EL DEBATE DE
1913 SOBRE LA CUESTIÓN NACIONAL EN LA SOCIALDEMOCRACIA DE RUSIA.
El
28 de noviembre de 1912, era inaugurada en San Petersburgo la IV Duma de
Estado. Estaba dominada por los diputados ultrarreaccionarios y octubristas (ala
derechista del liberalismo), mientras que la socialdemocracia estaba
representada por 14 diputados, 6 de ellos bolcheviques. La revolución
atravesaba una mala época. Sin embargo, desde la primavera de ese mismo año, se
había empezado a atisbar un rayo de esperanza gracias al giro ascensional que
la matanza del Lena había estimulado en el indignado movimiento obrero. A la
vez, la etapa dorada de la contrarrevolución (1907-191l), representada en el
plano personal por el presidente del Consejo de Ministros, P. A. Stolipin, y en
el institucional por la III Duma, desaparecía casi al mismo tiempo que sus
símbolos: Stolipin asesinado en la Ópera de Kiev por el eserista Bogrov,
el 1 de septiembre de 1911, y la III Duma dando por terminada su legislatura
-de manera inusitada y sin que sirviera de precedente- sin la ayuda de
los sables de los oficiales del zar, el 22 de junio del siguiente año. A partir
de aquí, una serie de circunstancias nuevas, sobre todo de carácter político,
como el vertiginoso giro de las relaciones internacionales hacia la guerra,
pero más aún las relacionadas con el desarrollo del proletariado como clase
revolucionaria, permitirán incluir algunos ingredientes que serán definitivos
en el futuro inmediato de la historia de Rusia. Entre ellos, el más importante,
la Reconstitución del partido proletario revolucionario.
La
actividad de la vanguardia de la clase obrera rusa se había visto intensificada
desde que, en enero de 1912, la Conferencia bolchevique incitada por Lenin y
celebrada en Praga había aprobado un plan para la Reconstitución del Partido
Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), cuya finalidad era romper con el
oportunismo liquidacionista, recuperar la correcta línea política proletaria y
reorganizar en tomo a ella a la clase obrera de Rusia. Uno de los aspectos de
la multifacética actividad que implicaba el cumplimiento de esa tarea era,
naturalmente, la correcta labor de propaganda revolucionaria, labor que, si de
por sí ya acarrea dificultades -y más en las condiciones de la Rusia autocrática-,
puede sufrir ciertas perturbaciones si se desarrolla en un entorno hostil o,
cuando menos, ajeno a la clase obrera como el parlamentario.
Ciertamente,
la política de alianzas en el parlamento, si no se aplica con rígido criterio
marxista, puede conducir por el cenagoso camino del oportunismo. Y esto fue en
lo que, precisamente, incurrieron los seis parlamentarios bolcheviques de la IV
Duma en lo tocante a la cuestión nacional, cuando, el 20 de noviembre,
el Grupo Socialdemócrata (bolcheviques y mencheviques) leyó ante la cámara su Declaración
política. En ella -no sin una reñida lucha en el seno del grupo-, los
bolcheviques lograron introducir casi todos los puntos principales del programa
mínimo del POSDR aprobado en 1903. Sin embargo, los mencheviques
consiguieron que en el tema nacional no figurase la reivindicación del derecho
de las naciones a la autodeterminación de aquel programa, sino la de autonomía
nacional cultural.
El
mismo día 20, Lenin escribe una carta a Stalin y Malinovski (representante del
Comité Central en el Buró de Rusia y diputado en la Duma, respectivamente)
mostrando su indignación por el silencio de los diputados bolcheviques ante
aquel hecho y solicitando que los seis estuviesen presentes en la
próxima reunión del Comité Central (que se celebraría en Cracovia, entre los
días 8 y 14 de enero de 1913, y que se denominaría de febrero por cuestiones de
clandestinidad) ([1]). Desde luego, los
diputados bolcheviques habían infringido una de las reglas de oro de la táctica
comunista: habían sacrificado un principio político programático a la unidad de
acción con fuerzas no proletarias. La Reunión de Cracovia, sin embargo, subsanó
este error señalando que para "un partido proletario son inadmisibles las
concesiones a los ánimos nacionalistas, incluso en esa forma disimulada"
(se refiere a la consigna de autonomía nacional cultural) ([2]). En cualquier caso, la polémica estaba
servida.
Antecedentes
En
todo momento, el partido de los socialdemócratas de Rusia no sólo tuvo ante sí
planteada la cuestión nacional, sino también la lucha entre la línea nacionalista,
burguesa, y la internacionalista o proletaria. Ya desde su misma fundación -en
el Congreso de Mitisk, en 1898-, los marxistas rusos demostraron su
sensibilidad ante el problema bautizando a su nueva organización como partido de
Rusia, y no ruso, con el fin de propiciar en su seno 1a
unidad de clase proletaria de los obreros por encima de su nacionalidad y de
declarar manifiestamente su oposición ante cualquier intento de convertirlo en
un instrumento del chovinismo nacionalista gran ruso.
En
1903, en su II Congreso, sin embargo, el nacionalismo se manifestó, y no sólo
en versión rusófila. Algunos socialdemócratas polacos propusieron retirar la
reivindicación de autodeterminación nacional del proyecto de programa que se
estaba discutiendo y sustituirla por la autonomía, pues aquélla propiciaría la
separación de Polonia de Rusia y de sus respectivos destacamentos proletarios,
con lo que no estaban de acuerdo. La propuesta fue rechazada; pero esta idea,
que bajo el ropaje internacionalista esconde los intereses nacionalistas de la
nación opresora, no fue erradicada, ni mucho menos, de la socialdemocracia de
Rusia, a pesar de que los polacos se retiraron del Congreso.
El ataque
principal, empero, provino de las filas de la socialdemocracia judía (Bund) que,
por un lado, sin cuestionar directamente el artículo 9 del Programa -en el que
figuraba la demanda del derecho de las naciones a la autodeterminación-,
pretendió añadirle una frase en el sentido de "crear instituciones que
garanticen el libre desarrollo de las nacionalidades". es decir, pretendió
introducir de modo encubierto la autonomía nacional cultural en el Programa del
POSDR ([3]).
El objetivo del Bund consistía en que el Programa socialdemócrata
contemplase la reivindicación de la igualdad entre las lenguas, que era
a lo que realmente se reducían sus demandas; pero se encontraron con la firme
oposición de los iskristas consecuentes, quienes insistieron en la
necesidad de que el Programa pusiera el acento en la solución radical del
problema, que pasaba por el reconocimiento de la igualdad entre las naciones
y su derecho a la autodeterminación. Es curioso señalar que fue,
precisamente, el debate sobre este punto lo que produjo en el seno del iskrismo
la primera fisura, cuando algunos seguidores de la vieja Iskra apoyaron
las propuestas del Bund ([4]),
fisura que derivaría, como se sabe, en la división del iskrismo
(marxismo revolucionario ruso) en bolcheviques
y mencheviques; aunque, como también se sabe, no fue determinante para
ello esta desavenencia como la que se dio en el debate sobre el artículo 1º de
los Estatutos. Por otro lado, el Bund exigió en el Congreso ser
reconocido como el único representante del proletariado judío, lo cual
traslucía una concepción federalista de la organización del partido e
implicaba una división del proletariado de Rusia por nacionalidades. Las
propuestas de los socialdemócratas judíos fueron rechazadas, triunfando las
internacionalistas y centralistas, y el Bund abandonó el Congreso y el
POSDR. A partir de este momento, en cada resurgimiento de la polémica, el
problema nacional aparecerá vinculado y mezclado con la cuestión del modelo
organizativo del partido.
En 1903, por
tanto, quedaban establecidos los elementos fundamentales de la línea política
proletaria en la cuestión nacional a través del reconocimiento de la plena
igualdad de derechos de todos los ciudadanos, sin importar el sexo, la
religión, la raza, ni la nacionalidad, del derecho a una amplia
autonomía regional que contemplase la autogestión y la autoadministración
local, del derecho de todas las naciones a la autodeterminación y declarando la
vocación internacionalista de la clase obrera en su lucha contra el
capitalismo. Desde luego, de todos estos puntos, el que separa verdaderamente
una línea revolucionaria de otra oportunista es el que se refiere al derecho de
las naciones a la autodeterminación. No en vano será que las futuras polémicas
se centrarán en consideraciones acerca del reconocimiento o no de este derecho.
La
revolución de 1905 despertó a la burguesía de Rusia para la política y para el
nacionalismo. El carácter revolucionario de los movimientos de liberación nacional
dirigidos contra el rígido centralismo autocrático era compensado por el
recrudecimiento del chovinismo gran ruso y del estrecho nacionalismo local.
Surgieron partidos burgueses y pequeñoburgueses con planteamientos sobre el
problema nacional que hablaban de independencia o de autonomía; pero todos
ellos, o bien se limitaban a reclamar los derechos de su nación,
olvidando la situación de los otros pueblos oprimidos por el imperialismo
zarista, o bien realzaban la unidad entre las clases para la realización de la
causa nacional (con lo que separaban al proletariado del país de otros
destacamentos nacionales de la clase y lo ponían a la cola de su burguesía
nacional), o bien, ambas cosas a la vez, como era el caso destacado del Bund
y del Partido Socialista Polaco de Pilsudski, por ejemplo.
Pero
la mayor potencia actuante durante la Primera Revolución rusa fue el
proletariado. El carácter social del movimiento, aunque los vivificó, oscureció
y dejó en un segundo plano a los movimientos nacionales. Tanto es así que la
toma de conciencia, por parte de las bases obreras, de la necesidad de fuertes
instrumentos políticos de clase obligó en aquellos momentos a los
dirigentes nacionalistas del movimiento obrero a someterse a la corriente
unificadora y a solicitar su reingreso en el POSDR. Hecho que tuvo lugar en el
IV Congreso de este partido, celebrado en Estocolmo en 1906, donde formalizaron
su entrada la Socialdemocracia del Reino de Polonia y de Lituania (SDRPL), el
Partido Obrero Socialdemócrata de Letonia (POSDL), la Unión General Obrera
Hebrea de Lituania, Polonia y Rusia (Bund) y el Partido Obrero
Socialdemócrata de Ucrania (POSDU). Si exceptuamos las condiciones y los
términos del ingreso de estas organizaciones ([5]),
en el llamado Congreso de Unificación -pues, aparte de los
nacionalistas, en él confluyeron las dos principales corrientes políticas del
socialismo ruso de la época, bolcheviques y mencheviques-, no se suscitó
ninguna polémica de interés en torno a la cuestión nacional. De tal modo pasó
desapercibido este asunto en un momento tan crucial de la historia del
movimiento de liberación en Rusia, cuando se estaba realizando el balance y
diseñando la táctica a seguir en una etapa de efervescencia revolucionaria de
las masas .
Naturalmente,
esto redundó a la larga en los resultados de aquel Congreso, pues si la
unificación de las dos líneas políticas fundamentales fue sólo formal, y cada
una de ellas continuó en adelante aplicando en la práctica sus diferentes
concepciones tácticas, asimismo las organizaciones nacionales jamás asumieron
del todo la línea original del POSDR acerca del problema nacional y acerca de
sus implicaciones en materia de organización partidaria, con lo que en el
período entre 1906 y 1912 su comportamiento dio lugar a lo que Lenin denominó
"federación del peor tipo"; es decir, su actuación política, de
hecho, separada, al margen del POSDR, aunque formalmente formasen parte de él.
Ni siquiera resoluciones como la de la V Conferencia, celebrada en París en
diciembre de 1908, que ratificaba la tesis de unidad desde abajo de todos los
obreros socialdemócratas independientemente de su nacionalidad del Congreso de
1906, y que expresaba el rechazo a un nuevo asalto del Bund en forma de
propuesta federalista (división de los obreros dentro del partido por nacionalidades),
consiguieron reorientar y neutralizar las tendencias centrífugas alimentadas
por el nacionalismo que, a la sazón, se unían a la corriente liquidacionista
que en este mismo período estaba sumiendo al partido en un profunda crisis. A
la altura de 1912, Lenin describía el desolado panorama organizativo interno
del POSDR en los siguientes términos:
"La
separación total de los socialdemócratas letones, polacos y judíos (Bund) es un
hecho. Cualquier socialdemócrata polaco sabe que en Polonia no ha habido
ni hay nada que se parezca a la unidad con el Bund. Lo mismo ocurre con
los rusos y el Bund, etc. Los 'nacionales' tienen sus organizaciones
específicas, sus instancias centrales, sus congresos, etc. Los rusos no los tienen,
y su C.C. no puede resolver los asuntos rusos sin la participación de
los bundistas, los polacos y los letones, que no conocen las cuestiones rusas y
que luchan entre sí.
Esto
es un hecho. No hay improperio que lo pueda borrar. A partir de 1907 todos en
nuestro Partido lo han visto. Todos han notado la falsedad de esta situación.
Nuestra Conferencia (se refiere a la de Praga) bautizó esto como 'federación
del peor tipo'.
Todos
los socialdemócratas honestos y sinceros deben dar la respuesta pertinente a
tal planteamiento del problema.
Que
este planteamiento es acertado lo confirmó de la manera más convincente
la Conferencia de agosto, la cual, según reconoce hasta Plejánov,
'adaptó el socialismo al nacionalismo' con su decantada resolución sobre la
autonomía 'nacional cultural'.
Tanto
el Bund como la Directiva Principal de Tyszka juran por todos los santos que
son partidarios de la unidad, pero en Varsovia, en Lodz, etc., ¡¡impera entre
ellos la división más completa!!
El
nexo entre el 'problema de los liquidadores' y el 'problema nacional' no lo
hemos inventado nosotros, lo ha puesto al descubierto la propia vida.
Que
todos los socialdemócratas que piensen con rigor se planteen y examinen también
el 'problema nacional'. ¿Federación o unidad? ¿Federación para las
'nacionalidades' con centros separados y sin un centro separado para los
rusos, o unidad completa? ¿Unidad nominal con una división (o separación) de
hecho de las organizaciones locales del Bund o unidad de hecho de arriba
abajo?.
El
que piense que puede sustraerse a estos problemas se equivoca lastimosamente.
El que espere un simple restablecimiento de la 'federación del peor tipo', la
de
¿En
qué dirección? ¿Hacia la federación 'austríaca'? ¿O bien hacia la renuncia completa
a la federación, hacia la unidad de hecho? Nosotros optamos por lo segundo.
Somos enemigos de 'adaptar el socialismo al nacionalismo'.
Instamos
a todos a reflexionar sobre los múltiples aspectos del problema y a tomar una
decisión definitiva" ([6]).
Lo
que los Estatutos del POSDR describían como una organización única,
había degenerado en una situación en la que las organizaciones nacionales
operaban sin tener en cuenta al centro y en la que el centro no podía operar
sin tener en cuenta a las organizaciones nacionales; una situación en la que
las minorías nacionales dentro del partido actuaban sin los rusos y en la que
los rusos no podían actuar sin el concurso de las minorías nacionales. El
organigrama concebido desde el centralismo democrático había derivado en una
federación de hecho que, por ser producto de iniciativas unilaterales, rompía
incluso con uno de los principios básicos del federalismo, la igualdad entre
los miembros concurrentes, y había dado lugar a algo todavía peor en una
organización proletaria, la peor federación posible, la "federación del
peor tipo", una organización asimétrica y desequilibrada que, en lugar de
aunar y hacer confluir los esfuerzos de los obreros, los dispersaba; que, en
lugar de recoger y cultivar la vocación internacionalista de la causa
proletaria, la fragmentaba sometiéndola a los mezquinos y egoístas intereses de
las burguesías nacionales.
Otro
de los rasgos que dibujan la situación del movimiento obrero de Rusia hacia
1912 -además de la total escisión entre las dos corrientes políticas
principales de la socialdemocracia que se había formalizado en enero de ese
año-, y que Lenin señala en esta cita, es la confluencia del nacionalismo
con el liquidacionismo. En agosto, todos los grupos antibolcheviques
(mencheviques, nacionalistas, otzovistas y trotskistas) se reunieron en
Viena en conferencia para configurar una plataforma política que poder
enfrentar a la Conferencia bolchevique-leninista de Praga. Aparte de acordar
una línea absolutamente oportunista y antipartido, el llamado Bloque de
agosto aprobó una resolución por la que se decantaba -aunque no de una
manera franca y abierta- por la autonomía nacional cultural como vía de
solución del problema nacional, una resolución que "adaptó el socialismo
al nacionalismo" ([7]).
De esta forma, quedaban perfiladas las dos líneas del movimiento obrero de
Rusia, y, en lo tocante a la cuestión nacional, quedaban delimitados los
términos en que cada una de ellas solucionaba esa cuestión y, naturalmente, el
carácter y la naturaleza política, de clase, con que cada una de ellas encajaba
de una forma coherente en cada una de aquellas dos líneas: la autonomía
nacional cultural, en un marco programático de índole reformista, conciliador
con las circunstancias socio-políticas por las que atravesaba Rusia en aquellos
momentos y que define una línea federalista en la construcción del partido; y
el derecho a la autodeterminación, en conexión con una línea revolucionaria, de
subversión del estado de cosas existente a todos los niveles y que persigue la
unidad de todos los obreros conscientes en sus organizaciones de clase. Es
sobre este clarificador deslindamiento de los campos ideológico-políticos que
Lenin reclama una reflexión de "todos los socialdemócratas que piensen con
rigor (para que) se planteen y examinen también el problema nacional" e
insta a "tomar una decisión definitiva".
La
revolución de 1905 había despertado el nacionalismo de toda índole en Rusia y
la contrarrevolución de 1907, la apostasía. Muchos viejos marxistas se
refugiaron en las diferentes variedades del conformismo: nacionalismo,
reformismo y legalismo, de modo que preservar y defender la correcta línea
revolucionaria implicaba una dura labor de propaganda y organización. Toda esta
labor la realizaron los bolcheviques en torno a la Conferencia de enero. En
otoño -según la cita que hemos transcrito-, Lenin llamaba a la reflexión de los
obreros socialistas. Pero en el invierno, tras la declaración de los
diputados socialdemócratas, ve que todo el trabajo de consolidación del
programa revolucionario, de preservación monolítica del conjunto de los
principios del proletariado, corría peligro en su totalidad porque desde dentro
mismo del bolchevismo se había dejado entrar al oportunismo abriendo la puerta
del nacionalismo. En una cuestión que, a primera vista, no es esencial desde la
perspectiva del programa revolucionario (pues la cuestión nacional y, en concreto,
el reconocimiento y aplicación del derecho de autodeterminación se deben
suponer incluidos dentro de otra reivindicación más genérica como la de república
democrática) ([8]), Lenin y otros dirigentes
bolcheviques tuvieron que tomar especiales medidas y emplearse a fondo. De
hecho, los principales aportes de Lenin y el bolchevismo de cara al
esclarecimiento del problema nacional desde un punto de vista marxista, en su
manifestación, por así decirlo, clásica, anterior a 1914, los realizan
precisamente en esta polémica de 1913-1914.
Notas:
[1] LENIN, V.I.: Obras Completas. Ed. Progreso. Moscú, 1987. 5ª edición. Tomo 48, págs. 153 y 154.
[2] LENIN, V.I.: oc., T. 22, P. 275.
[3] LENIN, V.I.: Oc., t. 24, p. 332.
[4] LENIN, V.I.: Oc., t. 8, p. 50.
[5]
Por
ejemplo, el primer punto del protocolo de unificación del Bund con
el POSDR admitía que aquél era "una organización del proletariado judío no
limitada en su actividad por los marcos regionales". Naturalmente,
este esquema no se sometía al criterio leninista de organización del partido.
El propio Lenin indica que ese acuerdo no fue sino una
"transacción del Congreso de Estocolmo" que trajo como consecuencia
la destrucción "de la vida del Partido" (LENIN, V.I.:OC., t.
24, p. 399). El aspecto positivo de aquella "transacción" consistía
en que el Bund "se pronunció por la unidad a nivel local de todos
los obreros marxistas de cualquier nacionalidad. Esta condición no
fue cumplida por los bundistas (...) (LENIN, V.I.: OC., t. 23, p.
128).
[6] LENIN, V.I.: OC., t. 22, págs. 240 y 241.
[7]
"Como
fue reconocido incluso por el menchevique neutral Plejánov, la Conferencia de
los liquidadores de Agosto de 1912 infringió el Programa del POSDR en el
espíritu de 'la adaptación del socialismo al nacionalismo'.
En
efecto, a propuesta de los bundistas, esta conferencia admitió la consigna de
la 'autonomía nacional cultural', a despecho de la decisión del II Congreso del
Partido" (Ibídem, p. 220).
A pesar de la forma oscura y retorcida, atravesada por un eclecticismo de la mejor escuela, la Conferencia de agosto que, "sin pronunciarse acerca del fondo de esta reivindicación" (la autonomía nacional cultural), sin embargo, hacía "constar que tal interpretación del punto del programa en que se reconoce a cada nacionalidad el derecho de autodeterminación, no va en contra del sentido preciso de dicho programa" (Cfr. STALIN, J.: Obras. Ed. Vanguardia Obrera, Madrid, 1984. Torno II, p. 376), no pudo disimular ni su hipócrita renuncia al programa marxista también en este punto, ni la verdadera intención de los liquidadores y centristas de, en palabras de Stalin, "bailarle el agua al Bund y a los nacional-liquidadores caucasianos" (Ibídem, p. 383).
[8] Lo cual, tal y como se dieron las circunstancias, distó mucho de ser así. El propio Lenin reconocía en 1916, en su Balance del debate sobre la autodeterminación, que "la reivindicación de autodeterminación de las naciones ha desempeñado en la agitación de nuestro Partido un papel no metros importante que, por ejemplo, el armamento del pueblo, la separación de la Iglesia y el Estado, la elección de los funcionarios por el pueblo y otros puntos calificados de 'utópicos' por los filisteos. Por el contrario, la animación de los movimientos nacionales después de 1905 suscitó también lógicamente una animación de nuestra agitación: una serie de artículos en 1912-1913 y la resolución aprobada por nuestro partido en 1913, que dio una definición exacta y 'antikautskiana' (es decir, intransigente con el reconocimiento puramente verbal) de la esencia de la cuestión" (LENIN. V.I.: OC., t. 30, p. 59).