíbles e indescriptibles dificultades, hace progresos... He aquí lo que resulta cuando los pioneros de la lucha armada se funden con las masas no de palabra, sino con los hechos, se colocan al frente de los equipos de combate y de los destacamentos del proletariado, educan en el fuego de la guerra civil a decenas de jefes populares , así mañana, en el día de la insurrección obrera, sabrán ayudar con su experiencia y con su valor heroico a millares y decenas de millares de obreros...

Esto no es ya un complot contra un personaje cualquiera odiado..., es el comienzo de las acciones de los destacamentos del ejército revolucionario. El número de estos destacamentos de 25 a 75 hombres puede ser aumentado en varias decenas en cada ciudad grande y a menudo en los suburbios de una gran ciudad..."

Atento siempre a la lucha de las masas, a su estado de ánimo y a su enorme capacidad creadora, advierte que el movimiento ha destacado nuevas formas de lucha, exaltando con entusiasmo el temor de las masas:

“...La bomba ha dejado de ser el arma del petardista individual y ha pasado a ser el elemento necesario del armamento del pueblo . Con los cambios introducidos en la técnica militar, cambian y deben cambiar los métodos y procedimientos de la lucha de calles. Todos nosotros estudiamos ahora (1) la construcción de barricadas y el arte de defenderlas. Pero por conocer este viejo y útil arte no hay que olvidar los nuevos pasos dados en este terreno de la técnica militar. Los progresos hechos en el empleo de los explosivos han introducido una serie de innovaciones en la artillería...” (La Lucha de Guerrillas a la Luz de los Clásicos del Marxismo Leninismo pág. 61).

El 16 de octubre del 5, en una carta al Comité Militar Anejo al Comité de San Petersburgo, crítica la tramitomanía en que éste se enreda y se preocupa por resolver los asuntos prácticos de la organización de las fuerzas militares del proletariado:

"... Que se organicen inmediatamente destacamentos de tres a diez, a treinta y más hombres. Que se armen inmediatamente ellos mismos, con lo que cada uno pueda, quién con un revolver, quién con un cuchillo, quién con un trapo impregnado de petróleo para provocar incendios, etc.”

A renglón seguido delimita las funciones de la Organización Militar encargada de dirigir la insurrección y las funciones de los distintos destacamentos que se organicen, poniendo el énfasis en desplegar la iniciativa de las masas, su fe absoluta en ellas le permite anticiparse a los reclamos aclarando que los posibles "excesos" o errores son un mal menor en las condiciones en que se encontraba la lucha y los preparativos para la guerra popular, arte que sólo puede aprenderse en la práctica:

"El papel del Comité Militar anejo al Comité de Petersburgo debe consistir en: ayudar a estos destacamentos del Ejército Revolucionario, servir de 'buró' para el enlace, etc. Todo destacamento aceptará gustoso vuestros servicios , pero si en esta empresa comenzáis con esquemas y discursos acerca de los "derechos" del Comité Militar, echaréis a perder todo el asunto, os lo aseguro ...

...deben dar a cada uno de los destacamentos breves y muy sencillas fórmulas para la fabricación de bombas, deben explicarles de la manera más elemental todos los tipos de trabajos a realizar después y dejarles a ellos mismos que desplieguen toda su actividad... Pero obligatoriamente hay que comenzar enseguida a aprender en la práctica: no temáis estos ataques de prueba. Pueden, naturalmente, degenerar en extremismo, pero esto es una desgracia de mañana; hoy la desgracia está en nuestra rutina, en nuestro doctrinarismo, en la inmovilidad propia de intelectuales, en el temor senil a toda iniciativa...” (La Lucha de Guerrillas a la Luz de los Clásicos del Marxismo-Leninismo págs. 80-81).

El 17 de octubre del 5, en "La última palabra de la táctica 'iskrista'" insiste en la necesidad de avanzar en la creación del Ejército Revolucionario para conquistar la victoria y el peligro que se cierne sobre la revolución de no coronarse con éxito la insurrección:

"Ejército revolucionario; también esta es una palabra muy grande. Su creación es un proceso difícil, complicado y largo. Pero cuando vemos que ya ha comenzado, y que se desarrolla por todas partes con intermitencias, a intervalos; cuando sabemos que sin ejército semejante es imposible la victoria de la revolución, debemos destacar esta consigna decidida y abierta, propagarla, haciendo de ella la piedra de toque de las tareas de palpitante actualidad de la política... La revolución puede madura, pero las fuerzas de los creadores revolucionarios de esta transformación pueden resultar insuficientes para llevarla a término. Entonces, la sociedad se descompone, y esta descomposición se prolonga a veces durante decenios enteros...” (La Lucha de Guerrillas a la Luz de los Clásicos del Marxismo-Leninismo, págs. 87-88).

A finales de octubre del 5, en "Las tareas de los destacamentos del ejército revolucionario" señala las diferentes tareas de las fuerzas militares proletarias combatiendo la idea de que la insurrección es un acto único que no requiere preparación y adiestramiento de las fuerzas populares:

"...sin limitarse en ningún caso a las solas acciones preparatorias, los destacamentos del ejército revolucionario deben con la mayor rapidez posible pasar también a las acciones militares, con los siguientes fines: 1. ejercitación de las fuerzas militares; 2. exploración de los puntos débiles del enemigo; 3. asestar al enemigo derrotas parciales; 4. liberación de los prisioneros (detenidos); 5. obtener armas; 6. obtener medios para la insurrección... Los destacamentos pueden y deben aprovechar ahora mismo toda ocasión propicia para realizar un trabajo vivo, no aplazando las cosas de ninguna de las maneras hasta la insurrección general, pues sin la preparación en el fuego de la lucha no es posible tampoco adquirir la habilidad para la insurrección." (La Lucha de Guerrillas a la Luz de los Clásicos del Marxismo-Leninismo pág. 84).

Posterior a la insurrección del 5, en "La Disolución de la Duma y las Tareas del Proletariado", sintetiza la experiencia demostrando que no es suficiente la organización de los soviets para el triunfo de la revolución, sino que se requiere la organización militar del pueblo para triunfar en la insurrección y respaldar las organizaciones de poder de las masas:

“...Estas organizaciones deben tener como célula agrupaciones libres muy pequeñas, grupos de diez, de cinco e incluso puede ser que de tres... deben ser creadas de la manera más amplia e inexcusablemente antes de recibir las armas, independientemente de la cuestión de las armas.

Ninguna organización del partido 'arma' a las masas. Por el contrario, la organización de las masas en pequeños grupos de combate de gran movilidad prestará en el momento de la lucha insurreccional, un inmenso servicio en cuanto a la adquisición de armas...

Que en cada fábrica, en cada sindicato, en cada aldea resuene el llamamiento a la organización de semejantes equipos sueltos de combate...” (Ídem págs. 77-71).

Stalin, organizador práctico de la insurrección interviene decididamente en los asuntos y retoma en varios artículos y llamados los principios establecidos por Marx y Engels para triunfar en la insurrección. Igualmente, en 1906, una vez derrotada la insurrección, esclarece las causas de la derrota, así dice en "El Momento Actual y el Congreso de Unificación del Partido":

La insurrección fue derrotada. "Ante todo, porque el pueblo carecía de armas o las tenía en cantidad demasiado pequeña, ¡y por conscientes que seáis, no podréis resistir a las balas con las manos vacías!...

En segundo lugar, porque no disponíamos de destacamentos rojos instruidos, que pudieran conducir tras de sí a los demás, que se apoderaran de las armas por medio de las armas y armasen al pueblo...

En tercer lugar, porque la insurrección estaba desunida y carecía de organización. Cuando Moscú combatía en las barricadas, Petersburgo guardaba silencio...

En cuarto lugar, porque nuestra insurrección se atuvo a la política de defensiva, y no de ofensiva... No en vano dijo Marx: 'Una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor decisión y pasar a la ofensiva. La defensiva es la muerte de toda insurrección armada...'” (J. Stalin, Obras TI págs. 275-277).

Lenin complementa esta síntesis en "Las enseñanzas de la insurrección de Moscú" de septiembre de 1906:

“Hoy debemos, al fin reconocer abiertamente y proclamar bien alto la insuficiencia de las huelgas políticas: debemos llevar a cabo la agitación más extensa posible entre las masas en favor de la insurrección armada, sin disimular esta cuestión por medio de ningún grado preliminar; sin cubrirla con ningún velo. Ocultar a las masas la necesidad de una guerra desesperada, sangrienta y exterminadora, como objetivo inmediato de la acción próxima, es engañarse a sí mismo y engañar al pueblo...” (La Lucha de Guerrillas a la Luz de los Clásicos del Marxismo-Leninismo , pág. 107).

La derrota de la insurrección del 5, ocasionó un repliegue estratégico de la guerra popular que adquirió la forma de movimiento guerrillero, el cual se extendió por los principales centros de la revolución. En 1907 se presenta una álgida discusión en torno a esta forma de organización y de lucha, ya que una parte del Partido consideraba el movimiento guerrillero como una enfermedad que acercaba al proletariado al lumpen y proponía condenarlo. Lenin en "La Guerra de Guerrillas", se pronuncia analizando el fenómeno desde el punto de vista de la lucha de c1ases y del materialismo histórico:

"La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la insurrección y en que se producen intervalos más o menos considerables entre 'grandes batallas' de la guerra civil." (Marx. Engels, Marxismo, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, pág. 206).

Así mismo previene al partido contra el guerrilIerismo y destaca el papel dirigente del Partido:

“...El partido del proletariado no puede nunca considerar la guerra de guerrillas como el único, ni siquiera como el principal procedimiento de lucha; que este procedimiento debe estar subordinado a los otros, debe ser proporcionado a los procedimientos esenciales de lucha, ennoblecido por la influencia educadora y organizadora del socialismo. Sin esta última condición, todos , absolutamente todos los procedimientos de lucha, en la sociedad burguesa, aproximan al proletariado a las diversas capas no proletarias, situadas por encima o por debajo de él, y. Abandonadas al curso espontáneo de los acontecimientos, se desgastan, se pervierten, se prostituyen...” (Ídem., pág. 209),

Igualmente, clarifica el hecho de que la lucha guerrillera hace parte de la guerra civil prolongada , que es la forma que ha adquirido la lucha de clases en Rusia:

“Es, pues, completamente natural e inevitable que en una época semejante , en una época de huelgas políticas en escala nacional, la insurrección no puede adoptar la antigua forma de actos aislados, limitados a un lapso de tiempo muy breve y a una zona muy reducida. Es completamente natural e inevitable que la insurrección tome formas más elevadas y complejas de una guerra civil prolongada y que abarca a todo el país, es decir; de una lucha armada entre dos partes del pueblo. Semejante guerra no puede concebirse más que como una serie de pocas grandes batallas, separadas unas de otras por intervalos relativamente considerables y una gran cantidad de pequeños encuentros librados durante estos intervalos....” (Ídem, págs.21O-211).

Y pone en claro el papel del Partido en tal lucha:

“La socialdemocracia [el comunismo] debe proponerse, en la época en que la lucha de clases se agudiza hasta llegar a la guerra civil, no solamente tomar parte en esta guerra civil , sino también desempeñar la función dirigente en ella. La socialdemocracia debe educar y preparar a sus organizaciones para que realmente sean capaces de actuar como una parte beligerante , no dejando pasar ninguna ocasión de asestar un golpe a las fuerzas del adversario...” (Ídem., pág. 211).

Todo el período que antecede la revolución en el 17 es una época de grandes discusiones en torno a la guerra imperialista que se avecina. Desde 1914 los comunistas, con Lenin a la cabeza definen la estrategia y tácticas correctas en tal guerra: “Transformar la guerra imperialista en guerra civil y acelerar el hundimiento del capitalismo. Demuestra cómo la huelga contra la guerra y negarse a prestar el servido militar, banderas defendidas por los oportunistas, son tonterías:"una ilusión pobre y medrosa de luchar sin armas contra la burguesía armada, una añoranza por destruir el capitalismo sin una encarnizada guerra civil o sin una serie de guerras...” (Acerca del Movimiento Obrero y Comunista Internacional, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, Pág. 216).

Consecuentes con esa idea, los bolcheviques organizan una gigantesca labor en el ejército imperial ruso, enarbolan la consigna del derrotismo revolucionario y la confraternización en las trincheras , y preparan al pueblo para la guerra popular, para la insurrección.

Stalin en "Las condiciones para la victoria de la Revolución Rusa" observa que, a pesar de existir un ejército que por su composición y por la inf1uencia de las ideas revolucionarias, es posible convertirlo en un ejército popular, es necesario que el proletariado cuente con sus propias fuerzas armadas; y en particular destaca el papel de la guardia obrera :

“La guerra, como todo en la vida, tiene, además de sus lados negativos, su lado positivo, pues, movilizando a casi toda la población adulta de Rusia, ha hecho del ejército un ejército popular por su espíritu, facilitando de esta manera la unión de los soldados con los obreros insurreccionados...

Pero el ejército es móvil, especialmente por sus constantes desplazamientos de un lugar a otro, de acuerdo con las exigencias de la guerra. El ejército no puede permanecer eternamente en un mismo sitio, protegiendo a la revolución frente a la contrarrevolución. Por eso se necesita otra fuerza armada, un ejército de obreros armados, naturalmente vinculados a los centros del movimiento revolucionario. Y si es cierto que una revolución no puede vencer sin una fuerza armada siempre dispuesta a servirla, tampoco nuestra revolución puede prescindir de una guardia obrera propia, íntimamente ligada a los intereses de la revolución...” (Obras T 111, pág. 14).

En "El Marxismo y la Insurrección" de septiembre de 1917, Lenin apunta las tres condiciones sin las cuales no es posible lanzarse a la insurrección con posibilidad de triunfo:

“Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo . Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución . Esto en tercer lugar. Estas tres condiciones, previas al planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente diferencian el marxismo del blanquismo...” (Marx Engels Marxismo. Ediciones en Lenguas Extranjeras Pekín, pág. 45tJ).

Todo el período posterior al triunfo de la insurrección hasta la derrota de los ejércitos blancos, los ejércitos financiados y dirigidos por las potencias imperialistas. Stalin jugó un papel importantísimo en la conducción de la guerra popular prolongada, organizando el Ejército Rojo, el Ejército de Obreros y Campesinos y combinando sus acciones con las acciones de los destacamentos guerrilleros, las milicias o guardias obreras y campesinas, y los levantamientos de las masas en las fronteras.

En "El Nudo Ucraniano" de marzo de 1918, refiriéndose a las pretensiones de los imperialistas alemanes ya advertía cómo la agresión se transformaría en una guerra prolongada como efectivamente ocurrió:

“El 'golpe fulminante' con el cual los alemanes calculaban matar dos pájaros de un tiro (conseguir el trigo y quebrantar a la Ucrania Soviética), tiene todas las probabilidades de convenirse en una guerra prolongada de los sojuzgadores extranjeros contra los veinte millones de almas que integran el pueblo ucraniano, al que se quiere arrebatar el pan y la libertad...” (Obras Completas T. IV. págs.48-49).

LA INTERNACIONAL COMUNISTA - III INTERNACIONAL

"La Insurrección Armada" es una valiosa recopilación de diversos artículos publicados en 1928 por orientación de la Internacional Comunista -III Internacional- luego de su VI Congreso. En este libro se analizan diversas experiencias de insurrecciones dirigidas por el proletariado en diferentes países; allí se exponen las lecciones de las insurrecciones en Europa y en China en las primeras tres décadas del siglo XX. En los distintos artículos se establecen las directrices y se resuelven diferentes relaciones concernientes al arte de la insurrección y se hace un gran esfuerzo por precisar incluso asuntos particulares de los combates. De esta obra, que es un clásico obligatorio de estudio para quien quiera dirigir una guerra popular, queremos extraer algunos apartes.

Contra la idea de los "izquierdistas" de que son las acciones militares de la vanguardia las que impulsan a las masas a la lucha, enfatiza en muchos de sus apartes:

“No son las acciones militares de una vanguardia armada las que pueden y deben suscitar la lucha activa de las masas por el poder, es el poderoso impulso revolucionario de las masas trabajadoras el que debe provocar las acciones militares de los destacamentos de vanguardia; la entrada en acción de estos últimos -según un plan bien estudiado, con antelación, en todos sus aspectos- debe producirse por el impulso revolucionario de las masas...” (Op. Cit., pág. 75).

En contra de la concepción "izquierdista" que pretende separar la política de los asuntos militares y que se pronuncia por el punto vista puramente militar en la guerra, pone de relieve el papel de la política como dirigente y lo militar como lo subordinado:

“Por importante que sea el papel del factor puramente militar en la insurrección, no deja de ser por ello un papel subordinado. El potente impulso revolucionario de las masas debe constituir la base social, el fondo social y político sobre el cual deben organizarse las acciones militares atrevidas, audaces y decisivas de los destacamentos avanzados del proletariado revolucionario, resuelto a romper la máquina gubernamental burguesa...” (Ídem., pág. 75).

De la página 147 a la 170 clarifica e insiste sobre el trabajo que deben realizar los partidos proletarios en las fuerzas armadas burguesas para triunfar en la guerra popular, detalla incluso las reivindicaciones concretas para la agitación y la propaganda en los diferentes ejércitos y cuerpos represivos en los distintos países, así como las formas de organización que deben desarrollarse allí y los métodos para trabajar en las filas enemigas; de todo ese valioso arsenal queremos extractar lo siguiente:

“El principio esencial para todo partido revolucionario es el que debe realizar un trabajo revolucionario donde haya masas concentradas. Los ejércitos y las marinas burguesas agrupan siempre decenas y centenas de millares de jóvenes proletarios o campesinos, que no son menos aptos para recibir las consignas y las ideas revolucionarias que los obreros de las fábricas y ciertas categorías de campesinos. Teniendo en cuenta que el ejército, la policía y la marina son los principales instrumentos de opresión, los principales medios por los que el estado burgués (y cualquier otro estado) combate al proletariado revolucionario, hay que encarecer constantemente la necesidad del trabajo revolucionario dentro de sus filas. Un partido que renuncia directa o indirectamente a esta rama esencial de la acción revolucionaria se expone a consecuencias extraordinariamente peligrosas para la revolución. Esta acción debe proseguirse incansablemente por todo el partido comunista, tanto en el período de acumulación de las fuerzas revolucionarias, como, y aun más intensamente, en período de plenitud de la revolución. Nosotros creemos que esta agitación, vistas las consideraciones arriba expuestas, no es menos esencial qu e el trabajo del partido en otros muchos dominios...” (Ídem. Pág. 151, las negrillas son apartes de las Tesis y Resoluciones del VI Congreso de la Internacional Comunista).

Refiriéndose a las guerras imperialistas y a la necesidad de transformarlas en guerra civil destaca que: “Uno de los grandes errores de la mayor parte de los partidos comunistas es el de plantear la cuestión de la guerra de una manera abstracta y desde el punto de vista de la propaganda y la agitación exclusivamente, sin examinar de forma seria la cuestión del ejército, factor decisivo en todas las guerras. Hay que explicar a las masas el sentido de la política revolucionaria en el problema de la guerra y hay que trabajar el ejército, sin lo cual toda lucha contra la guerra imperialista, todo esfuerzo para preparar las guerras revolucionarias, se limitan al dominio de la teoría (Ídem., págs. 150- 151. Las negrillas, son apartes de las Tesis y Resoluciones del VI Congreso de la Internacional Comunista).

Define las tareas del Partido Comunista con miras a la guerra popular, de un modo detallado y con múltiples ejemplos:

“...Un partido que sea marxista hasta el fin, es decir. que considere la insurrección como un arte, y propague entre la clase obrera la idea del levantamiento armado, debe plantearse prácticamente el problema de la educación de los cuadros de la futura insurrección y darle una u otra solución. Para eso, todo el partido proletario debe prepararse desde ahora mismo, sin esperar una situación inmediatamente revolucionaria, ya que entonces será demasiado tarde. Debe prepararse para ella con independencia de la situación política presente. El problema, a pesar de su dificultad aparente, no es, desde luego, insoluble. Al lado del estudio del marxismo-leninismo, la dirección de partido debe organizar también el del arte militar, el estudio de las lecciones de las diversas insurrecciones, principalmente las de

Rusia, Alemania y China. Estudio. Estudio puede hacerse en los círculos, en las escuelas (legales, semilegales o ilegales, según las circunstancias) consignando las lecciones de la lucha armada del proletariado en las publicaciones del partido, estudiando el arte militar en la práctica (envío de camaradas al ejército), formando organizaciones militares legales e ilegales (Frente rojo, en Alemania: Asociación revolucionaria de antiguos combatientes, en Francia).

El conocimiento de la teoría no basta, naturalmente, para formar dirigentes militares experimentados para los destacamentos de la guardia roja. Sin embargo, es esa la condición primera a la que no debemos renunciar...” (Ídem., págs. 174-175).

Finalmente, ilustra y advierte sobre las tareas de la insurrección y el camino que generalmente toma la guerra luego de una insurrección triunfante:

“La insurrección armada, al perseguir la destrucción del aparato gubernamental y la toma poder por el proletariado, adquiere la forma de lucha armada implacable entre la fracción militarmente organizada del proletariado y de sus aliados y la fuerza militar de las clases dominantes. En el primer período de esta guerra si declarada, la lucha se desarrollará principalmente en las ciudades, es decir, revestirá la forma combates de calle, diferenciándose, por otra parte, por su carácter y por su duración según 1as circunstancias. Del resultado del combate en ese período y de la rapidez con que el proletariado logre poner en pie un número suficiente de unidades aptas para el combate de su ejército rojo dependerá en una amplia medida el resultado de la lucha por la consolidación y extensión territorial de la revolución. Más tarde, cuando el poder esté sólidamente tomado por el proletariado, en las principales regiones económicas y políticas (las capitales los grandes centros económicos), la lucha armada tomará principalmente un carácter de guerra de campo abierto entre ejército rojo regular y los restos de la contrarrevolución indígena, o de la intervención extranjera...” (Ídem., pág. 189).

LA II GUERRA MUNDIAL

La segunda guerra mundial fue un hecho de importancia decisiva en la historia de la humanidad y en la historia de las guerras. Por primera vez en la historia universal se presentó una conf1agración que involucró a la inmensa mayoría de los hombres del planeta poniendo de relieve, en escala ampliada, el hecho de que el imperialismo es la guerra; igualmente, en escala sin precedentes en la historia de la guerra puso de manifiesto la invencibilidad de la guerra popular.

La segunda guerra mundial fue en realidad la primera guerra internacional del proletariado; ya Marx, Engels y Lenin habían advertido de esta posibilidad cuando sostuvieron que el triunfo definitivo del proletariado no sería posible sin una serie de guerras, e incluso sin una serie de guerras internacionales:

Engels en su carta del 12 de septiembre de 1882 a Kautsky dice: “ Una cosa es segura: el proletariado victorioso no puede imponer la felicidad a ningún pueblo extranjero sin comprometer su propia victoria. Bien entendido, esto no excluye, en absoluto, las guerras defensivas de diverso género” (Obras Escogidas en 1 Tomo., pág. 713).

Los hechos de Europa del 48 al 50 dejan claro que “toda reforma social no será más que una utopía mientras la revolución proletaria y la contrarrevolución feudal no midan sus armas en una guerra mundial (C. Marx, Trabajo Asalariado y Capital, Ídem., pág. 69).

Lenin en “El Programa Militar de la Revolución Proletaria" de septiembre de 1916 refiriéndose a los errores de los conciliadores (Kautsky, Trostky y Cía.) con los socialimperialistas señala: “...el socialismo triunfante en un país no excluye en modo alguno, de golpe, todas las guerras en general. Al contrario, las presupone. El desarrollo del capitalismo sigue un curso extraordinariamente desigual en los diversos países. No puede ser de otro modo bajo el régimen de producción de mercancías. De aquí la conclusión indiscutible de que el socialismo no puede triunfar simultáneamente en todos los países. Triunfará en uno o en varios países, mientras los demás seguirán siendo, durante algún tiempo, países burgueses o preburgueses. Esto no sólo habrá de provocar rozamientos, sino incluso la tendencia directa de la burguesía de los demás países a aplastar al proletariado triunfante del Estado socialista. En tales casos, la guerra seria, de nuestra parte, una guerra legítima y justa. Seria una guerra por el socialismo, por liberar de la burguesía a los otros pueblos. Engels tenía completa razón cuando, en su carta a Kautskv del 12 de septiembre de 1882, reconocía directamente la posibilidad de 'guerras defensivas' del socialismo ya triunfante. Se refería precisamente a la defensa del proletariado triunfante contra la burguesía de los demás países” . (Marx Engels Marxismo ELE Pekín., pág. 411).

La segunda guerra mundial se proponía en verdad acabar con el Estado socialista, y se convirtió en una guerra defensiva del proletariado en la cual arrebató al imperialismo la mitad de Europa. La Internacional equivocó su análisis al considerar el carácter de la guerra, y a pesar de que actuó correctamente al buscar una alían/a con las fuerzas antifascistas y al derrocar a la burguesía en los países ocupados por las tropas fascistas, no lo hizo al disolver la organización internacional del proletariado.

Ya desde 1936, en lo que se conoce como la guerra civil en España, se puso en evidencia las pretensiones del imperialismo de aplastar el movimiento obrero y de acabar con el campo socialista. La insurrección fascista en España con Franco a la cabeza y la intervención sanguinaria de Alemania e Italia contra el proletariado con la anuencia de los imperialistas ingleses, franceses y norteamericanos no dejaban dudas de ello. La política de no intervenci6n promovida por los imperialistas y aceptada inicialmente por la Unión Soviética se constituyo en él hecho que alentó a Hitler y sus secuaces a avanzar en sus sueños de dominar el mundo. En España los fascistas y, especialmente los alemanes, probaron sus nuevas armas y constataron las intenciones de sus oponentes, tanto de sus competidores imperialistas como del proletariado internacional. El proletariado se equivocó al no intervenir desde el principio mismo, con lo cual hubiera amarrado las manos de los fascistas y muy posiblemente hubiera impedido la segunda guerra mundial.

Fueron los imperialistas norteamericanos quienes financiaron la máquina de guerra fascista en los tiempos de "paz" a pesar de las prohibiciones establecidas desde la primera guerra, la burguesía alemana supo mantener durante varios año la industria de guerra en el anonimato hasta la subida de Hitler quien desafió abiertamente a los gobiernos de Europa y Estados Unidos, mostrando su arsenal y causándoles pánico con su aviaci6n y sus tanques. No había sido derrotado aún el proletariado en España cuando Hitler inicia su campaña por apoderarse de Europa; sin disparar un tiro, consigue la anexión de Austria, el desmembramiento de Checoslovaquia y cuando se siente lo suficientemente fuerte y ha constatado la cobardía de sus congéneres imperialistas, invade Polonia y Francia para dar suelta a su avezado plan de destruir el régimen soviético.

Al pánico que se observa en todas las declaraciones y "maniobras" diplomáticas de los gobernantes de la época se añade su odio visceral al proletariado y su deseo morboso, compartido por toda la burguesía del orbe, de matar el comunismo "en su cuna", como diría Churchill; de ahí su permiso para exterminar el proletariado revolucionario en España, de ahí su afán de inducir a Hitler a comenzar la invasión contra Rusia y su negativa a una alianza con la Unión Soviética. Aun cuando las tropas alemanas invaden Francia y se hace evidente que las aspiraciones de los banqueros y monopolistas alemanes van más allá de acabar con el comunismo, los imperialistas ingleses y estadounidenses, se niegan a participar decididamente en la guerra, pues confían, en el fondo (sobre todo los norteamericanos), que los ejércitos alemanes de todas formas tendrán que invadir la Unión Soviética y que detrás de los países beligerantes, de su economía maltrecha y de sus tropas gastadas y agotadas por la guerra, les espera a ellos el gran festín.

Es un hecho que Inglaterra y Estados Unidos aplazaban su participación en la guerra; especialmente Estados Unidos calculaba aparecer en la guerra cuando los combatientes estuvieran agotados, sus aspiraciones de mandamás se dejan ver desde el principio mismo cuando se inmiscuye en los asuntos internos de Francia e Inglaterra, pretendiendo hacer lo propio con Rusia que jamás se lo permitió. Por la correspondencia secreta se sabe que Roosevelt insiste varias veces en que el gobierno soviético le conceda autorización a las fuerzas norteamericanas para inspeccionar y conseguir los planos de los aeródromos y bases estratégicas con el pretexto de ayudar a prevenir una posible acción japonesa por oriente. La contestación de Stalin es tajante y pone al descubierto los oscuros intereses de los imperialistas americanos: "Su propuesta de que el general Bradley inspeccione los objetivos militares rusos en el Lejano Oriente y en otros lugares de la URSS me ha producido sorpresa. Debería ser perfectamente claro que los objetivos militares rusos únicamente pueden ser inspeccionados por rusos, al igual que los objetivos militares americanos sólo pueden ser inspeccionados por americanos. En esta cuestión no debería existir ninguna oscuridad" . (W. Churchill. “La Segunda Guerra Mundial.” Y J. Stalin. "Correspondencia Secreta de Stalin con ChurchilI, Attlee, Roosevelt y Truman 1941- 1945". Edil. Grijalbo. Pág. 373).

Sólo mucho después que las tropas de Mussolini invaden en 1935 Abisinia (hoy Etiopía y en esa época colonia de Inglaterra), de que los miembros del "Pacto de Acero" (Alemania, Italia y España) invaden España en 1936, de que Japón invade China en 1937, de que Alemania invade Austria en 1938 y Polonia en 1939, se produce la declaración de guerra anglo-francesa y sólo después que la flota naval norteamericana es bombardeada en Pear Harbor por Japón en 1940, Estados Unidos decide declarar la guerra y se formaliza la alianza antifascista con la Unión Soviética. Pese a la formalidad de las declaraciones de guerra al fascismo y a las altisonantes palabras de apoyo mutuo, los imperialistas americanos, ingleses y franceses se negaron a crear un segundo frente de guerra en Europa hasta que se dieron cuenta que el Ejército Rojo amenazaba no sólo con aniquilar las tropas alemanas que eran obligadas a retirarse derrotadas en una guerra sin precedentes, sino que además, el prestigio moral y político de aquel ejército de obreros y campesinos alentaba la instauración de las repúblicas democrático populares por doquier pasaba. Los cálculos mezquinos de los imperialistas se venían a pique envueltos en la ira de millones de obreros, campesinos e intelectuales que castigaban a sus burguesías cobardes y aceptaban la dirección del proletariado revolucionario. El desembarco de las "tropas aliadas" (norteamericanas e inglesas con otras) en Normandía en 1944, lejos de ser una amenaza contra las hordas fascistas, a pesar de que contribuyeron a su derrota, era una medida preventiva para impedir que el poder rojo se extendiera en toda Europa.

Durante casi todo el transcurso de la guerra el proletariado soviético y los pueblos de los países invadidos fueron quienes soportaron el peso total de la guerra, y por tanto, fue un error disolver la internacional; con ello no se facilitó, como creía Stalin y los dirigentes de la Internacional, la unidad de las fuerzas antifascistas; como tampoco se desenmascaraba como se creyó “la falacia de los hitleristas de que Moscú trata de intervenir en la vida de otras naciones y bolchevizarlas” (Stalin. Respuesta a la carta de Harold King en mayo del 43. En José Stalin La Gran Guerra Patria de la Unión Soviética. Pág. 163) Y por el contrario, se debilitó la unidad internacional del proletariado, combatiente de primera fila en la guerra imperialista; igualmente era erróneo el argumento de que con la disolución se “desenmascara la calumnia de los adversarios del comunismo en el seno del movimiento obrero, de que los partidos comunistas de varios países actúan no en interés de su pueblo sino bajo órdenes del extranjero” (Ídem).

Como hemos visto, los imperialistas angloamericanos todo el tiempo estuvieron esperando que las fuerzas del proletariado fueran destrozadas, y sólo en junio de 1944, cuando ya las tropas fascistas habían sido derrotadas y se encontraban a la defensiva estratégica, diez meses antes de su aniquilamiento definitivo, abren el segundo frente en Europa; a ello se agrega las acciones de sabotaje a la resistencia en los países invadidos y la entrega, en cantidad de casos, de los mejores combatientes comunistas a las SS y la Gestapo hitlerianas por parte de los espías ingleses, americanos y franceses. Esto sin embargo, no quiere decir que haya sido incorrecta la actuación de Stalin en cuanto a buscar una alianza con todas las fuerzas antifascistas; pero para lograr tal alianza no debía disolverse la organización internacional de la clase obrera. Es, guardando las proporciones, disolver el partido del proletariado en un país en aras de una alianza temporal con un sector de su burguesía.

Desde el punto de vista militar, incluso los imperialistas tienen que reconocer la sagacidad, la capacidad y la heroicidad del proletariado dirigido por Stalin. Desde 1941 hasta mayo de 1945 el proletariado soviético sostuvo la mayor proeza guerrera de la historia. Creó un poderoso ejército regular que, apoyado por todo el pueblo, fue capaz de derrotar las tropas más carniceras y asesinas que se hayan conocido hasta ahora. Hombres, mujeres y niños levantados en pie de guerra garantizaron para el Ejército Rojo no sólo los medios materiales bélicos más modernos, los alimentos, ropa y reservas para hacer frente a la aviación, los tanques y hordas fascistas, sino que además, en un hecho sin precedentes también, trasladaron a la retaguardia segura toda la industria de las regiones ocupadas, en donde cientos de miles de combatientes, en audaces acciones guerrilleras, no dieron respiro al invasor.

La segunda guerra mundial demostró el carácter pusilánime de la burguesía y los terratenientes y la capacidad creadora de las masas que por iniciativa propia y de los mejores hijos de la clase obrera desplegaron, como nunca se haya visto, una poderosa guerra de guerrillas acompañada de los levantamientos armados en masa en todos los países invadidos. sin los cuales el Ejército Rojo no hubiera podido derrotar y aniquilar a las tropas fascistas. Más de un millón de combatientes sumaban los destacamentos guerrilleros y partisanos que con sus acciones a todo lo largo y ancho del frente y en las líneas de comunicación no dieron respiro a los invasores. La omnipotencia de la guerra popular, de la guerra de las masas conscientes que saben por qué luchan, demostró nuevamente su invencibilidad.

Los resultados finales de la guerra que se proponía aplastar al proletariado y "matar en su cuna al comunismo" hablan por sí solos; en Asia el pueblo chino, bajo la dirección del proletariado, logra expulsar a los invasores japoneses, otro tanto hicieron los pueblos de Vietnam y Corea; en Europa, Yugoslavia, Albania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Alemania Oriental logran para el proletariado la conquista de la dirección de la sociedad. Al inicio de la guerra imperialista sólo existía un Estado socialista, al final, emerge de sus cenizas y sus horrores, el campo socialista.

MAO TSE-TUNG

Todo el arsenal teórico, producto de más de un siglo de experimentación de la Guerra Popular es desarrollado genialmente por Mao Tse-tung en sus diversos artículos que hoy día se constituyen en guía obligada de los partidos proletarios, no solo en los países oprimidos sino también en las ciudadelas imperialistas. El arte de la guerra popular se ha convertido así en una doctrina armónica, completa e invencible que sólo puede ser aplicada por el proletariado revolucionario porque tiene como médula la movilización de las masas para la guerra y su participación consciente en ella.

Desde 1928 hasta 1949 Mao Tse-tung dirige al pueblo chino durante las tres guerras que tuvieron lugar en este lapso de tiempo. Sus trabajos teóricos tienen además el gran valor de ser extraídos de la experiencia de la guerra misma y tienen una gran importancia en el desarrollo de la teoría militar del proletariado.

La línea militar de la revolución en China y en general toda la teoría de la guerra popular surgida de su práctica es, sobre todo, el producto de grandes derrotas estratégicas de la revolución, una de las cuales casi acaba con el Partido. Por eso la línea de la guerra popular surgió en lucha y todos los trabajos de Mao son hechos en medio de tremendas confrontaciones contra el dogmatismo y el subjetivismo en la guerra.

Mao Tse-tung concede especial importancia al asunto de cómo aprender a desarrollar la guerra, cómo se aprende el arte militar y cuál es el método de un partido obrero para dirigir la guerra con acierto, desarrollando la teoría materialista del conocimiento aplicado al arte de la guerra:

“Ese método es conocer a fondo todos los aspectos de situación del enemigo y la nuestra, descubrir las leyes que rigen las acciones de ambos lados y aplicarlas a nuestras propias acciones…

...Aquí la clave es conseguir que lo subjetivo concuerde bien con lo objetivo... Las leyes de la guerra, como las de todos los demás fenómenos, son el reflejo de la realidad objetiva en nuestra conciencia” (Selección de Escritos Militares, págs. 91-95).

“El proceso de conocimiento de una situación no sólo tiene lugar antes, sino también después de la formulación del plan militar. Desde el momento en que el plan se lleva a la práctica hasta el fin del combate, media otro proceso de conocimiento de la situación, es decir; el proceso de aplicación del plan. Es aquí donde surge la necesidad de comprobar de nuevo si el plan trazado en el proceso anterior corresponde a la situación real. Si el plan no corresponde a la realidad o no corresponde plenamente, es necesario, a luz de los nuevos datos, formar un nuevo juicio, tomar una nueva decisión y modificar el plan inicial con vistas a hacer que corresponda a la nuera situación. Ocurre que, en casi todas las operaciones, el plan es rectificado parcialmente y, a veces, incluso por completo.” (Ídem., págs. 93-94).

“Leer es aprender; aplicar también es aprender, y es una forma más importante de aprender. Nuestro método principal consiste en aprender a combatir en el curso mismo de la guerra” (Idem., págs. 94-95).

“Todas las leyes o teorías militares que tienen un carácter de principio, son las experiencias de las guerras pasadas, sintetizada por nuestros antecesores o nuestros contemporáneos. Debemos estudiar con seriedad estas lecciones pagadas al precio de sangre, que nos han legado las guerras pasadas. Esta es una tarea. Pero hay otra: comprobar con nuestra propia experiencia las conclusiones así extraídas, asimilo lo útil y agregar lo que nos es específicamente propio. Cumplir esta última tarea es sumamente importante, pues de otro modo no podemos dirigir una guerra.” (Ídem., pág. 94).

La Guerra Popular en China, como en cualquier guerra defensiva que se proponga derrotar un enemigo más fuerte, tenía tres etapas estratégicas bien diferenciadas; la defensiva estratégica, o la etapa de acumulación de fuerzas por parte de la parte más débil, donde el enemigo estará a la ofensiva estratégica; el equilibrio estratégico, o la etapa en que las fuerzas más débiles alcanzan, si han obrado con acierto, una igualdad de fuerzas con el adversario; y la etapa de ofensiva estratégica donde las fuerzas más débiles se proponen derrotar estratégicamente al adversario y éste pasa a la defensiva estratégica.

Así las cosas, la clave consistía en descubrir las leyes particulares derivadas del carácter prolongado de la guerra en China, en razón sus características:

•  Un vasto territorio que facilitaba grandes operaciones en el campo y por tanto se contaba con un enorme teatro de guerra.

•  Un desarrollo desigual tanto económico como político: China era en los años 20 un país semicolonial y semifeudal donde la inmensa mayoría de la población, varios cientos de millones, era campesina sometida a los señores y mandarines feudales, la clase obrera era una ínfima minoría, alrededor de 2 millones, que vivía hacinada en los tugurios de unas cuantas grandes ciudades, lo cual no quería decir que debía renunciar a luchar como clase independiente, con sus propias organizaciones y sus métodos, y con mayor razón a tomar la dirección estratégica de la guerra.

•  No existía un Estado centralizado, no existía un Estado burgués, las masas no conocían la palabra democracia y, mucho menos el voto o el derecho de huelga o movilización.

El segundo, el que todas las clases en China tenían sus propios ejércitos y controlaban territorios y resolvían las contradicciones por medio de las armas; esto hizo que la forma principal de la lucha de clases fuera la lucha armada desde principios del siglo XX y el ejército se convirtiera en la forma principal de organización de las masas.

Con base en esto, las tres etapas de la guerra prolongada en China tenían unas características especiales. En la etapa de defensiva estratégica la forma principal de lucha era la guerra de movimientos, complementada con la guerra de guerrillas y la guerra de posiciones jugaba un papel auxiliar. En la etapa de equilibrio estratégico la forma principal de lucha era la guerra de guerrillas y la guerra de movimientos jugaba un papel secundario. En la etapa de contraofensiva estratégica la forma principal de lucha era la guerra de movimientos, la guerra de posiciones jugaba un papel secundario y la guerra de guerrillas un papel auxiliar. El carácter prolongado de la guerra popular y el enfrentamiento entre una débil fuerza de la clase obrera y poderosos ejércitos de las clases reaccionarias determinó a su vez que las campañas de "cerco y aniquilamiento" y las contracampañas se convirtieran en la forma principal de la guerra en China.

En estas campañas se emplean, como en todas las guerras, dos formas de lucha: la ofensiva y la defensiva; con la particularidad de que allí se repiten alternándose durante un largo período: “En cada campaña, la alternación de las formas de combate consiste en una primera etapa, en que el enemigo opone su ofensiva a nuestra defensiva y nosotros nuestra defensiva a su ofensiva y una segunda etapa, en que el enemigo opone su defensiva a nuestra ofensiva y nosotros nuestra ofensiva a su defensiva” (Ídem., pág. 107).

Pero la repetición alternada no es una repetición mecánica, sino que en cada nueva campaña y contracampaña de "cerco y aniquilamiento", a pesar de los altibajos “...las operaciones ganan en amplitud, la situación se hace más compleja y la lucha más encarnizada.” (Ídem., pág. 107) Esto se constituye en una ley particular de la guerra popular prolongada.

Las campañas de cerco y aniquilamiento y las contracampañas se mantienen hasta tanto las fuerzas populares no adquieran la superioridad. “Entonces, nosotros organizaremos campañas de cerco y aniquilamiento contra el enemigo, y éste recurrirá a las contracampañas.” (pág. 111).

Mao resuelve los asuntos particulares concernientes a la etapa de defensiva estratégica detallando los pasos a seguir en cada campaña de cerco y aniquilamiento del enemigo así: 1. la defensiva; 2. la preparación de una contracampaña; 3. la retirada estratégica; 4. la contraofensiva estratégica; 5. la iniciación de la contraofensiva; 6. la concentración de las fuerzas; 7. la guerra de movimientos; 8. la guerra de decisión rápida; 9. la guerra de aniquilamiento.

Se pronuncia por la defensa activa en oposición a la defensa pasiva como único medio de conservar las propias fuerzas y aniquilar las del enemigo:

"La defensa activa se denomina también defensiva ofensiva o defensa por combates decisivos ... Sólo la defensa activa es una defensa verdadera, efectuada con el objetivo de pasar a la contraofensiva y a la ofensiva. " (pág. 113).

Los preparativos de una contracampaña son necesarios para no perder la iniciativa en la guerra y quedar reducidos a la defensa pasiva; ellos deben contemplar principalmente la retirada del Ejército Rojo y la movilización política de las masas.

La preparación de la retirada del ejército consiste en elegir las zonas de operaciones para acumular los medios materiales, para engrosar sus filas y para adiestrar a los soldados.

Mao consideraba la movilización política de las masas para la guerra como un "problema de primera importancia" . Insiste en que a los combatientes del ejército y a la población se les debe decir clara, decidida y detalladamente que la ofensiva del enemigo es inevitable e inminente y que causará daños graves al pueblo; así mismo que se le debe mostrar a las masas las ventajas del ejército rojo y las debilidades del enemigo.

"Excepción hecha de los secretos militares, la movilización política debe realizarse abiertamente y extenderse en la medida de lo posible a todos los que puedan defender los intereses de la revolución. " (pág. 117).

Clarifica el sentido de la retirada estratégica como necesidad del ejército más débil para inducir al enemigo a cometer errores, llevar al enemigo a pelear en territorio desfavorable para él, desmoralizarlo y cansarlo para lanzar la contraofensiva y aniquilarlo.

"La retirada estratégica es una medida estratégica planificada que adopta un ejército inferior en fuerza, cuando estima no poder aplastar rápidamente la ofensiva de un adversario más poderoso, con el fin de conservar sus fuerzas y esperar momento oportuno para derrotar al enemigo" (pág., 118).

Precisa que la contraofensiva sólo se debe lanzar cuando se hayan cumplido algunas condiciones entre las cuales la más importante es el apoyo de la población, la cual permite crear o saber otras condiciones como descubrir los puntos débiles del enemigo, inducirlo a cometer errores, saber sí se encuentra cansado y desmoralizado, etc.

"Sólo una batalla decisiva puede solucionar el problema de quién es el vencedor y quien el vencido. He aquí la tarea en la fase de la contraofensiva estratégica. La contraofensiva es un largo proceso; es la fase más dramática y más dinámica de una campaña defensiva; es también su fase final. Por defensa activa se entiende, principalmente, esta contraofensiva estratégica de carácter decisivo." (Pág., 132).

Las particularidades de la contraofensiva consistían básicamente en tres asuntos concernientes a la primera batalla, la cual era decisiva para el aplastamiento de la campaña de cerco y aniquilamiento; el plan particular de la primera batalla y las batallas sucesivas y los preparativos de la siguiente fase estratégica.

“En primer lugar, es necesario ganar la primera batalla. Solo debemos emprender la lucha cuando la situación del enemigo, el terreno, el apoyo popular y otras condiciones son completamente favorables para nosotros y desfavorables para el enemigo y cuando estamos absolutamente seguros de poder vencer. De lo contrario es preferible retroceder, actuar con cautela y esperar la ocasión. Semejante ocasión se presentará tarde o temprano; no debemos aceptar el combate en forma precipitada...

En segundo lugar, el plan para la primera batalla tiene que ser el preludio, parte orgánica del plan de toda la campaña. Sin un buen plan para toda la campaña es absolutamente imposible sostener con verdadero éxito la primera batalla. Es decir, aunque se logre la victoria en la primera batalla, si ésta perjudica a la campaña en su conjunto en lugar de beneficiarla, la victoria en dicho batalla sólo puede ser considerada como derrota ... Por lo tanto, antes de dar la primera batalla, debemos examinar en líneas generales, cómo se sostendrán la segunda, la tercera, la cuarta y hasta la última, y qué cambios se producirán en la situación general del enemigo después de cada una de nuestras victorias o de cada uno de nuestros fracasos ...

En tercer lugar, también es preciso considerar como operar en la siguiente fase estratégica.” (págs., 140-142).

En cuanto a la concentración de las fuerzas y su relación con la guerra de movimientos, la guerra de decisión rápida y la guerra de aniquilamiento enfatiza en que lo decisivo es concentrar una fuerza superior para ganar la iniciativa y derrotar al enemigo por partes sin lo cual no es posible su aniquilamiento, por tanto “... debemos emplear nuestro ejército, sea cual fuere su fuerza numérica, en una sola dirección principal en un momento determinado... Nuestra estrategia es 'enfrentar uno a diez', y nuestra táctica es 'enfrentar diez a uno' ”. (pág., 145- 146).

Esta concentración de las fuerzas no implica el abandono de la guerra de guerrillas o la no utilización de fuerzas del ejército para operaciones en direcciones secundarias, la concentración de las fuerzas se refiere a garantizar la superioridad en el campo de batalla.

El hecho de tener que desarrollar la guerra de movimientos y no guerra de posiciones ocasiona que las bases de apoyo en la etapa de defensiva estratégica sean inestables y le otorga al ejército popular la característica de un ejército guerrillero.

Sin embargo “... no rechazamos la guerra de posiciones allí donde es necesaria y posible. Tenemos que reconocer la necesidad de recurrir a la guerra de posiciones cuando, en un período de defensiva estratégica, defendemos con empecinamiento algunos puntos clave con miras a contener al enemigo, y cuando nos vemos frente a una fuerza enemiga aislada y privada de toda ayuda durante nuestra ofensiva estratégica.” Pág. 152).

Así mismo, el carácter guerrillero del ejército (su descentralización, falta de uniformidad ausencia disciplina estricta etc.) debe superarse gradualmente. "A medida que el Ejército Rojo alcanza una etapa superior, debe desembarazarse de todo ello gradual y conscientemente, para hacerse más centralizado, más disciplinado, más cuidadoso y concienzudo en su trabajo: en una palabra, más regular en su carácter." (Pág. 153-154).

Mao aplica los principios generales de la guerra y de la insurrección cuando analiza la necesidad de campañas y combates de decisión rápida en la guerra prolongada:

“La guerra estratégicamente prolongada y las campañas o combates de decisión rápida son dos aspectos de una sola y misma cosa, dos principios que se deben subrayar igual y simultáneamente en la guerra civil y que también son aplicables a la guerra antiimperialista.” (pág. 155).

La decisión rápida en las campañas y combates de la guerra prolongada exige tener en cuenta: - lanzarse a la ofensiva con decisión en el momento oportuno: -concentrar fuerzas superiores; -cercar y realizar movimientos envolventes; -elegir el terreno favorable y atacar a las fuerzas enemigas cuando están en marcha o no se han organizado.

“En una guerra contra un enemigo poderoso, las operaciones encaminadas sólo a derrotar al enemigo no pueden decidir rápidamente el desenlace de la guerra. En cambio, una batalla de aniquilamiento produce de inmediato un gran impacto sobre el enemigo, sea cual fuere. En una riña es mejor cortarle un dedo al adversario antes que herirle en los diez; en una guerra, es mejor aniquilar una división enemiga que derrotar a diez.” (Pág., 159).

A pesar de que en la guerra popular prolongada lo principal es la guerra regular' y lo secundario es la guerra de guerrillas Mao eleva a nivel de sistema la lucha guerrillera en la guerra contra el Japón y demuestra que en las condiciones de China esta forma de lucha tiene un carácter estratégico, dado el teatro de operaciones, la vastedad del territorio y la superioridad del enemigo, que hace necesario realizar operaciones no solo en las líneas interiores para apoyar las campañas del ejército regular sino, también, en operaciones independientes en su retaguardia, donde las guerrillas operan sin ella.

Combatiendo las ideas del guerrilIerismo errante, consistente en solo realizar escaramuzas y propinar bajas al enemigo sin plantearse su aniquilamiento y olvidando las tareas políticas y la vinculación de las masas al esfuerzo de guerra Mao plantea que las zonas de operaciones guerrilleras deben sostener las bases de apoyo donde el enemigo las haya ocupado y transformar en bases de apoyo las nuevas zonas de operaciones.

"Estas zonas guerrilleras se transformarán en bases de apoyo cuando hayan pasado por el proceso necesario de la guerra de guerrillas, es decir, cuando en ellas se haya aniquilado o derrotado a una gran cantidad de tropas enemigas y destruido el régimen títere; cuando hayan sido puestas en actividad las masas, formadas las organizaciones populares antijaponesas, desarrolladas las fuerzas armadas del pueblo y establecido el Poder antijaponés". (Pág. 187).

Igualmente, plantea que las fuerzas guerrilleras se deben transformar con el tiempo en fuerzas regulares y con ello, la guerra de guerrillas en guerra de movimientos.

En cuanto al ejército, Mao retomando la experiencia del Ejército Rojo en Rusia, que una vez derrotó a los ejércitos blancos, se transformó en un "ejército de trabajo", subvirtió los conceptos que hasta el momento existían sobre esta máquina de fuerza cuando planteó que éste no debía convertirse en una carga para las masas. Así, el ejército popular se convirtió en una forma elevada de organización de las masas, en un destacamento altamente disciplinado que combatía, producía, hacía propaganda entre las masas y las organizaba. Planteó además la necesidad de establecer la democracia tanto económica como política y militar en el ejército.

El Movimiento Revolucionario Internacionalista

En sus distintas declaraciones el movimiento marxista leninista maoísta internacional, desde 1980 (1 Conferencia Internacional), posteriormente en 1984 (II Conferencia que dio vida al MRI) hasta ahora, se ha mantenido y ha desarrollado, sobre todo en el Perú y Nepal, las bases sentadas por nuestros maestros acerca de la guerra popular.

En el documento Principios fundamentales para la unidad de los marxistas-leninistas y para la línea del Movimiento Comunista Internacional , preparatorio a la primera conferencia, se establece el principio de la violencia revolucionaria como la partera de la historia, destacando el papel de la lucha armada y de la guerra popular para la conquista del poder:

“(163) La transformación revolucionaria de la sociedad no es realizable sin el derrocamiento armado del poder del Estado reaccionario. Teniendo en cuenta las condiciones particulares en los diferentes países y haciendo un análisis concreto, los comunistas de todas partes deben basarse en (y aplicar) el principio fundamental que Mao Tse-tung ha expresado en forma concentrada cuando dice: 'La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del poder por medio de la lucha armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este revolucionario principio marxista-leninista tiene validez universal, tanto en China como en los demás países'.” (Hacia la Internacional Comunista de Nuevo Tipo: viva el marxismo leninismo maoísmo pág. 89).

Combatiendo la idea "izquierdista" señala en el aparte (l64) que la lucha armada de las masas no es siempre la forma principal de lucha, pero a la vez no deja cabida al derechismo pacifista advirtiendo que los comunistas deben desarrollar su trabajo con las miras puestas en la lucha armada de las masas: “...deben estudiar las leyes de la guerra revolucionaria, hacer un balance de las experiencias y estudiar las condiciones concretas teniendo en vista el objetivo de la lucha armada de masas.”

Diferenciándose abiertamente del "izquierdismo" que pretende reemplazar a las masas en la guerra, o que cree que las masas pueden ser atraídas a desarrollar la guerra popular por las acciones de los héroes aislados de ellas, traza las tareas de los comunistas revolucionarios tanto entre las masas en general como entre las fuerzas armadas enemigas:

“(165) Además, aunque la lucha armada por el poder tomará diferentes formas y pasará por diferentes etapas según las distintas condiciones de cada país, debe estar caracterizada en todos los casos por la participación y movilización de las amplias masas bajo la dirección del proletariado y de su partido y apoyarse en ellas. El partido debe tomar en sus manos la tarea de impulsar la creación y la dirección de sus propias fuerzas armadas populares de masas, siendo éste el aspecto principal para realizar una guerra revolucionaria -y debe, así mismo, efectuar un trabajo político en el seno de las fuerzas armadas reaccionarias a fin de desintegrarlas y de ganar tantos soldados como sea posible en el curso de la lucha revolucionaria- guiando la lucha armada de masas hasta la victoria final. En fin, el partido debe jugar el rol dirigente para que la guerra revolucionaria sea verdaderamente y cada vez más una guerra de masas, en el curso de la cual éstas reciban una formación ideológica y política, y sobre esta base, organizativa, y se preparen para ejercer el poder político...” (Ídem).

Explica las diversas condiciones que pueden presentarse en los distintos países, señala una orientación general de acuerdo a los dos tipos de países (imperialistas y oprimidos) y sobre estos últimos concluye:

"(215) Para resumir, es mediante un análisis concreto de las condiciones, mediante el estudio y evaluación de la experiencia adquirida que es necesario determinar si, y bajo qué condiciones, la lucha armada debe progresar de los campos a las ciudades, o en el sentido contrario. Pero en todos los casos el partido proletario debe cumplir sus tareas y desarrollar la lucha de las masas con miras al objetivo concreto de poder emprender la lucha armada en tanto que forma principal de lucha, tan pronto como esto sea posible; el partido debe dar una gran importancia al trabajo revolucionario y al papel de la lucha armada en el campo, aún en el caso en que sea correcto centrar la actividad revolucionaria en las ciudades; el partido debe prepararse para conducir una lucha armada compleja y prolongada y debe estar listo a hacer frente a ataques inesperados de parte de los reaccionarios, incluyendo una intervención militar de los imperialistas; y lo que debe guiar al partido fundamentalmente, lo que debe aplicar constantemente es el principio de comprometer en la lucha armada, bajo su dirección, a las amplias masas, movilizarlas y apoyarse en ellas, y el hecho que la guerra revolucionaria debe verdaderamente ser una guerra de masas mismas, en el curso de la cual se preparen a ejercer el poder político bajo todos estos aspectos una vez que haya sido ganado por su lucha armada. " (Ídem pág., 104).

En la declaración de la Conferencia que conocemos como la Declaración de Otoño: A los marxistas-leninistas, a los Obreros y a los Oprimidos de Todos los Países , se resumen en unos cuantos párrafos estas conclusiones, señalando la importancia de estudiar las enseñanzas de Mao sobre la guerra popular prolongada para los países oprimidos, las cuales se han pretendido negar por parte de los revisionistas.

Las declaraciones del 84 y del 93 definen el rumbo general que la guerra popular adquiere tanto en los países imperialistas como en los países oprimidos y ratifican la importancia de la teoría de Mao Tse-tung sobre la guerra popular prolongada para los países oprimidos.

En la declaración del 84 se dice que: "La teoría desarrollada por Mao Tse-tung en los largos años de la guerra revolucionaria en China sigue siendo el punto de referencia para elaborar la estrategia y tácticas revolucionarias en los países coloniales, semi (o neo) coloniales." (Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista Pág. 35) Haciendo así una concesión al dogmatismo y al subjetivismo en la guerra, toda vez que se invierte la relación entre la teoría como guía obligada y la realidad como centro o referencia; esta visión estrecha ocasiona el que algunas organizaciones comunistas revolucionarias interpreten como suficiente la experiencia de China, y pretendan resolver los problemas de países y sociedades concretas con la fórmula de rodear las ciudades desde el campo en todos los países oprimidos, tal y como lo han expuesto en Colombia el Grupo Comunista Revolucionario (GCR) y la Organización Comunista de Colombia / mlm (OCC/mlm).

A pesar de esta concesión al dogmatismo, más adelante se mira el problema de la guerra popular en los países oprimidos con los ojos del proletariado revolucionario y del marxismo leninismo maoísmo creador y revolucionario, observando los cambios que han ocurrido y abriendo las puertas a interpretar la realidad de países como Colombia donde se ha impuesto el capitalismo:

“El peso relativo de las ciudades en relación al campo, tanto política como militarmente, es una cuestión sumamente importante que plantea el creciente desarrollo capitalista de algunos países oprimidos. En algunos de estos países es correcto iniciar la lucha armada con insurrecciones en la ciudad, y no siguiendo el modelo de cercar las ciudades desde el campo. Además, incluso en los países donde la vía de la revolución es la de rodear las ciudades desde el campo, pueden ocurrir situaciones en las que un levantamiento de masas conduce a sublevaciones e insurrecciones en las ciudades, y el partido debe estar preparado para aprovechar tales situaciones como parte de su estrategia de conjunto. Sin embargo en ambas situaciones, para que la revolución tenga éxito es crítico que el partido sea capaz de movilizar a los campesinos a participar en la revolución bajo el liderazgo proletario.” (Ídem. Pág. 42).

Las ideas contradictorias expresadas en las declaraciones indican la lucha entre líneas existentes en el seno de los marxistas leninistas maoístas y el Movimiento Revolucionario Internacionalista donde la línea marxista enfrenta una línea dogmática que desconoce los cambios sufridos en los distintos países oprimidos y por consiguiente, pretende trasladar la experiencia de la guerra popular china; ignora por completo la existencia de países oprimidos donde las relaciones capitalistas son las dominantes y donde las fuerzas principales de la revolución y de la guerra popular están concentradas en las grandes ciudades, lo cual indica objetivamente, que la guerra popular adquiere la forma de insurrecciones, y por tanto exige el cambio del escenario principal; todo lo cual no niega ni desconoce la importancia del trabajo en el campo y el desplazamiento o conjugación de la insurrección en las ciudades con levantamientos y lucha armada en el campo. Esta lucha, que no es otra cosa que la expresión de la lucha entre el proletariado y la burguesía en el seno de los comunistas revolucionarios en el mundo, tiene en Colombia una especial importancia e historia a la cual nos referiremos más adelante.

En los Andes peruanos desde 1980, y en los montes Himalaya en Nepal desde 1996, se han levantado los campesinos en armas dirigidos por sendos partidos marxistas leninistas maoístas, ambos miembros del Movimiento Revolucionario Internacionalista. Allí se están aplicando las lecciones aprendidas en más de un siglo de experiencia militar del proletariado, sus logros y dificultades se constituyen en fuente de inspiración y de aprendizaje para el proletariado internacional en la actualidad.

Rugen los Andes peruanos

Desde 1980 en los Andes peruanos las masas de campesinos pobres dirigidas por la clase obrera se han levantado en armas contra el imperialismo, la burguesía y los terratenientes. Esta Guerra popular ha obtenido importantes victorias, entre ellas, ha logrado la construcción del poder revolucionario en las bases de apoyo, en donde ha sido derrotado militarmente el Estado reaccionario, así sea temporalmente; así mismo, la guerra popular ha logrado crear un Ejército Popular que se propone conquistar el poder en todo el país.

La clase obrera a través del Partido Comunista del Perú dirige la guerra de las masas quienes se han convertido en las protagonistas derrocando el poder de las clases reaccionarias y estableciendo una nueva forma de Estado a través de los Comités Populares, organizaciones que cumplen las funciones estatales en lo económico, político y social. Los camaradas en el Perú han sostenido, con acierto, que la guerra popular por ellos dirigida, hace parte y sirve a la revolución proletaria mundial, precisión que enriquece el contenido internacionalista de su lucha.

En 1992 se presentó lo que el Presidente Gonzalo llamó "un recodo en el camino" como producto de su detención y de otros dirigentes del partido a manos del régimen de Fujimori; con esto, la guerra popular sufrió un duro golpe. Este hecho suscitó la aparición de una línea oportunista de derecha que propone poner fin a la guerra popular con el argumento de que no puede triunfar por carecer de "liderato". El Comité Central ha sostenido una lucha firme y decida contra la línea de derecha y ha persistido en mantener en alto la bandera de la revolución y la guerra popular; igualmente el proletariado internacional ha contribuido en esta lucha siendo de destacar la actuación de Movimiento Revolucionario Internacionalista en sacar las lecciones de este duro trance.

A pesar de la desinformación en que el proletariado internacional se encuentra, podemos observar que la guerra popular se encuentra en un período de estancamiento relativo, poniendo de relieve algunos problemas que deben ser y con seguridad están siendo motivo de reflexión para los camaradas del Perú y para todo el movimiento comunista internacional:

Debe preocupamos y estamos obligados a sacar las conclusiones pertinentes en cuanto al hecho de que la mitad de la población peruana se haya concentrado en la capital, situación distinta a la existente en el 80 cuando se inicia la guerra popular. Este fenómeno puede obedecer, o a errores en la conducción de la guerra popular, ya que no se puede concebir una guerra de las masas, donde las masas sean desplazadas de su lugar de residencia y trabajo; o a equivocaciones en el plan estratégico de guerra; o a cambios dramáticos en la vida económico-social peruana. Toda la historia de la guerra popular dirigida por el proletariado es aleccionadora en cuanto a que las masas campesinas, por el contrario, lejos de abandonar las regiones del teatro de la guerra se vuelven fuertes allí y el nuevo poder se convierte en un punto de atracción para las de otras regiones. El ejército popular, clave en el desenlace final de la guerra, se nutre en cada combate con nuevos combatientes y armas arrebatadas al enemigo. Si la guerra ocasiona el despoblamiento del campo quiere decir que en algo estarnos actuando incorrectamente y que estamos permitiendo que las fuerzas de la reacción logren su objetivo de aislar la vanguardia armada de las masas y por tanto, el desarrollo y crecimiento del ejército popular y de la guerra popular se ven obstaculizados; si no se corrige esta situación, las fuerzas revolucionarias pueden ser derrotas o reducidas a grupos de guerrilleros errantes sin perspectiva de conquistar el poder. Si hemos actuado bien y el crecimiento desorbitado de la capital obedece a otros factores estamos obligados a replantear el plan estratégico de la guerra popular de acuerdo a esta nueva situación, una vez entendidas las causas que originaron el fenómeno.

Debe llamar la atención y ser motivo de análisis minucioso la fragilidad e inestabilidad de las bases de apoyo de cuyo desarrollo depende la ampliación del teatro de guerra y por ende el desarrollo mismo de la guerra popular; si en cada campaña de cerco y aniquilamiento y de la subsiguiente contra-campaña de cerco y aniquilamiento, las fuerzas de la revolución no aniquilan las fuerzas enemigas y no amplían sus bases de apoyo y las zonas de operaciones, ello indica que se está desarrollando una guerra de desgaste en la cual quien sale perdiendo estratégicamente, pese a las victorias tácticas, es la guerra popular. Estamos obligados, por consiguiente, a volver a mirar las condiciones concretas en que se desenvuelve la guerra popular en el Perú, a plantearnos la existencia de las bases de apoyo, su sostenimiento y ampliación, y, de acuerdo a las nuevas condiciones, desarrollar la teoría de Mao Tse-tung al respecto.

En nuestra opinión, el Partido, pese a pronunciarse repetidas veces sobre la importancia estratégica de las ciudades, ha descuidado o ha sido negligente en el trabajo en ellas, sobre todo en la capital. Las acciones en este frente han sido, sobre todo, actos de sabotaje y acciones punitivas contra representantes de las clases enemigas. Igualmente, los nuevos cambios que se han producido en la sociedad peruana obligan a replantear el plan estratégico de la guerra popular donde seguramente las ciudades, principalmente Lima, tendrán un papel destacado y donde la clase obrera y las masas de los cinturones de miseria, llamados pomposamente por la reacción "poblados jóvenes", están llamadas a descubrir y protagonizar nuevas formas de la guerra popular.

Lo que acontece en el Perú es indicativo de la necesidad que tiene el proletariado revolucionario en la actualidad de desarrollar la teoría de la guerra popular prolongada tomando como centro la realidad del mundo actual, donde en distintos países atrasados existe un poder Estatal unificado, unas fuerzas militares y mandos unificados, donde el núcleo de la clase obrera viene creciendo aceleradamente, donde las ciudades por tanto, adquieren una importancia cada vez mayor y donde es necesario en consecuencia., combinar la lucha armada de los campesinos con la insurrección de las masas en las ciudades, teniendo en cuenta el desarrollo desigual en que se desenvuelven las contradicciones. No puede extrañarnos que se presenten insurrecciones locales en las ciudades sin que ello sea necesariamente la consecuencia de cercarlas desde el campo y no podemos renunciar a dirigirlas y hacer que ellas avancen lo más posible en el cumplimiento de su deber de destruir el Estado enemigo y aniquilar sus fuerzas represivas. Los sucesos que obligaron a la caída de Fujimori y los combates callejeros protagonizados espontáneamente contra las fuerzas militares y contra las sedes del partido de gobierno son un claro anuncio de que maduran las condiciones para una insurrección si las contradicciones se siguen exacerbando.

Estamos convencidos que nuestros camaradas en el Perú sabrán, como lo han hecho en cerca de 40 años, encontrar el camino correcto para enfrentar las dificultades y los nuevos problemas que la revolución nos plantea. La clase obrera en el Perú ha logrado forjar en el transcurso de muchos años y de grandes luchas, un poderoso Partido pertrechado con la doctrina del marxismo leninismo maoísmo; ha logrado sostener la guerra popular por más de veinte años en medio de inmensas dificultades; ha formado grandes dirigentes militares y cuenta con una experiencia formidable, factores que determinan las condiciones para poder superar las dificultades que afronta.

En la Cima del Mundo Ondea la Bandera Roja

El 13 de febrero de 1996, bajo la dirección del partido Comunista de Nepal (Maoísta) varios contingentes de obreros y campesinos inician en las cumbres de los Himalayas una Guerra Popular que se ha propuesto barrer de Nepal el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo que durante varios siglos han dominado la sociedad nepalesa. La estrategia de la Guerra popular Prolongada aplicada creadoramente a las condiciones de Nepal se propone establecer bases de apoyo en el campo para rodear las ciudades desde allí, conquistar el poder en todo el país y establecer la República de Nueva Democracia, como el paso inicial a la construcción de la sociedad socialista, la guerra popular en Nepal hace parte de la revolución proletaria socialista mundial.

En cinco años la guerra popular ha logrado grandes avances: ha conseguido el armazón del futuro ejército popular y nuevas formas de organización armada de las masas, que han asestado serias; derrotas militares al Estado reaccionario: la guerra del pueblo se ha enraizado profundamente entre las masas logrando forjar en el transcurso mismo de la lucha, poderosas organizaciones revolucionarias donde participan obreros y campesinos, así como otros sectores del pueblo como los estudiantes y otros miembros de la pequeña burguesía; en vastas zonas del país, sobre todo en los distritos de Rolpa y Rukum en la Región Occidental, la guerra popular ha expulsado a los explotadores y opresores, creando un vacío de poder, en estas zonas, cerca de dos millones de personas participan en organizaciones embrionarias del nuevo poder.

Las tareas de la revolución, derivadas del análisis de la sociedad, ya están siendo cumplidas en el transcurso mismo de la guerra. Los Comités Populares son la forma descubierta por las masas para ejercer la dictadura del proletariado: ellos se ocupan de los asuntos económicos, políticos y sociales, constituyéndose, de hecho, en una muestra de lo que será la nueva sociedad.

Desde el punto de vista militar, nuevas situaciones son enfrentadas y nuevos desarrollos de la teoría militar del proletariado se están produciendo; hasta ahora, se creía que bastaba con la derrota de los enemigos locales para proceder a crear las bases de apoyo; allí los camaradas no se han apresurado a declararlas porque reconocen que falta la maduración de varios factores: uno ellos la existencia del ejército popular, del cual ya se tienen cuerpos pero aún no es un ejército, ni por la cantidad de combatientes, ni por la calidad de sus armas, ni por su nivel de organización y disciplina; igualmente, señalan que deben madurar otras condiciones en las zonas donde existe vacío de poder para que una vez declaradas las bases de apoyo, éstas puedan sostenerse dando vida al nuevo Estado de obreros y campesinos.

El secreto del avance de la guerra popular estriba en que las masas de obreros y campesinos cuentan con un Partido Comunista Revolucionario que se ha forjado en el transcurso de cincuenta años de lucha contra el oportunismo, ha aprendido a dirigir trabajando y está armado con la comprensión científica de la sociedad lo cual le ha permitido aplicar creadoramente, toda la experiencia del movimiento obrero internacional (incluida la experiencia de nuestros hermanos en la India, Filipinas y Perú) a las condiciones concretas de Nepal, formulando con acierto las tareas de la revolución y de la guerra. La comprensión de que son las masas las hacedoras de la historia le ha permitido desplegar su iniciativa y ha posibilitado que la guerra se convierta en una guerra de las masas. Todo esto hace que la guerra popular en Nepal por dura que sea y por muchas dificultades que tengan que enfrentar sea invencible.

Guerra Prolongada vs. Insurrección: un sofisma del Grupo Comunista Revolucionario de Colombia (GCR)

Como decíamos arriba, en el seno del movimiento comunista internacional y particularmente en el seno del MRI se presenta una aguda lucha entre líneas, en Colombia esta lucha se manifiesta abiertamente en la existencia de varios grupos cuyas diferencias se observan en todos los aspectos, desde las consideraciones programáticas y por ende, en las definiciones frente a la guerra popular y a la táctica, hasta en los asuntos de los métodos y estilos de trabajo.

En 1988 apareció en Alborada Comunista , órgano de expresión del Grupo Comunista Revolucionario de Colombia (GCR) el artículo. "Colombia: la Estrategia Insurreccional Vs. El Poder Rojo y la Guerra Popular", posteriormente publicado en la revista internacionalista Un Mundo Que Ganar N° 12 en inglés en ese mismo año y reproducido en español en folleto posteriormente. Este artículo es de mucha importancia pues es hasta el momento el documento más serio que hayan elaborado los camaradas con respecto a lo que piensan de la guerra popular, además porque se proponían en esa época contrarrestar la perniciosa inf1uencia del sandinismo en las filas de los revolucionarios colombianos.

En el articulo los camaradas desenmascaran los propósitos reformistas del movimiento guerrillero colombiano representado en ese tiempo en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) y de la cual hacían parte el Movimiento 19 de Abril (M19), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) y desde ese punto de vista tiene un inmenso valor; como se sabe tanto el M19 como el EPL entregaron las armas en el gobierno de Gaviria a cambio de puestos en el Estado reaccionario y de la realización de la "Asamblea Nacional Constituyente" donde también tuvieron participación, ahora mismo tanto el ELN como las FARC-EP negocian con las clases dominantes un "acuerdo de paz"; sin embargo, los camaradas se equivocan completamente al contraponer insurrección contra guerra popular, incurriendo además en falsedades históricas que hacen de su trabajo una diatriba inconsistente y dogmática.

Se dice en la página 15 del folleto “ ya en el X Congreso Fundador en 1965, el PC de C (ML) consideró que siendo Colombia un país 'predominantemente capitalista con rasgos feudales', la revolución no podía ser democráticoburguesa (de nuevo tipo) o de Nueva Democracia sino 'patriótica- popular-antiimperialista', popular pero no democrática; en realidad propuso una revolución semisocialista …no se fundó tomando como guía el marxismo leninismo-pensamiento Mao Tse-tung, sino el guevarismo y tesis trotskistas ...sí se dio cierta influencia del marxismo leninismo-pensamiento Mao Tse-tung, pero dentro de la concepción errónea de tomar solamente ciertos aspectos de la teoría militar..., navegó en el eclecticismo desde 1965 hasta 1976... La concepción sobre el partido, el frente y el Ejército revolucionario fue errónea. El EPL era el brazo armado del Partido y el Frente -que llamaron 'Patriótico de Liberación Nacional'- era más bien frentismo...nunca tuvo en cuenta la revolución de Nueva Democracia...”

La única manera de juzgar correctamente la historia es mirando la evolución de los fenómenos y en el caso que nos ocupa, sólo se puede juzgar correctamente al Partido Comunista de Colombia (ML) en su evolución que refleja la lucha entre líneas en su seno, la cual supieron alentar sus jefes en los primeros años de su existencia y que condujo a que este partido se convirtiera en el Partido de la Clase Obrera en Colombia; si se carece de este método para abordar el asunto ya estamos condenados a sacar conclusiones falsas, y si a ello agregamos los prejuicios heredados del pasado perderemos toda objetividad y nuestro análisis se hará inservible, como lo demuestran los camaradas en el documento citado.

La caracterización que hace el X Congreso de la sociedad colombiana es la siguiente: "Colombia es un país con relaciones de producción predominantemente capitalistas entrelazadas en lo fundamental con remanentes feudales, dependiente del imperialismo norteamericano, que deforma y entorpece su desarrollo" (Documentos Políticos del Partido Comunista de Colombia (marxista leninista) T. II. Pág. 184); reducir esto como lo hace el GCR e introducir la palabra "rasgos" es, o un gran descuido inadmisible o deshonestidad teórica.

La definición de la revolución la concibe como: " Patriótica,Popular y Antiimperialista en marcha al Socialismo" (Ídem). En aquella época era perfectamente claro para todo el movimiento revolucionario que este tipo de revolución era de Nueva Democracia, siendo falso por tanto que el Partido dijera que "no podía ser" democrático burguesa de nuevo tipo. Pedro Vázquez Rendón en la polémica contra la "aldea de los tres traidores" y contra los abogados de la revolución socialista en esa época recuerda a los olvidadizos y tergiversadores que la revolución patriótica, popular, antiimperialista en marcha al socialismo, es del tipo de Nueva Democracia :

“Es bueno aclarar, y debe hacerse plena conciencia de ello, que la mención hecha en los materiales del III Pleno en el sentido de que nuestra revolución no será exactamente igual a la realizada por nuestros camaradas chinos no encierra, como tendenciosamente han querido interpretar algunos oportunistas, el desconocimiento por parte de nuestro Partido de la universalidad del pensamiento del camarada Mao hecho en la Nueva Democracia ... En la Nueva democracia expresa claramente cuáles son las leyes universales para la revolución, válidas en países coloniales y semicoloniales. Dichas leyes han sido rigurosamente respetadas por nuestro Partido en sus planteamientos. El propio camarada Mao habla de que cada país tiene sus características propias que hacen de cada proceso algo particular: pero también advierte 'dichas características particulares no son más que pequeñas diferencias dentro de la gran identidad'. Quienes se horrorizan de las características particulares dentro de nuestro proceso, olvidan la gran identidad y no son marxistas; son dogmáticos o simples oportunistas en su afán manifiesto por confundir y justificar su oportunismo.” (Ídem., pág. 194).

El Frente Popular de Liberación que llamaron en las “Llanuras del Tigre” Juntas Patrióticas Regionales, donde establecieron las bases de apoyo y el poder de los obreros y los campesinos, está definido, no como la política "frentista de los revisionistas" como dice falsamente el GCR, sino “como una alianza revolucionaria de clases para la toma y el ejercicio del poder político del cual formarán parte: a- el proletariado de la ciudad y del campo como fuerza directriz, b- los campesinos pobres y medios, que con el proletariado forman la alianza obrero campesina que es la alianza fundamental , c- los semiproletarios de la ciudad (pequeña burguesía inferior), que se suman a los anteriores para completar la fuerza fundamental de la revolución, d- la pequeña burguesía superior que debe ser ganada para el FPL.” (P C de C (MLM) Documentos Vol. 1. Pág. 29).

Como podemos observar falsificación y tergiversaciones que no contribuyen a dar claridad y que por el contrario oscurecen y enturbian los asuntos. Esta posición está inspirada, en el fondo, por los viejos prejuicios, que desde la época de la vieja Liga ML han perseguido como fantasmas a los dirigentes del GCR quienes con toda razón quieren librarse del pasado y de “...la corriente revisionista que reconocía de palabra la guerra popular pero nunca la plasmó en acción y condicionó el trabajo para preparar la guerra popular al planteamiento de que 'no existían las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución'...” (pág. 16 del folleto 12 UMQG), ello sin embargo, no puede hacerse de otra forma que criticando su propio pasado, y en ningún momento desconociendo el otro pasado, el pasado glorioso del proletariado revolucionario que supo plasmar en hechos sus definiciones programáticas, tácticas, políticas y militares.

En cuanto a los asuntos militares es una miopía contraponer Guerra Popular Vs. insurrección, como lo hacen los camaradas. Toda la historia de las guerras populares confirma la necesidad de las insurrecciones tanto de las masas campesinas como de los obreros y las masas populares en las ciudades acompañadas de las acciones guerrilleras y de las campañas y batallas del Ejército Popular, así como de la guerra de movimientos y de posiciones. Este absurdo obedece a una comprensión mecanicista de la guerra popular y a su total incomprensión de la lucha armada librada por la pequeña burguesía colombiana; no de otra forma se puede entender su titulo y las reiteradas alusiones a que insurrección es sinónimo de entrega y claudicación, como si ella no fuera una forma de guerra popular, de guerra de las masas.

"La cuestión de las dos vías es el problema a confrontar del futuro de las masas populares y la nación colombiana; o es el 'insurreccionalismo' cuyo contenido es la negociación, la subyugación nacional, la hipoteca de las luchas revolucionarías del pueblo al imperialismo y a sectores de las clases dominantes burguesas burocráticas y terratenientes, o es una revolución de Nueva Democracia total, cabal y completa que destruya la dominación del imperialismo, la burguesía burocrática y los terratenientes y sobre las ruinas humeantes del viejo orden construya un nuevo orden, Estado y sociedad; La República y el Estado de Nueva Democracia con la mira clara en el socialismo y como base de apoyo de la revolución proletaria mundial que lleve a toda la humanidad al comunismo" (Suplemento Rev. Un Mundo Que Ganar Nº 12, pág. 6).

Como se observa en el párrafo anterior, los camaradas confunden dos cosas totalmente distintas revolviendo la estrategia que se deriva del análisis económico social, las fuerzas de clases, la disposición de las fuerzas y el carácter de la revolución, con el carácter de clase pequeñoburgués de las organizaciones guerrilleras colombianas y sus objetivos políticos de remendar el Estado burgués, terrateniente y proimperialista. Es decir, oponen la insurrección (una forma particular de guerra popular) contra revolución de nueva democracia, un programa de revolución social.

Igualmente deducen, no se sabe de donde, que las organizaciones guerrilleras están empeñadas en una insurrección. Jamás las organizaciones armadas de la pequeña burguesía en Colombia han hecho el intento siquiera de organizar a las masas en las ciudades para una insurrección armada. Ojalá lo hubieran hecho, porque con seguridad habrían sido reeducadas por las masas obreras urbanas, quienes por lo menos habrían neutralizado su concepción de insurrectos errantes.

En la página 7 del folleto se dice: "La estrategia insurreccional se centra más en las ciudades ya que el movimiento de masas, que es el punto focal de la lucha en esta estrategia, converge principalmente allí" . ¿Piensan acaso los camaradas desarrollar una guerra de las masas sin ellas? Con seguridad no, porque en la página siguiente se contradicen: "Así pues una diferencia entre la 'estrategia insurreccional' y la guerra popular, es que esta última le da gran importancia a las masas, a su organización, armamento, movilización y educación política e ideológica" ¿A qué obedece entonces tal confusión y galimatías?

A la oposición artificial entre insurrección y guerra popular y a su incomprensión de las insurrecciones que se produjeron en el 59 en Cuba y en el 80 en Nicaragua. Los camaradas no pueden encajar dos fenómenos políticos objetivos de la lucha de clases en países oprimidos dentro de su esquema de guerra popular mutilado, y en lugar de interpretarlos y aprenderlos despotrican de ellos sin son ni ton.

El comunismo se diferencia de todas las doctrinas porque sabe encontrar en los fenómenos las causas que los originaron observando su desarrollo; no podemos, por tanto. increpar al pueblo cubano y nicaragüense que se hayan rebelado contra las tiranías de Batista y Somoza, que se hayan alzado en armas contra ellos en un intento por liberarse del yugo de la opresión y la explotación; si algo tenemos que decir al respecto, es la escasa preparación de las fuerzas del proletariado revolucionario para ponerse al frente de su lucha y conducirlos por el sendero de la liberación definitiva.

La insurrección que puso en el poder a las fuerzas sandinistas no se la inventaron ni la organizaron los sandinistas; este gran movimiento social revolucionario se gestó en medio de unas terribles condiciones y contradicciones económicas, políticas y sociales que exacerbadas al extremo se convirtieron en una poderosa bomba que ocasionó el levantamiento del pueblo armado; la insurrección se hubiera presentado con o sin el Frente Sandinista y con o sin las alianzas de las clases burguesas. La habilidad de los socialdemócratas nicaragüenses consistió en ponerse al frente de la insurrección y utilizar a su favor las contradicciones interburguesas en el seno de las clases dominantes. Una cosa sí dejó en claro el levantamiento, las insurrecciones en los países latinoamericanos no son cuentos de brujas o utopías de locos.

En la página 8 se dice: "La 'estrategia insurreccional', al poner el acento en la lucha política por encima de la lucha militar, está en oposición a la doctrina de la guerra popular" , luego de que en la página anterior han dicho que: "Por eso las fuerzas 'políticas' juegan el papel decisivo y las fuerzas militares el papel secundario" en lo que llaman "insurreccionalismo". Y aquí sí que nos encontramos con una abjuración completa del marxismo. Si hemos comprendido las verdades básicas del marxismo y de toda la experiencia de la guerra tenemos que pronunciarnos decididamente porque, parodiando a Mao, el Partido mande el fusil y jamás permitir que el fusil mande al Partido y si los camaradas creen que la lucha militar debe estar por encima de la política están abriendo el camino a imponer el punto de vista "puramente militar", desviación combatida fieramente por todo el movimiento obrero internacional. Si entendemos que la guerra es la continuación de la lucha política por otros medios, que es política con derramamiento de sangre, y que es la forma superior de la lucha política, la oposición que nos presentan es una muestra de incomprensión de este otro principio. Tal parece que los camaradas no son plenamente conscientes de sus afirmaciones, por que páginas más adelante colocan en su justo lugar las relaciones entre lo político y lo militar.

El dogmatismo de que está impregnado el documento hace que sus afirmaciones se opongan a la línea del Movimiento Revolucionario Internacionalista con respecto al camino de la Guerra Popular en países corno Colombia, donde en la sociedad predominan las relaciones capitalistas y donde las ciudades no pueden considerarse de manera simplista en un plan estratégico de guerra popular. Ya desde el 80 y reiterado en el 84, el movimiento comunista internacional advierte contra esa estrechez de miras: “En algunos de estos países es correcto iniciar la lucha armada con insurrecciones en la ciudad, y no siguiendo el modelo de cercar las ciudades desde el campo. Además, incluso en los países donde la vía de la revolución es la de rodear las ciudades desde el campo, pueden ocurrir situaciones en las que un levantamiento de masas conduce a sublevaciones e insurrecciones en las ciudades, y el partido debe estar preparado para aprovechar tales situaciones como parte de su estrategia de conjunto”.

No es materialista quien se niega a reconocer la materialidad de los fenómenos, en su caso, no admitir la posibilidad de las insurrecciones en países oprimidos es negar la historia de los muchos levantamientos e insurrecciones sucedidos tanto en Colombia como otros países del continente: así mismo negar que en Colombia como país capitalista y semicolonial exige un plan estratégico de guerra distinto es pretender someter la realidad a las formulaciones doctrinarias. Esto sólo puede conducir al subjetivismo en la guerra y por tanto al fracaso y a la derrota.

Los camaradas deberían mirarse en el espejo de los camaradas que en República Dominicana en el 80 bregaron por muchos años a impulsar la estrategia de la guerra popular prolongada en ese país: "Se desenvolvió una larga lucha en la UCR (Unión Comunista Revolucionaria miembro fundador del MRl) para elaborar un programa que aplique la estrategia de la guerra popular prolongada a las condiciones concretas de ese país, que movilice a las masas rurales y se apoye en ellas para acumular poco a poco fuerza militar y poder político, y no centrarlo todo en una insurrección urbana sin posibilidades de aguantar mucho tiempo contra los yanquis. Como la UCR no pudo resolver este problema, su práctica no pudo avanzar y se le hizo cada vez más difícil unir a todos los susceptibles de ser unidos para formar el auténtico partido comunista que muchos avanzados esperaban que se construyera. En 1991, la organización anunció que 'ya no era política ni ideológicamente capaz de seguir funcionando en cuanto a sus tareas a nivel nacional. Sus incapacidades son numerosas, y los camaradas no estamos en condiciones de hallar cómo superar este gran escollo. En lugar de seguir de esta manera, más vale aclarar la situación, criticar nuestros puntos de vista políticos e ideológicos, comprender lo que está mal para que podamos descubrir las causas de esta derrota temporal y sobre esa base, tomar las medidas correctivas necesarias, según la enseñanza de Mao de 'curar la enfermedad para salvar al paciente'" (Del Comunicado del Comité del MRI Sobre la muerte del Camarada Wilberto Ventura. Ver Revolución Obrera – Órgano de la Unión Obrera Comunista MLM- Nº 27., pág. 11).

Ahora bien, como todas las ideas, puntos de vista y posiciones corresponden o reflejan intereses de clase, tenemos que decir que el punto de vista del GCR no es proletario sino pequeñoburgués, campesino; los camaradas desconocen olímpicamente las fuerzas de clase en Colombia, se niegan a aceptar los hechos que indican de manera contundente la existencia de una mayoría absoluta del proletariado en la sociedad, su concentración en las grandes ciudades, etc. y persisten en que es el campesinado la fuerza principal de la guerra y de la revolución. Y quiéranlo o no reflejan esto en sus escritos; en el artículo donde contraponen insurrección vs. guerra popular dicen, refiriéndose a las fuerzas guerrilleras pequeñoburguesas: "En términos de clase, aunque mantengan una base social campesina, la 'estrategia insurreccional' se orienta a la pequeña burguesía, a los sectores de la burguesía nacional y sectores de oposición de las mismas clases dominantes, llamados por ellos 'sectores progresistas'''. (Folleto citado pág. 8). Tener una base social campesina y orientarse a la pequeña burguesía no es contradictorio, como candorosamente sostienen los camaradas, es simplemente la cuestión más lógica, pues el campesinado es pequeñoburgués y burgués. La apreciación errónea de los camaradas tiene su fundamento en que defienden -representan- los intereses de los campesinos y en su confusión creen que esos intereses son los intereses del proletariado revolucionario.

Desde el Manifiesto Comunista Marx y Engels se advierte al proletariado que los intereses de los campesinos, pese a ser el sector más empobrecido, embrutecido y sometido de la sociedad no es revolucionario hasta el final, porque sus aspiraciones e intereses se corresponden con los intereses de la burguesía: "Más todavía -dice el Manifiesto refiriéndose a todas las capas medias- son reaccionarias, ya que pretenden volver atrás la rueda de la historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado" . (ELE Pekín pág. 46).

Lenin en "El Desarrollo del Capitalismo en Rusia" separa al partido obrero de las tesis populistas que presentan al campesino como el hombre de vanguardia de la revolución y demuestra el carácter pequeñoburgués de los partidos que tratan de representarlo: "Por otra parte, tanto en el curso de la revolución, como en el carácter de los diversos partidos políticos yen numerosas corrientes ideológicas y políticas, se manifiesta la estructura de clase, internamente contradictoria, de estas masas campesinas, su carácter pequeñoburgués, el antagonismo entre las tendencias de propietario y de proletario existentes en el seno de las mismas". (La Alianza de la Clase Obrera y el Campesinado. ELE Moscú. Pág. 26).

Los camaradas del GCR deben desprenderse de las ideas pequeñoburguesas y abrazar sin reservas la ideología y los intereses del proletariado revolucionario que en palabras de Lenin exige que "...el proletariado no puede ni debe, hablando en términos generales, asumir la defensa de los intereses de una clase de pequeños patronos; lo único que puede hacer es apoyarla en la medida en que esa clase actúe de manera revolucionaria". (Ídem pág. 48).

José Núñez

(Continuará en el próximo número de La Forja).